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Bodas Grimaldi: del glamour de Grace Kelly al 'hippie chic' de Tatiana Santo Domingo
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los enlaces del principado han cambiado mucho

Bodas Grimaldi: del glamour de Grace Kelly al 'hippie chic' de Tatiana Santo Domingo

Un vestido de seda y tafetán y un recogido fueron los componentes del traje nupcial de Grace Kelly. Desde entonces, los enlaces en Mónaco han cambiado

Foto: De Grace Kelly a Andrea Casiraghi, las bodas Grimaldi (I. C)
De Grace Kelly a Andrea Casiraghi, las bodas Grimaldi (I. C)

18 de abril de 1956. Los ojos de medio mundo se posaban sobre ella. Con un vestido de seda y tafetán y un elegante recogido, se presentaba ante las cámaras de docenas de medios, que rodaban en un armonioso blanco y negro. Los espectadores contemplaban cómo la heroína de Hitchcock se casaba con Rainiero de Mónaco. Era la boda del siglo para muchos cronistas, uno de los acontecimientos de la centuria: la princesa de Hollywood se convertía en la de Mónaco. que ahora iba a serlo de verdad en la gran pantalla. Fue una boda de cuento de hadas que queda lejos de la ceremonia religiosa que les espera a Andrea Casiraghi y Tatiana Santo Domingo este 31 de enero en la localidad suiza de Gstadd. El enlace tendrá lugar en la parroquia St. Josef y la discreción será la tónica predominante. Adiós definitivo al boato de antaño.

Cierto es que Mónaco no volvió a celebrar una ceremonia de la envergadura de la de Grace Kelly. De hecho, la justificación para que la boda civil de Andrea y Santo Domingo se haga de forma discreta está fundamentada en que él no es heredero al trono y, por tanto, no hay necesidad de exhibir sus nupcias a los ojos del pueblo. Sin embargo, muchos echan de menos la parafernalia que justifica que la gente del Principado siga siendo un ideal en el que los ciudadanos monegascos pueden reflejarse. El 29 de junio de 1978, por ejemplo, se casaba Carolina de Mónaco con Philippe Junot. La moda de los setenta hacía estragos en las figuras femeninas y también alcanzaba al blanco impoluto de los vestidos de novia, por mucha princesa que los llevase. Muchos juzgaron el look de Carolina de Mónaco inadecuado, pero lo cierto es que su matrimonio con Junot trajo a Mónaco parte de las meticulosas organizaciones nupciales de antaño. Un baile en el que participaron unas 800 personas fue el punto de arranque a una boda civil y otra religiosa a las que asistieron unos pocos privilegiados. Entre esos afortunados había nombres de infarto como los de Cary Grant, Ava Gardner o Frank Sinatra.

Tras el divorcio, nada en Mónaco fue igual. Carolina volvió a casarse con el millonario milanés Stefano Casiraghi, pero murió en 1990. De Ernesto de Hannover, con el que contrajo matrimonio en 1999, muchos preferirían no hablar, ya que la palabra ‘glamour’ y él no podrían estar más alejadas. Estefanía de Mónaco tampoco ayudó a la hora de devolver la pompa a las bodas monegascas. Su idilio con Daniel Ducret la llevó a tener dos hijos hasta que Rainiero consintió una boda el 1 de julio de 1995. El enlace fue civil y nadie en su sano juicio hablaría de elegancia o pompa en el caso de Ducret, cuyas fotografías en la piscina son ya parte de la historia casposa del Principado. Tampoco se podría aplicar a la rebelde de la familia, una Estefanía cuyo escote superaba con creces el de cualquier novia al uso. El 12 de septiembre de 2003 se casó con el equilibrista portugués Adans López.

La gran esperanza para los monegascos era Alberto de Mónaco, que se ‘pensó’ lo de casarse durante años, dando pábulo a todo tipo de rumores acerca de su sexualidad. Finalmente, el 11 de julio de 2011, contraía matrimonio con Charlene Wittstock, una exnadadora sudafricana. Aunque muchos fueron los que dijeron que Charlene parecía triste y que la ceremonia fue fría, las cosas habían cambiado para bien. El vestido de ella, su sencillo tocado y el maquillaje natural no eran los de Grace Kelly, pero la boda recibió un aprobado generalizado. El fin de fiesta en la Ópera Garnier de Montecarlo fue tan espectacular como cabía esperar.

Las cosas, sin embargo, han cambiado. Al perfil de Charlene, nadadora, se suma el look de Tatiana Santo Domingo, la ‘hippiechic’ y novia del hijo de Carolina, Andrea Casiraghi, que hizo todo lo posible por llevar ese mismo estilo al altar. La boda civil se celebró el 31 de agosto en Mónaco. Pese a los 350 testigos que acudieron al enlace, se trató de una ‘boda búnker’ de la que trascendieron muy pocos datos. Todos los ojos se pusieron sobre la novia, que llevaba un traje blanco, de punto, con manga corta y escote en V, firmado por Missoni. Para cuando Andrea y Tatiana se casaron, su hijo Sacha ya tenía cinco meses. Lo que en los años cincuenta era impensable en cuanto a estilo y a pretensiones, en 2013 era perfectamente admisible. Mientras que el protocolo nupcial de muchas casas reales europeas permanece inalterable, el de los Grimaldi no tiene nada que ver con el de antaño.

18 de abril de 1956. Los ojos de medio mundo se posaban sobre ella. Con un vestido de seda y tafetán y un elegante recogido, se presentaba ante las cámaras de docenas de medios, que rodaban en un armonioso blanco y negro. Los espectadores contemplaban cómo la heroína de Hitchcock se casaba con Rainiero de Mónaco. Era la boda del siglo para muchos cronistas, uno de los acontecimientos de la centuria: la princesa de Hollywood se convertía en la de Mónaco. que ahora iba a serlo de verdad en la gran pantalla. Fue una boda de cuento de hadas que queda lejos de la ceremonia religiosa que les espera a Andrea Casiraghi y Tatiana Santo Domingo este 31 de enero en la localidad suiza de Gstadd. El enlace tendrá lugar en la parroquia St. Josef y la discreción será la tónica predominante. Adiós definitivo al boato de antaño.

Frank Sinatra
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