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Las hermanas del Rey Juan Carlos se convierten en su paño de lágrimas
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Las hermanas del Rey Juan Carlos se convierten en su paño de lágrimas

En una de las semanas más convulsas para la Familia Real, en la que Corinna ha adquirido máximo protagonismo y algunos de los secretos más ocultos

Foto: Las hermanas del Rey Juan Carlos se convierten en su paño de lágrimas
Las hermanas del Rey Juan Carlos se convierten en su paño de lágrimas

En una de las semanas más convulsas para la Familia Real, en la que Corinna ha adquirido máximo protagonismo y algunos de los secretos más ocultos de la Institución han trascendido a los medios de comunicación, Don Juan Carlos ha buscado refugio y consuelo fuera de los muros de palacio. El pasado lunes, coincidiendo con la publicación en El Mundo de la segunda parte de la entrevista que concedía la princesa Corinna zu Sayn-Wittgenstein, en la que hablaba abiertamente de su “entrañable amistad” con el Rey, Don Juan Carlos comía en compañía de sus dos hermanas en el domicilio que una de ellas, la Infanta Doña Pilar, tiene en el madrileño barrio de Puerta de Hierro.

Nadie más. Ningún sobrino, ni su cuñado, Carlos Zurita, estaban convocados al encuentro. Los tres hermanos a solas: don Juan Carlos, doña Pilar y doña Margarita. Quizá porque el Rey lo que pretendía era hacer partícipe a sus hermanas de sus pesares en un momento delicado, en el que el papel de la Monarquía está en entredicho. Según varios testigos, a la salida del almuerzo las muestras de cariño y compresión de las dos infantas hacia su hermano se sucedieron llamando la atención de los presentes. Si bien, la buena relación que mantienen entre ellos es conocida, aunque también es sabido que no se frecuentan demasiado, a los fotógrafos que han seguido de cerca al monarca durante los últimos años les sorprendió el instinto de protección que desarrollaron las infantas con Don Juan Carlos en ese momento.

A lo largo de los últimos años, los fotógrafos no habían captado imágenes en las que se mostrara tanta ternura entre los hermanos. La infanta doña Pilar, para despedirse del Rey, le dio un beso en la frente y puso sus manos sobre su mejilla, en un gesto de consuelo y apoyo muy significativo. El rostro del Monarca era de profundo pesar. Sus hermanas saben el mal momento que está atravesando el Rey y la estampa de su encuentro las mostraba especialmente protectoras, como si se hubiesen convertido en su paño de lágrimas. La estampa recordaba mucho a la del Rey Juan Carlos durante el funeral de su padre, Don Juan, en la Basílica de El Escorial. Allí era la Reina quien le mostraba su apoyo en el único momento en el que hemos visto al monarca romperse públicamente.

A juzgar por los gestos, la actitud cariñosa mostrada por Doña Pilar nada tiene que ver con la imagen de fortaleza y rectitud que en ocasiones proyecta cuando los medios le preguntan acerca de los acontecimientos que están sucediendo dentro del seno de su familia. Y es que  sólo en la intimidad las hermanas de Don Juan Carlos se permiten bajar la guardia y mostrar las verdaderas sensaciones que les provoca un hombre, su hermano, que en los últimos meses ha visto como, según indican las encuestas, sus apoyos y su popularidad disminuyen.

En una de las semanas más convulsas para la Familia Real, en la que Corinna ha adquirido máximo protagonismo y algunos de los secretos más ocultos de la Institución han trascendido a los medios de comunicación, Don Juan Carlos ha buscado refugio y consuelo fuera de los muros de palacio. El pasado lunes, coincidiendo con la publicación en El Mundo de la segunda parte de la entrevista que concedía la princesa Corinna zu Sayn-Wittgenstein, en la que hablaba abiertamente de su “entrañable amistad” con el Rey, Don Juan Carlos comía en compañía de sus dos hermanas en el domicilio que una de ellas, la Infanta Doña Pilar, tiene en el madrileño barrio de Puerta de Hierro.