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La infanta Cristina lleva un año negociando su renuncia con el Rey
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La infanta Cristina lleva un año negociando su renuncia con el Rey

La infanta Cristina lleva un año negociando con el Rey su salida de la institución monárquica, lo que implicaría su renuncia al título de duquesa de

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La infanta Cristina lleva un año negociando su renuncia con el Rey

La infanta Cristina lleva un año negociando con el Rey su salida de la institución monárquica, lo que implicaría su renuncia al título de duquesa de Palma y a sus derechos a la sucesión dinástica, además de la retirada de la asignación económica que percibe por los actos que preside en representación de la Casa Real. Dada la complejidad legal y las repercusiones mediáticas de una medida de este calibre, fuentes de toda solvencia informan a Vanitatis de que se estarían estudiando al milímetro las repercusiones de la misma tanto en el apartado legal como en el económico.

De hacerse efectiva esta renuncia, también afectaría a los cuatro hijos de la infanta Cristina, que dejarían de formar parte del organigrama real. El asunto obligaría además a un análisis minucioso del artículo 57.5. de la Constitución Española, en el que se especifica que “las abdicaciones y renuncias y cualquier duda de hecho o de derecho que ocurra en el orden de sucesión a la Corona se resolverán por una Ley orgánica”, ley aún por desarrollar.

La infanta habría presionado a Casa Real con esta drástica medida por el comportamiento de la Institución hacia su marido, Iñaki Urdangarin, tras su imputación por cuatro delitos en el denominado ‘Caso Nóos’, pieza separada del ‘Caso Palma Arena’. Se llegó a publicar incluso que el Rey había presionado a su hija para que se divorciara del exjugador de balonmano. Durante este tiempo las negociaciones han estado salpicadas por varios órdagos de la infanta Cristina con los que pretendía dejar patente que es esposa antes que infanta y que lo primero para ella es la estabilidad de su familia. Una serie de envites entre los que se encontraría la amenaza de renuncia a su condición de infanta.

“Nunca nadie desde la Casa Real ha pedido y mucho menos ha presionado a doña Cristina  para que se divorcie y para que renuncie a ser infanta de España y por supuesto no nos hacemos partícipes de las informaciones publicadas”, declara un portavoz oficial de Casa Real a Vanitatis, tras la primicia ofrecida por la revista Lecturas que insinuaba este miércoles la posibilidad de una renuncia inmediata. Pero no se trata de que la Casa Real haya presionado a doña Cristina con un posible exilio, sino al revés: ha sido ella la que lo ha hecho.

Los órdagos de la infanta a Zarzuela

Desde el primer momento la infanta Cristina dejó claro a su familia que por encima de todo estaba su marido, independientemente de que se publicaran informaciones negativas sobre la implicación de Urdangarin en procesos judiciales y su posterior imputación, porque estaba convencida de que el padre de sus hijos era inocente y de que, si se habían producido irregularidades en las empresas y en la fundación, era por omisión más que por una ejecución fraudulenta. Y tampoco estaba dispuesta a aceptar campañas orquestadas que relacionaban a Urdangarin con ciertas amistades femeninas que podían dar al traste con el matrimonio. La información publicada por Interviú en la que se afirmaba que el CNI había investigado a una mujer de nacionalidad rusa que frecuentaba al duque por su posible relación con el Centro de Inteligencia de aquel país tampoco dio resultado, a pesar de la espectacularidad física de la señorita en cuestión.

La infanta Cristina no tenía ninguna intención de convertirse en la segunda hija real que se divorciara, a pesar de que en su momento dicho divorcio se contempló como la mejor salida para que los desafueros de Urdangarin no dañaran más a la Corona. Para la Casa Real es muy diferente que un exyerno esté sentado en el banquillo de los acusados que lo haga un consorte. La infanta Cristina se negó en redondo a cualquier pacto matrimonial, aunque éste solo fuera de cara a la galería y así lo comunicó en su día lanzando varios órdagos a quien le planteaba sacrificios personales por la Institución.

El último de esos órdagos fue presentarse con Urdangarin en el hospital donde el Rey se recuperaba de su operación de cadera. El regreso a Barcelona ya supuso un primer paso para esos desencuentros. El consejo real era buscar otra ubicación fuera de España en vez de instalarse en el palacete de Pedralbes. No fue así y la familia Urdangarin volvió a Barcelona con la consiguiente presión mediática. Y este verano la hija de los Reyes también expresó cuál era su posición cuando no acudió a Marivent a pesar de que se había anunciado oficialmente que pasaría una semana con sus hijos, la infanta Elena y la reina en Palma. No fue y se quedó con su marido en Barcelona. Dos días después de que los niños se instalaran en palacio regresaron con sus padres sin que hubiera una explicación razonable, ya que se suponía iban a participar en un curso de vela junto a Froilán y Victoria Marichalar. Pero la negativa a que el duque pisase Marivent enfadó a una esposa tan incondicional que ya no quiere ser infanta. 

 

La infanta Cristina lleva un año negociando con el Rey su salida de la institución monárquica, lo que implicaría su renuncia al título de duquesa de Palma y a sus derechos a la sucesión dinástica, además de la retirada de la asignación económica que percibe por los actos que preside en representación de la Casa Real. Dada la complejidad legal y las repercusiones mediáticas de una medida de este calibre, fuentes de toda solvencia informan a Vanitatis de que se estarían estudiando al milímetro las repercusiones de la misma tanto en el apartado legal como en el económico.

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