Si hay algo luxury, luxury de verdad y que se vuelve objeto de deseo cada año por estas fechas caniculares, es un buen barco para ir allende los mares rodeado de amigos o conocidos, caras de postín. Los adinerados poseedores de yates emprenden cada verano una competición por deslumbrar con el crucero más grande y refinado del momento. Camarotes que parecen apartamentos de Manhattan, ascensores de cristal tipo burbuja, piscinas casi tan grandes como las de un polideportivo… Estos son algunos de esos barcos que cada año se dejan ver por las costas del planeta.

El jefe de la escudería Renault de la Fórmula 1, Flavio Briatore es dueño de un yate que es la envidia de propios y extraños y el más fotografiado en los últimos tiempos, el Force Blue, de sesenta metros de eslora y tres pisos, todo un rascacielos marítimo. En este barquito se fue de luna de miel con Elisabetta Gregoraci, con la que se casó el año pasado. Por su cubiertas se ha paseado la familia Aznar, muy amiga de los Briatore, Ronaldo, Fernando Alonso y Raquel del Rosario… También infinidad de modelos y antiguas novias del empresario italiano como Naomi Campbell o Heidi Klum. Y es que en el pack se puede encontrar gimnasio, cocinero, masajista, helipuerto… Es uno de los más espectaculares que ha surcado los mares.

El del empresario gallego Fernando Fernández Tapias se llama Nufer. Desde hace años surca las aguas baleares a bordo de un yate de 42 metros de eslora en el que no resulta extraño ver a famosos e influyentes amigos como los Boyer. Pero este barco tiene los días contados, porque Fefé le ha encargado uno pelín más grande, el FNM5900 de 60 metros de eslora, al astillero Factoría Naval Marín. Aunque seguramente no podrá disfrutarlo este verano, será un yate de 60 metros de eslora con lujos al alcance de pocos, como un ascensor panorámico así como cinco cubiertas distintas. De la misma factoría salío hace unos años otro megalodom náutico, el Centium de José María Suescum, dueño de Corporación Dermoestética.

Con un nombre creado con la inicial de sus hijos mayores, como también ha hecho Jonny Deep en el suyo, ha llamado Carolina de Mónaco a su barco, el Pacha III. Con 36 metros de eslora, es el lugar de retiro preferido de la familia para alejarse de la costa y ganar intimidad. La princesa se lo compró en tiempos de Stefano Casiraghi, tras verlo aparcado en el puerto de Mónaco. Construido en 1936, lo arregló, lo decoró con motivos de los años 30 y le cambió el nombre. Hoy lo utilizan tanto ella y su marido, Ernesto de Hannover, como sus hijos mayores.

Florentino Pérez, el reelegido presidente del Real Madrid, es desde hace años un incondicional de los yates con su Pitina III. Y es que ya va por el tercero homónimo. Este último es una embarcación de 32 metros de eslora que amarra cada verano en Puerto Portals. En comparación con el de sus amigos no es tan grande, pero tiene amplias habitaciones y un gran salón decorado en maderas nobles. Hay que decir, para los que no lo sepan, que Pitina es el nombre de su mujer.

No se puede uno olvidar uno del barco real. A don Juan Carlos y familia, grandes amantes de los deportes náuticos, nunca les falta un buen barco con el que hacerse a la mar. El Fortuna actual, le fue regalado por un grupo de empresarios que se gastaron una fortuna, nunca mejor dicho. Sin embargo, fue inscrito en el registro como perteneciente a Patrimonio Nacional para evitar problemas. Con 30 metros de eslora, la familia lo utiliza para buscar intimidad en alta mar y dar esquinazo a los fotógrafos, algo que no siempre logran, ya que su proa y su popa han sido el escenario perfecto para ver a la reina o a la Princesa de Asturias en traje de baño.

Los hay mucho más íntimos, por supuesto. El Marlena, el barco de Alberto Cortina, sólo cuenta con 27 metros de eslora en los que no se incluyen tantos lujos como en los anteriormente testados. Sin embargo, es suficiente para surcar las aguas del Mediterráneo junto a su mujer, la bella Elena Cue.

Javier Merino y Mar Flores, anclan su Fortuny en las Baleares y lo utilizan prácticamente todo el año para navegar con los niños por alta mar. Quizás se encuentren por las aguas ibicencas con el Mata-Mua de la baronesa Thyssen. Con 38 metros de eslora, antiguo y de maderas nobles, fue remodelado hace poco en Barcelona para adaptarse a los nuevos tiempos.

Todos estos parecen lanchas salvavidas al lado del Clarena II: el barco más grande del famoseo español, que Francisco Hernando ‘El Pocero’ encargó construir hace tiempo. Un barco que no tendrá rival, desde luego, si llega a navegar algún día. Hace dos años, el empresario encargó este barquito de 72 metros de eslora (justo el doble del metraje del primer Clarena, que vendió a Villar Mir por 18 millones de euros) por el 60 millones de euros. Y es que tiene de todo, hasta helipuerto. Pero este, sigue siendo un futurible, al menos de momento.

Pero también hay otros barcos importantes. Roman Abramovich, por ejemplo, tiene una miniflota en la que ha invertido una gran fortuna. El más impresionante es el Eclipse, que mide 175 metros de largo. Tampoco hay que olvidar el de los diseñadores Dolce & Gabbana, de 50 metros de largo, techos de espejo, pinturas y tapices antiguos, e, incluso, grifos con rubíes y zafiros. El de Valentino, la elegante galeta Blue One, es frecuentado por modelos y artistas de todo tipo y suele permanecer anclado en Puerto Banús parte del verano.

O el del poderosísimo Rafael del Pino y Moreno, marinero en tierra por cuestiones de trabajo, que se ha paseado por todo el mundo en su Alcor, en tiempos uno de los cruceros más grandes del país. Y el de el magnate saudí Nassir el Rashid, Lady Moura, de 105 metros de eslora y helicóptero propio. Pero eso son palabras mayores.

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