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Comienzan las vacaciones más amargas del Rey
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CASAS REALES

Comienzan las vacaciones más amargas del Rey

Un año y dos días después, la estampa veraniega de la Familia Real en la tradicional cena ofrecida a las autoridades baleares en el Palacio de

Un año y dos días después, la estampa veraniega de la Familia Real en la tradicional cena ofrecida a las autoridades baleares en el Palacio de la Almudaina no volverá a repetirse. Si el pasado año (y pese a los rumores que circulaban por aquel entonces en torno a los negocios de Iñaki Urdangarin) los reyes posaban felices junto a sus tres hijos, además de doña Letizia y el duque de Palma, en esta ocasión las cosas han cambiado sustancialmente. Don Juan Carlos habrá de afrontar una cena marcada por la soledad, las tensiones y los conflictos familiares, con el único apoyo de su mujer y los príncipes de Asturias.

A su llegada a la isla, el panorama que le espera al rey es, quizá, el más amargo de cuantos se recuerdan en Marivent. Por primera vez, su hija Cristina y su yerno no han pisado la isla, algo a lo que ha influido claramente la presión ejercida por el monarca y el príncipe. Su primogénita, la infanta Elena, por la que siente especial afinidad y con la que comparte más de una afición, abandonó Palma de Mallorca días antes de que don Juan Carlos aterrizara, por lo que se ha quedado con las ganas de compartir vacaciones con su hija y sus dos nietos. Tampoco verá a Juan, Miguel, Pablo e Irene Urdangarin, quienes apenas permanecieron dos días en la isla.

Tan sólo podrá disfrutar de la compañía de su esposa, la primera que llegó a Marivent y la única que ha podido ver a cuantos pasaron por la residencia estival, además de la de los príncipes de Asturias y sus hijas , las infantas Leonor y Sofía.

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Será, pues, el descanso estival más solitario de don Juan Carlos, que ha visto cómo su familia hacía cábalas y cálculos para no coincidir por los pasillos de Marivent y relevarse durante el período estival, como si de un apartamento en Torremolinos se tratara. Primero llegaban la reina, la infanta Elena y los dos hijos de ésta. Con ellos coincidían dos días los cuatro hijos de la infanta Cristina, quien por otra parte cambió de planes en el último momento y prefirió recluirse en Pedralbes con su marido pese a que la Casa Real había dado por hecho que aparecería por Palma. Días después, llegaba don Felipe con sus hijas pero sin Letizia, a quien por cierto se perdió la pista durante dos largas semanas. Justo cuando la duquesa de Lugo hacía las maletas, las deshacía la princesa de Asturias. El rey, el último en aterrizar  en la isla, se ha encontrado un panorama de lo más atípico y desestructurado. (Ver el gráfico adjunto).

Un auténtico annus horribilis

Éstas son, sin duda alguna, las vacaciones más amargas de don Juan Carlos. Desde que se incorporara al trabajo, tras el anterior descanso estival, el rey ha vivido un auténtico annus horribilis que comenzó con su operación del tendón de Aquiles en el mes de septiembre, continuó con su pequeño accidente doméstico en noviembre; después llegaron el Caso Urdangarin y la imputación de su yerno, así como los problemas de comunicación de la Casa Real y la publicación de un sinfín de libros sobre la intimidad y los asuntos de alcoba de la Primera Familia. Más tarde se supo de la existencia de su amiga Corinna zu Sayn-Wittgenstein y de su polémica cacería en Botsuana en la que sufrió un percance. A raíz de aquello tuvo que ser operado de la cadera y pedir un perdón sin precedentes. Posteriormente llegó el disparo accidental de su nieto Froilán en el pie, la aparición de un catalán y una belga reclamando su paternidad, la imputación de la familia de Letizia Ortiz y los conflictos familiares en el seno de la suya propia.

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Todos estos acontecimientos han hecho mella en don Juan Carlos y en la relación que mantienen los miembros de la Primera Familia . Si las vacaciones del pasado año ya fueron relativamente atípicas y extremadamente breves y discontinuas (era la primera vez que el monarca no participó en las regatas, se adelantó la fecha de la cena ofrecida a las autoridades baleares que servía como cierre de las vacaciones debido a la visita del Papa, no hubo posado oficial...), las de este año lo son más aún. Lejos quedan ya las estampas de otros veranos, como los de 2007 o 2008, en las que todos los Borbones posaban felices para la foto de familia, o las largas estancias en Marivent, algo de lo que ya se quejaron el pasado año los mallorquines.

Una intensa agenda en Palma

El traslado de despacho de don Juan Carlos -tal y como Zarzuela suele recalcar- será este año de lo más atareado para el monarca. Tras la cena del miércoles y durante dos días, don Juan Carlos recibirá a las autoridades baleares y a la federación empresarial hotelera de Mallorca en el Palacio de la Almudaina. Dos intensas mañanas de trabajo que culminarán el viernes. Será entre ese día y el siguiente cuando los príncipes de Asturias viajen a Londres para asistir a la clausura de los Juegos Olímpicos, tal y como han confirmado fuentes de Casa Real a Vanitatis.

Casi al mismo tiempo, don Juan Carlos se desplazará a Cádiz, concretamente a El Puerto de Santa María. Allí presidirá la corrida de toros conmemorativa del Bicentenario de la Constitución Española de 1812. Horas después, regresará a Palma de Mallorca, donde el martes recibirá a Mariano Rajoy, en el tradicional despacho estival que suele mantener el rey en la isla.

Un año y dos días después, la estampa veraniega de la Familia Real en la tradicional cena ofrecida a las autoridades baleares en el Palacio de la Almudaina no volverá a repetirse. Si el pasado año (y pese a los rumores que circulaban por aquel entonces en torno a los negocios de Iñaki Urdangarin) los reyes posaban felices junto a sus tres hijos, además de doña Letizia y el duque de Palma, en esta ocasión las cosas han cambiado sustancialmente. Don Juan Carlos habrá de afrontar una cena marcada por la soledad, las tensiones y los conflictos familiares, con el único apoyo de su mujer y los príncipes de Asturias.