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El discurso del Rey: don Juan Carlos se traba ante Botín, Florentino Pérez y el emir de Qatar
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El discurso del Rey: don Juan Carlos se traba ante Botín, Florentino Pérez y el emir de Qatar

La de ayer no fue una noche cualquiera. Los Reyes y los príncipes de Asturias se vestían con sus mejores galas para recibir al emir de

La de ayer no fue una noche cualquiera. Los Reyes y los príncipes de Asturias se vestían con sus mejores galas para recibir al emir de Qatar, Hamad bin Khalifa al-Thani, y a su mujer Mozah bint Nasser en el Palacio Real de Madrid con motivo de su primera visita de Estado a España. La jequesa volvió a arrasar como Ava Gardner en las noches que no acaban, y eclipsó, con un espectacular vestido de paillettes blanco nuclear que alzaprimaba su porte de Nefertiti posmoderna, a Letizia, quien, aunque repetía estilismo, se asemejaba sin quererlo a una koré griega. El vestido redundante en cuestión, uno de muselina azul eléctrico con rúbrica de Felipe Varela, ya conoce al dedillo a cada uno de los fotógrafos y sabe cuál es el pliegue ideal. Cuestión de experiencia.

Tras posar para los medios en el salón de Teniers, que daba positivo en barroquismo con sus alabarderos y sus tapices de gobelinos de rigor, y saludar a los cerca de 110 invitados en el salón del Trono, entre los que destacaba Botín, Florentino Pérez y Antonio Banderas, la Familia Real ejerció de perfecta anfitriona y guió a sus ‘huéspedes’ hasta el comedor principal para degustar un elaborado menú, abundante en pescado fresco, como la ventresca y el lenguado, y vino español. Todo acompañado con la mejor banda sonora interpretada por la Banda Real, que, curiosamente, afina cuerdas y trompetas desde un cuarto anexo casi clandestino.

Después del himno llegaba el discurso del Rey, que tuvo sus semejanzas con las alocuciones de Colin Firth en su papel de Jorge VI. Don Juan Carlos, con una cadencia al hablar mucho más lenta y pausada de lo habitual y con alguna que otra dificultad para articular palabra, agradecía a duras penas la visita del emir y una de sus tres esposas a España y les invitaba a disfrutar de su estancia. Mientras, sin haber terminado de ‘arengar’, el estado de salud de Su Majestad volvía ser cuestionado, tal y como había sucedido durante los últimos días ante los acontecimientos más recientes.

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El Domingo de Resurrección prefirió quedarse en Zarzuela y no viajar hasta Mallorca, a pesar de que siempre lo había considerado una importante tradición que cumplir, casi tan relevante como un encuentro deportivo del Madrid. Además, la barba, un tanto descuidada, que lució a lo largo de todo el día de ayer, incluso durante la cena de gala, no hizo sino que contribuir a los rumores que aseguran que el Rey ha tenido, sin duda, semanas y meses mejores. Algo natural teniendo en cuenta su edad y los achaques típicos de cualquier persona septuagenaria. Consideraciones que no fueron suficientes para que todo el mundo comentara la gravedad tonal del monarca.

A la cena de honor por el emir de Qatar y la ‘jequesa’ no faltó el presidente del Real Madrid, que iba en calidad de ‘jefazo’ de ACS y no del equipo merengue; el del banco Santander, junto a su esposa, la refinada Paloma O’Shea, y sus infalibles tirantes; José Luis Rodríguez Zapatero, que ahora es elegante según los franceses, y Sonsoles Espinosa, fiel al negro y a las joyas de Benarroch; Javier Solana, que saludó con demasiada efusividad, inclusive sonora, a la mujer del emir; así como destacados empresarios y banqueros. Por ejemplo: el presidente de BBVA, el de Villar Mir o el de Iberdrola.

Trinidad Jiménez y su novio, Elena Salgado y el ministro de Fomento, José Blanco, también cumplieron con sus obligaciones institucionales. El mundo del espectáculo tuvo su representación de la mano del malagueño Antonio Banderas y su mujer, la actriz Melannie Griffith, que generó una cola en el besamanos con su extenso saludo al monarca que ni la M-30 en hora punta. Del deporte, Sandro Rosell, cuyo club patrocina la Qatar Foundation, y Fernando Hierro, quien puso punto y final a su carrera deportiva en el emirato del petróleo años ha y de ahí el vínculo. El toque de rancio abolengo lo puso Álvaro Zuleta de Reales y Ansaldo, duque de Linares.

La anécdota de la noche: el príncipe Felipe dejó sola a Letizia en la foto oficial, porque quería estar junto a la jequesa, que no es Elsa Pataky ni mucho menos María José Cantudo, a quien muchos ya le encuentran su parecido, pero despierta un gran interés entre los caballeros. La princesa, que de cerca es un tanto postiza y de sonrisa arcaica, le leyó la cartilla en uno de los renuncios del Príncipe y paseó galante su 'trofeo' ante los profesionales gráficos, que no temen a nada ni a nadie y que minutos antes habían captado al emir catarí rascándose sus partes inconmensurables. Pero la jugada no le salió del todo bien, porque debido a las razones de protocolo, Felipe se sentó toda la noche al lado de Mozah bint Nasser, que así es como se llama la señora en cuestión, que siempre lleva pendientes de diamantes en forma de chatón engarzados y turbante de seda salvaje por apellidos. Y hablaron de todo. Seguramente hasta de la salud del Rey.

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La de ayer no fue una noche cualquiera. Los Reyes y los príncipes de Asturias se vestían con sus mejores galas para recibir al emir de Qatar, Hamad bin Khalifa al-Thani, y a su mujer Mozah bint Nasser en el Palacio Real de Madrid con motivo de su primera visita de Estado a España. La jequesa volvió a arrasar como Ava Gardner en las noches que no acaban, y eclipsó, con un espectacular vestido de paillettes blanco nuclear que alzaprimaba su porte de Nefertiti posmoderna, a Letizia, quien, aunque repetía estilismo, se asemejaba sin quererlo a una koré griega. El vestido redundante en cuestión, uno de muselina azul eléctrico con rúbrica de Felipe Varela, ya conoce al dedillo a cada uno de los fotógrafos y sabe cuál es el pliegue ideal. Cuestión de experiencia.

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