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Carlos y la fábrica de whisky
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Carlos y la fábrica de whisky

Con la misma emoción con la que el Charlie de la película franqueaba la puerta de la fábrica de chocolates de Willy Wonka, El príncipe Carlos

Foto: Carlos y la fábrica de whisky
Carlos y la fábrica de whisky

Con la misma emoción con la que el Charlie de la película franqueaba la puerta de la fábrica de chocolates de Willy Wonka, El príncipe Carlos de Inglaterra ha conocido de primera mano el trabajo en una fábrica de whisky, es decir, una destilería. Hasta allí se ha desplazado en compañía de su esposa, la duquesa Camilla, y juntos han recorrido las espirituosas instalaciones y conocido a buena parte del equipo que fabrica la bebida.

El heredero de la corona británica no podía ocultar su emoción durante el tour: “Es una gran alegría poder visitarla. Habiendo estado en varias destilerías en mi vida, estoy fascinado con lo que hacéis aquí. Me enorgullezco de que un antepasado mío tuviera el buen sentido de otorgaros una licencia”, declaró durante su visita.

En efecto, fue el rey Jacobo I de Inglaterra el que en 1608 concedió a la compañía el permiso de fabricación de la bebida espirituosa, y desde entonces la casa no ha dejado de producirla. Las visitas a la dsestilería Bushmills, en Irlanda del Norte, son uno de los principales activos turísticos de la zona. Carlos y Camilla tuvieron la oportunidad de conocer el mismo recorrido que hacen los visitantes habituales del complejo.

Así, el príncipe y su esposa pudieron comprobar cuál es el proceso de elaboración y firmaron en uno de los barriles, que posteriormente fue llenado de whisky y guardado en la bodega para iniciar su proceso de envejecimiento. Además, recibieron de regalo varias botellas y pudieron degustar el whisky en el mismo lugar.

Aunque la abuela de Carlos se decantaba por los destilados aromatizados con enebro (vulgo ginebra), él parece haberse hecho todo un experto en los de la cebada y la malta envejecidos en madera. Puede que su visita a esta fábrica no sea tan sólo una muestra de cortesía: haciendo una broma se podría decir que a lo mejor el príncipe estaba practicando una refinada forma de espionaje industrial. La explicación está en que desde 2006 el hombre que algún día gobernará Buckingham posee su propia marca de whisky, Barrogill, cuyos beneficios van destinados a varios programas de desarrollo económico en las áreas más remotas del norte escocés.

Con la misma emoción con la que el Charlie de la película franqueaba la puerta de la fábrica de chocolates de Willy Wonka, El príncipe Carlos de Inglaterra ha conocido de primera mano el trabajo en una fábrica de whisky, es decir, una destilería. Hasta allí se ha desplazado en compañía de su esposa, la duquesa Camilla, y juntos han recorrido las espirituosas instalaciones y conocido a buena parte del equipo que fabrica la bebida.