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El día en el que el rey Juan Carlos tuvo que gritar: "¡Viva la República!"
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El día en el que el rey Juan Carlos tuvo que gritar: "¡Viva la República!"

"Don Juan Carlos ingresó en la Academia Militar de Zaragoza (...).  Allí fue tratado como un cadete más y no pudo sortear algunas de las típicas

"Don Juan Carlos ingresó en la Academia Militar de Zaragoza (...).  Allí fue tratado como un cadete más y no pudo sortear algunas de las típicas novatadas a las que eran sometidos los recién llegados. Según ha reconocido posteriormente don Juan Carlos, durante los primeros días tuvo que gritar '¡Viva la República!' y servir la mesa a los veteranos durante una semana. 'Tuve que pasar por todo. Hacer el reptil por el suelo del dormitorio, dormir con la monja (el sable), me hicieron los rayos X (dormir en una tabla entre dos mesillas de noche), de todo (...). En varias ocasiones me peleé con compañeros que habían emitido en mi presencia opiniones sobre mi padre que no me gustaban. Nos dábamos cita, de noche, en el picadero de la Academia, y allí ajustábamos las cuentas a puñetazos. Varias veces salí de esos encuentros con un ojo a la funerala'".

Aquel episodio es tan sólo una de las muchas anécdotas que forman parte de los casi 75 años del monarca y que ahora ven la luz en Palabra de Rey, una biografía resumida a través de sus propios mensajes, reveladoras frases que ha compilado Fermín J. Urbiola, autor de Nacida para reinar. Fabiola, una española entre los belgas y La sonrisa que cautivó a España, sobre la reina Sofía. Entre dichas frases se encuentra, por ejemplo, aquella que una y otra vez le repetía su padre y que él había interiorizado como si de un mantra se tratase: "Un Borbón no llora más que en la cama". La espetó entre sollozos cuando sólo contaba cuatro años y había soportado estoicamente el dolor que le producían unas botas pertenecientes al uniforme de Caballería con el que había posado para una sesión de fotos. El calzado le quedaba pequeño y tenía los pies en carne viva.

"Si nos tumbamos a la bartola, nos botan"

El libro, con el que Urbiola pretende "dar a conocer el retrato más íntimo de don Juan Carlos, su alma", es más oportuno que nunca, según deja entrever el autor en conversación con Vanitatis. "Precisamente hoy en día viene muy bien recordar que el Rey es una figura irrepetible en la Historia de España, que fue el motor del cambio y el piloto de la Transición porque hoy suena más un árbol que cae que miles que crecen a diario. Y el Rey consiguió unir a todos los españoles, les devolvió todos los poderes que había recibido de Franco y recuperó la concordia nacional. Tiene un gran compromiso con España".

Si bien es cierto que Urbiola alaba la labor del monarca y es consciente de sus virtudes, también reconoce sus defectos. "Claro que ha cometido errores, pero ha sabido pedir perdón y rectificar. Es el primero que lo hace. Y no tengo ninguna duda de la capacidad y el cariño de la gran mayoría de los españoles hacia él y su familia, de que están con ellos por los resultados de su trabajo. No creo que el hecho de haber devuelto la libertad y los poderes al pueblo se le haya vuelto en contra. Además, todos ellos tienen muy asumido que tienen que trabajar cada día y que lo que les interesa es oler al pueblo. Ya se lo dice a menudo a su hijo Felipe: 'Oye, no te creas que esto está ganado pa siempre (sic). Aquí hay que ganarse el sueldo día a día. Si nos tumbamos a la bartola, nos botan'.

En cuanto al debate sobre la sucesión dinástica, el autor lo tiene claro: a don Juan Carlos le queda cuerda para rato y don Felipe no encontrará escollos en su acceso al trono. "Charlé con el Rey el Día de la Fiesta Nacional y me espetó: '¡Y lo que todavía me queda por hacer...!' Percibí a un rey que hablaba con la seguridad de quien tiene las ideas claras y, sobre todo, muchas ganas", asegura mientras explica las principales diferencias entre don Juan Carlos y su hijo. "Juanito era una ficha en un tablero manejado por su padre y por el "general que reinaba", oscilaba de un lado a otro al son de la estrategia de cada uno. Siempre alejado de su casa y de su familia. Don Felipe ha tenido el privilegio de vivir con su familia, al lado de dos grandes reyes reinantes, don Juan Carlos y doña Sofía, con una formación ímproba y ha recibido clases magistrales de dos maestros".

"De no haber sido rey, seguro que hubiera sido marino"

Palabra de Rey está plagado de los mensajes de don Juan Carlos, de palabras que resumen su vida. Desde aquel "me pareció más bajito que en las fotos" con el que se refería a Franco, hasta el célebre "Lo siento mucho, me he equivocado y no volverá a ocurrir"; o el famoso "¿Por qué no te callas?" que le espetó a Hugo Chávez. De entre toda la recopilación de frases pronunciadas por el monarca, destacan las que le dedica a la reina Sofía ("No sólo ha sido la esposa leal: es que ha estado siempre de mi parte"; "Es, sobre todo, una mujer de familia", entre otras). O aquella en la que da muestras de su pasión por todos conocida: el mar. "De no haber sido rey, seguro que hubiera sido marino", confesó en cierta ocasión mientras comentaba que toda la familia llevaba "el mar en la sangre. Sólo nos sentimos verdaderamente libres cuando nos encontramos a bordo del Fortuna".

"Don Juan Carlos ingresó en la Academia Militar de Zaragoza (...).  Allí fue tratado como un cadete más y no pudo sortear algunas de las típicas novatadas a las que eran sometidos los recién llegados. Según ha reconocido posteriormente don Juan Carlos, durante los primeros días tuvo que gritar '¡Viva la República!' y servir la mesa a los veteranos durante una semana. 'Tuve que pasar por todo. Hacer el reptil por el suelo del dormitorio, dormir con la monja (el sable), me hicieron los rayos X (dormir en una tabla entre dos mesillas de noche), de todo (...). En varias ocasiones me peleé con compañeros que habían emitido en mi presencia opiniones sobre mi padre que no me gustaban. Nos dábamos cita, de noche, en el picadero de la Academia, y allí ajustábamos las cuentas a puñetazos. Varias veces salí de esos encuentros con un ojo a la funerala'".