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Así fueron las lujosas vacaciones de Alberto de Mónaco en la Costa del Sol
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Así fueron las lujosas vacaciones de Alberto de Mónaco en la Costa del Sol

La monotonía de las localidades malagueñas de Manilva y Casares se rompía este fin de semana con una regia presencia: la de Alberto de Mónaco. El

La monotonía de las localidades malagueñas de Manilva y Casares se rompía este fin de semana con una regia presencia: la de Alberto de Mónaco. El príncipe, un enamorado de la Costa del Sol, decidió, el pasado fin de semana, hacer las maletas y viajar a España. Lo hizo junto a un grupo de amigos y sin la presencia de su mujer, Charlene Wittstock, en una escapada de la que poco a poco van conociéndose detalles.

En esta ocasión, y a diferencia de sus anteriores viajes a la Costa del Sol, el hermano de Carolina de Mónaco no se alojó en el Kempinski Hotel Bahía, un resort de cinco estrellas gran lujo ubicado en la playa El Padrón (Marbella) y al que no le falta un detalle: piscinas exteriores, piscina climatizada, spa, gimnasio, 132 habitaciones, 15 suites, cuartos de baño revestidos de mármol y 25 apartamentos de propiedad privada que pueden alquilarse, entre otras prestaciones.

En lugar de eso, Alberto de Mónaco, que tenía claro qué actividad iba a ocupar la mayor parte de su tiempo (el golf), prefirió hacer lo propio en un complejo más cercano a los campos de golf. A poder ser, a pocos metros, para desplazarse incluso a pie. De hecho, el príncipe monegasca se alojó en la Finca Cortesín, que cuenta con uno de los mejores campos de golf de Andalucía y ha acogido grandes campeonatos internacionales como el Volvo World Play March Championship.

Allí permaneció el hijo de Rainiero y Grace Kelly el fin de semana, jugando al golf y disfrutando de las 215 hectáreas de la Finca Cortesín, lugar en el que contrajo matrimonio Carla Goyanes con Jorge Benguria el pasado año y que goza de la privacidad y el lujo que muchas celebrities demandan. No en vano, fue premiado en su día como el Mejor Hotel No Urbano de Traveler.

Pero el golf no fue la única actividad que ocupó el tiempo de Alberto de Mónaco y sus amigos. Los paseos por la playa de Manilva, las copiosas comidas en restaurantes de primera línea de playa y el ambiente de la noche marbellí marcaron un fin de semana en el que no hubo rastro de Charlene Wittstock.

La monotonía de las localidades malagueñas de Manilva y Casares se rompía este fin de semana con una regia presencia: la de Alberto de Mónaco. El príncipe, un enamorado de la Costa del Sol, decidió, el pasado fin de semana, hacer las maletas y viajar a España. Lo hizo junto a un grupo de amigos y sin la presencia de su mujer, Charlene Wittstock, en una escapada de la que poco a poco van conociéndose detalles.

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