El Príncipe y la infanta Cristina, juntos por primera vez tras la imputación

El homenaje al rey Pablo I de Grecia para conmemorar los cincuenta años de su muerte ha reunido en Atenas a toda la familia real griega y parientes colaterales de las diferentes casas reales europeas. Se trata de diversos actos presididos por los hijos del desaparecido monarca heleno, incluida la reina Sofía, que ha acudido acompañada de los príncipes de Asturias y las infantas Elena y Cristina. Una imagen poco habitual. La última vez que se vio al heredero junto a la duquesa de Palma fue en el funeral de Don Juan, celebrado en la cripta de El Escorial en junio del año pasado, meses antes de su imputación.

Esta vez la petición de la reina para que todos los hijos acudieran al palacio de Tatoi, la residencia de verano de la familia real griega, en cuyo cementerio están enterrados el rey Pablo y la reina Federica, sus padres, fue escuchada. La hoja de ruta de los Príncipes estaba marcada, según fuentes oficiales, por su agenda laboral, por eso no pudieron compartir vuelo con la reina y con las infantas. Todos aterrizaron por separado en el aeropuerto griego. Y, en el acto solemne de este jueves, estuvieron juntos, pero no del todo revueltos.

El heredero y su mujer llegaron a Atenas el mismo miércoles por la noche en un vuelo regular con escala y por eso no pudieron estar presentes en la emisión del documental Pablo, un rey fuera de lo común en la biblioteca Yenadio, que fue el inicio de los actos conmemorativos. Al margen de este viaje quedó la supuesta mala relación entre cuñadas, porque en este caso, cuando la Reina planteó el homenaje, fue la Princesa de Asturias la que no puso ningún impedimento a formar parte de él. “Todo lo contrario. Doña Letizia siempre estará muy agradecida a Doña Sofía por el gran apoyo que recibió cuando murió su hermana Erika. Sabía de los importante que eran estos actos para la Reina al margen de los desencuentros que puedan existir en el ámbito privado”, aseguran a Vanitatis desde el entorno de Zarzuela.

Urdangarin en espíritu

En cuanto a la infanta Cristina, que voló directamente desde Ginebra, no se contemplaba en ningún momento que viajara con Iñaki Urdangarin. Hubo un malentendido cuando, en la emisión del documental, el asiento contiguo al de la duquesa de Palma permaneció vacío. No era para Urdangarin, sino para la infanta Elena, que tampoco pudo llegar a tiempo. En cambio el yerno real si estuvo presente a través de la corona de laurel depositada sobre la tumba del rey Pablo. En la cinta figuraba “Duques de Palma” en un lado y el nombre de los cuatro biznietos Urdangarin Borbón en otro. Igual que sucedió con la corona de los príncipes, donde también aparecían las infantas Leonor y Sofía. En el caso de Doña Elena: “Duquesa de Lugo, Felipe y Victoria”. Ninguno de ellos se desplazó hasta Atenas a diferencia de los nietos reales de Constantino y Ana María de Grecia.

Desde el martes se fueron sucediendo actos y reuniones familiares. El miércoles hubo una cena en el hotel Hilton ofrecida por la reina Sofía y sus hermanos. Este jueves, mientras los invitados iban llegando a pie al recinto de Tatoi, se ofreció un café a todos los convocados, una tradición que la reina Sofía ha querido mantener. Después del responso religioso ante al tumba de Pablo I, un almuerzo en un restaurante cercano a la residencia de verano de la familia griega.

El funeral del rey Pablo ha conseguido lo que hasta ahora parecía complicado: que el heredero se dejara ver públicamente con su hermana. Y no sólo eso, sino que el encuentro fue medianamente cordial, como pudieron constatar testigos presenciales. Eso sí, fue difícil hacerles la foto.