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Los 45 años de Urdangarin, el deportista que puso en jaque a la monarquía
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Los 45 años de Urdangarin, el deportista que puso en jaque a la monarquía

El 15 de enero de hace 45 años nacía en Zumárraga, Guipúzcoa, un personaje que iba a hacer temblar los cimientos sobre los que se asienta

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Los 45 años de Urdangarin, el deportista que puso en jaque a la monarquía

El 15 de enero de hace 45 años nacía en Zumárraga, Guipúzcoa, un personaje que iba a hacer temblar los cimientos sobre los que se asienta la monarquía española. Hijo de un exmilitante histórico del PNV, Juan María Urdangarin Berriochoa, y de una aristócrata belga, Claire Liebaert, Urdangarin pasó la mayor parte de su infancia en ciudades como Barcelona hasta los 16 años. Eduardo Inda, uno de los dos autores de Iñaki Urdangarin, un conseguidor en la corte del rey Juan Carlos cree que ya desde la infancia era una persona “ambiciosa”.

Tan ambicioso era que, en 1995, se le diagnosticó una sordera total que le sirvió para no cumplir con el servicio militar, que fue aplazando durante años y que por aquel entonces de carácter obligatorio. Tenía 27 años y lo que vino después no parece muy propio de una persona sorda: “Con una incapacidad tan grande es difícil ser uno de los mejores de la historia del balonmano o un jugador de élite, como es cierto que lo era. Estos dos hechos ilustran a las claras quién es el personaje desde el punto de vista moral”, asegura Inda.

Aquel joven que acabaría conquistando el corazón de la infanta Cristina ya daba muestras de su ambición y de su amor por el dinero según Inda, pero también es cierto que irradiaba un innegable magnetismo personal: “Es un chico extremadamente educado, yo diría que un poco engolado. Es muy amable y, de hecho, todos los trabajadores del instituto Noós hablaban bien de su trato en contraste con el de Diego Torres, que era más despótico. Es un chico no muy inteligente pero con una ambición desmedida y un apego al dinero patológico”, asegura Eduardo Inda.

Y fue el carisma y un encanto personal apoyado sobre 1’97 metros de altura y 99 kilos de peso, sumado a un esfuerzo de superación que rallaba lo enfermizo, el que le llevó a ser uno de los fichajes estrella del FC Barcelona, con el que llegó a ganar nada menos que seis copas de Europa, y a conquistar el corazón de la infanta Cristina. El Rey no estaba de acuerdo con la relación, pero acabó aceptando gracias a un carisma que sobrepasaba cualquier reticencia. “El rey nunca quiso que su hija se casase con este personaje porque consideraba que un jugador de balonmano no era adecuado para una infanta de España. La clave está en que es un tipo con cierto encanto personal y por eso se ganó tanto al Rey como, especialmente, a la Reina”, afirma Inda.

Sin embargo, parece que el encanto personal no fue suficiente para su anterior novia, Carmen Camí. Nunca quiso pronunciarse sobre Urdangarin, ni siquiera cuando el diario El Mundo la entrevistó en su día. Se enteró de que Iñaki, su novio desde hacía cinco años, salía con la infanta Cristina. “Se da la circunstancia de que tenían una cuenta en común en una entidad bancaria de Barcelona y cuando ella va al banco, tras enterarse de que está prometido con la infanta, no queda un solo céntimo a pesar de que él dijo poco después que le había cedido todo el dinero”, cuenta a Vanitatis Eduardo Inda.

La boda con la infanta Cristina no solo le trajo la atención de todo un país y la facilidad para mezclarse en asuntos turbios que acabarían destapándose años después, sino que también lo hizo perfecto para una vida familiar que nada tiene que ver con su lado más oscuro. “Es un buen padre de familia. En Washington pasaba todas las tardes con los hijos; él mismo se ocupaba de la educación de los niños. La infanta siempre ha defendido que lo quiere como el primer día” dice Eduardo Inda sobre esta dualidad, la misma que lo convierte en un personaje encantador con dos facetas antagónicas. Y es que, al igual que muchos personajes populares, Urdangarin ha demostrado ser un tipo con una faceta pública que Inda tacha de “detestable” y que, en familia, se torna enternecedora.

¿Y qué hay del caso Noós? Fue el punto crucial de su vida pública, esa que podría demostrar que ha malversado fondos, que ha hecho las cosas mal y que ha puesto en peligro la institución monárquica en el momento menos oportuno. Apartado de los actos oficiales de Zarzuela desde finales de 2011, Urdangarín volvía a España cual sombra que prefiere mantenerse en la oscuridad para no ser vista. Ni la visita al hospital para ver a don Juan Carlos ni el apoyo mostrado por la Reina doña Sofía, mediante aquel impensable encuentro en Washington, parecen librarlo de un plan organizado que busca evitar que sus probñlemas arrastren a Zarzuela. “La reina es más familiar y hay una guerra soterrada dentro de la propia Familia Real que hace que existan dos bandos y que a veces, en sus enfrentamientos, ni siquiera atiendan a razones”, afirma Inda.

La solución para que Zarzuela no acabe siendo perjudicada pasa, según el periodista y escritor, por hacer un ‘apaño', un ‘arreglo’ que no acabe de hundir un barco, el de la familia real, que parece que ha chocado contra su propio iceberg. “Van a intentar que se declare culpable a cambio de una condena de dos años de cárcel y a cambio de devolver gran parte del dinero sustraído. Esa es la posible solución”. Y mientras la solución llega, el duque de Palma espera, algo demacrado y sufriendo los latigazos de sus propios errores; unos latigazos capaces de hacer temblar monarquías. 

El 15 de enero de hace 45 años nacía en Zumárraga, Guipúzcoa, un personaje que iba a hacer temblar los cimientos sobre los que se asienta la monarquía española. Hijo de un exmilitante histórico del PNV, Juan María Urdangarin Berriochoa, y de una aristócrata belga, Claire Liebaert, Urdangarin pasó la mayor parte de su infancia en ciudades como Barcelona hasta los 16 años. Eduardo Inda, uno de los dos autores de Iñaki Urdangarin, un conseguidor en la corte del rey Juan Carlos cree que ya desde la infancia era una persona “ambiciosa”.

Iñaki Urdangarin