Vientos de separación en Noruega

Cuando el río suena... puede cesar la convivencia de nuevo. En este caso baja caudaloso por las vertientes escandinavas, ya que el marido de Marta Luisa de Noruega, el escritor Ari Behn, lleva tiempo anunciando que no es feliz.

Las dos últimas perlas de este novelón son la entrevista concedida a la revista gratuita noruega Massiv y el reportaje fotográfico que lleva Hola esta semana. El yerno de los reyes de Noruega, Harald y Sonia, realizaba unas sorprendentes declaraciones en las que confesaba abiertamente que no era un hombre feliz, añadiendo que su esposa le echaría de casa porque se había convertido en un hombre insoportable.

Pero más impactantes son las fotografías reproducidas en la edición española de Hola esta semana. Al más puro estilo byroniense y mostrándose como un hombre más que atormentado, despeinado y mal vestido, muestran a un Ari Behn destrozado. "Voy a morir solo y amargado. Es como si nunca fuera capaz de atarme a alguien del todo".

Ambiente decadente para la sesión fotográfica. Todo parece estár más que pensado. Una colchoneta, un espejo en el que verse retratado, una mesa repleta de papeles arrugados, parte de su ida desechada, libros por el suelo, una bolsa de viaje descuidadamente abierta... publica Hola, un gato y un sombrero de paja son el atrezzo de la escena.

Continúa diciendo: "No he aprendido de mis errores, soy una persona con la que es muy difícil vivir,. He nacido paranoico, sé que mis guardaespaldas siempre velan por mi seguridad, tengo miedo a no ver quién está en el campo de tiro...".

Ari Behn, a quien muchos noruegos consideran un 'sin oficio', tiene 37 años y tres hijas a las que adora, pero piensa que tarde o temprano éstas le echarán de su casa a patadas. Una declaraciones, cuanto menos, muy fuertes para un cuerdo.

Recordar que Ari Behn se casó con Marta Luisa de Noruega pese a la oposición de su padre, pero que ella prefirió seguir su destino y recorrer el día de su boda -muy despacio- la nave central de la catedral de Nidaros (trescientos pasos) mientras un coro de voces jóvenes interpretaba 'Soy feliz'. Todas las segundas genaraciones -los príncipes- de las monarquías europeas fueron testigos.