Un arisco vecino llamado Iñaki Urdangarín
Cuando un nuevo inquilino llega al barrio barcelonés de Pedralbes, los vecinos de la zona tienen por costumbre preparar una suerte de fiesta de bienvenida. Eso mismo
Cuando un nuevo inquilino llega al barrio barcelonés de Pedralbes, los vecinos de la zona tienen por costumbre preparar una suerte de fiesta de bienvenida. Eso mismo hicieron con Iñaki Urdangarín cuando se instaló, con su familia, en un casoplón de 2.000 metros cuadrados hace ahora 6 años.
Los duques de Palma siempre hicieron gala de su educación y discreción. Y, sin embargo, eso no les bastó para ganarse el cariño de sus vecinos. Ya en aquella fiesta se vilsumbró la ausencia de feeling entre ellos. Iñaki Urdangarín llegó en el último momento, pero no a disfrutar del convite, sino a informar a sus vecinos de que le sería imposible asistir. No dio más explicación.
A partir de entonces las relaciones entre el vecindario y el yerno real se tornaron corteses, pero sin familiaridad alguna. "Aseguran que era hosco, de talante serio, adusto. Educado siempre, pero nada más. Se limitaba a contestar con un breve y tímido saludo. Un sieso, vamos", resume la periodista especializada en Casa Real, Pilar Eyre, a Vanitatis.
Los residentes de la zona de Pedralbes cuentan que el hecho de tener a estos miembros de la Familia Real entre sus vecinos se saldaba con muchas perjuicios y pocos beneficios, sobre todo en lo que al tema de seguridad se refiere.
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Cuando un nuevo inquilino llega al barrio barcelonés de Pedralbes, los vecinos de la zona tienen por costumbre preparar una suerte de fiesta de bienvenida. Eso mismo hicieron con Iñaki Urdangarín cuando se instaló, con su familia, en un casoplón de 2.000 metros cuadrados hace ahora 6 años.