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Dos príncipes y dos 'nobles' se reparten el hotel Juan Carlos I de Barcelona
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por el campeonato internacional de saltos

Dos príncipes y dos 'nobles' se reparten el hotel Juan Carlos I de Barcelona

Haya de Jordania y Faisal Bin Abdullah de Arabia Saudí comparten estancia con Cayetano Martínez de Irujo y la joven heredera Athina Onassis en el hotel de la Ciudad Condal

Foto: Haya de Jordania
Haya de Jordania

A pesar de que la princesa Haya de Jordania –hija del fallecido rey Hussein I– está casada con Mohamed bin Rashid Al Maktoum, el emir de Dubái, quien posee una fortuna calculada en 13.000 millones de euros, y de que el príncipe Faisal Bin Abdullah es capaz de gastarse entre 4 y 7 millones de euros en un solo caballo, los dos hicieron gala de una sencillez que rozó la tacañería durante su estancia en el hotel Juan Carlos I de Barcelona.

Ambos estuvieron en la Ciudad Condal para presenciar la final de la Copa del Mundo de Naciones de Saltos que, por primera vez, se celebraba en nuestro país, en el en el Real Club de Polo de Barcelona, que también albergaba la 102ª edición del Concurso Internacional de Saltos. Al igual que otros ilustres, se hospedaron en este cinco estrellas gran lujo. Antes de su llegada, algunos trabajadores del hotel se frotaban las manos, ya que están acostumbrados a que cuando llegan este tipo de clientes les lluevan los petrodólares en forma de propinas. En esta ocasión, se quedaron con las ganas.

La princesa Haya, presidenta de la Federación Ecuestre Internacional, llegó en un vuelo regular con un séquito de cinco personas, reservó seis habitaciones en la sexta planta del hotel –ella se alojó en una tipo Eurosuite– y su secretario se encargó de pagarlo todo. En ningún momento dio ningún problema, no se le antojó nada extraordinario e hizo gala de una gran sencillez. Tanto, que ni dejó propinas.

Lo más que dejó fue una bonita historia que, a modo de anécdota, la princesa contó sobre su primer caballo: “Mi padre me regaló una pequeña hembra tras la muerte de mi madre –la princesa Alia falleció en un accidente de helicóptero– cuando yo tenía 6 años. Era mi cumpleaños. La tuve que alimentar con biberón porque ella también había perdido a su madre. Compartimos juntas ambas experiencias. En cierto sentido, los caballos me salvaron la vida”.

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*Faisal Bin Abdullah de Arabia Saudí en una imagen de archivo (Reuters)

Austeridad absoluta

La llegada del príncipe Faisal fue muy diferente. Aterrizó con su avión privado, tuvo un séquito formado por una quincena de personas, reservó ocho habitaciones y él se quedó con la Suite Real, la más grande del hotel (450m), ubicada en la última planta y con unas vistas espectaculares de la ciudad.

Durante su estancia, de varios días, Faisal y sus acompañantes miraron con atención los precios de las comidas y las bebidas, pagaban lo justo y, cuando lo hacían, era con tarjeta de crédito. De maneta que no dejaron las tan ansiadas propinas de 500 y 1.000 euros que suelen dejar algunos de los miembros de las casas reales de Oriente Medio.

Ojipláticos se quedaron algunos botones y camareras al ver que sus bolsillos seguían igual de vacíos que antes. Y eso que, en algunas suites dobles normales también se alojaban otros nobles clientes, como Cayetano Martínez de Irujo, que dejó nuevamente patente su poco amor hacia la prensa, y Athina Onassis, ennoblecida por su riqueza –al morir su madre le dejó 2.700 millones de euros– que estuvo acompañada por su marido, Doda Miranda. Ellos tampoco sobresalieron por ser generosos y, mucho menos, con la prensa, ya que hicieron todo lo posible para evitar que se les captara en actitud cariñosa.

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A pesar de que la princesa Haya de Jordania –hija del fallecido rey Hussein I– está casada con Mohamed bin Rashid Al Maktoum, el emir de Dubái, quien posee una fortuna calculada en 13.000 millones de euros, y de que el príncipe Faisal Bin Abdullah es capaz de gastarse entre 4 y 7 millones de euros en un solo caballo, los dos hicieron gala de una sencillez que rozó la tacañería durante su estancia en el hotel Juan Carlos I de Barcelona.

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