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El Príncipe y su princesa han superado sus crisis
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BODAS DE ‘BRONCE’ SIN CRISIS DE POR MEDIO

El Príncipe y su princesa han superado sus crisis

Diez años en un matrimonio dan para mucho. Felipe y Letizia, como cualquier pareja, han tenido desencuentros durante esta década, pero continúa formando un buen tándem

Foto: Foto familiar en el 40 cumpleaños de la Princesa Letizia.
Foto familiar en el 40 cumpleaños de la Princesa Letizia.

El 22 de mayo de 2004 llovía a cantaros en Madrid. La aún periodista Letizia Ortiz retrasaba su entrada en la catedral de la Almudena, donde esperaba el Príncipe en el altar mayor visiblemente nervioso. No había miedo de “princesa a la fuga”, simplemente esperaban que dejara de llover para no deslucir la entrada triunfal de la futura princesa de Asturias. En aquel momento muchos titulares se referían a un final feliz para un cuento de hadas que en realidad había tenido varios capítulos. Algunos de ellos muy complicados, como contaría después en suAdiós, princesa David Rocasolano, primo de Letizia. Al haber sido su confidente, amigo y consejero, la información era de primera mano. Hubo final feliz y ni el aguacero consiguió enturbiar la boda del heredero, que por fin había encontrado la mujer de su vida.

Diez años después, la pareja continúa formando un buen tándem a pesar de los desencuentros que han tenido y tendrán porque la evolución personal y afectiva ha sido muy desigual. El heredero ha madurado y presenta una imagen más compacta y Letizia ha marcado su territorio. Nada diferente a cualquier matrimonio que celebra década de convivencia. Simplemente, en el caso de los Príncipes existe el altavoz mediático y, por lo tanto, cualquier desliz acaba convirtiéndose en precipicio. El verano pasado fue el punto de inflexión en esa relación donde aparentemente cada uno parecía que iba por su lado. El heredero cumpliendo con sus obligaciones y compartiendo almuerzo en Marivent con el Rey, el presidente del Gobierno y la Reina. A los postres aparecieron las infantas Leonor y Sofía para saludar a Rajoy. La Princesa pasó del encuentro, huyó de Palma y voló a Madrid. Cuentan que cuando una persona del staff de Zarzuela preguntó, la respuesta fue contundente: “Dice que tiene sus razones”.

A partir de ahí las informaciones y portadas de revistas sobre un posible distanciamiento fueron habituales. El Príncipe seguía en su línea y su mujer de independiente con salidas a conciertos, cenas con amigos de su época de periodista, horario laboral de cinco días y manteniendo que ella no era la culpable del grave deterioro de la institución, ni de las tropelías de Urdangarin. Letizia asumía sus errores, pero no los ajenos y todo eso complicaba la relación con el Príncipe, con el que discutía unilateralmente en público. Hasta que alguien, con buen tino –seguramente el Rey­– marcó una nueva hoja de ruta pública donde los Príncipes volvieron a ser aparentemente una pareja feliz. Desde ese momento, aumentaron las salidas privadas a cines y restaurantes de barrio que quedaban plasmadas gracias a que los escoltas dejaban hacer su trabajo a los reporteros. Desplazamientos por España con las infantitas y sonrisas de esas que la prensa rosa denomina “cómplices”.

El próximo 22 de mayo Felipe y Letizia cumplen sus bodas de ‘bronce’, con una crisis afectiva parece que superada. Diez años dan para mucho o para muy poco. En este caso dicen que el Príncipe se ha volcado para que su historia de amor siga funcionado. La Princesa tiene su carácter, pero eso ya lo sabía el heredero cuando empezaron a salir y Letizia periodista le soltó: “Que sepas que yo no voy a ser la nueva amiguita del Príncipe”, dándole a entender que como se filtraran sus salidas la consecuencia sería el “ahí te quedas”.

El 22 de mayo de 2004 llovía a cantaros en Madrid. La aún periodista Letizia Ortiz retrasaba su entrada en la catedral de la Almudena, donde esperaba el Príncipe en el altar mayor visiblemente nervioso. No había miedo de “princesa a la fuga”, simplemente esperaban que dejara de llover para no deslucir la entrada triunfal de la futura princesa de Asturias. En aquel momento muchos titulares se referían a un final feliz para un cuento de hadas que en realidad había tenido varios capítulos. Algunos de ellos muy complicados, como contaría después en suAdiós, princesa David Rocasolano, primo de Letizia. Al haber sido su confidente, amigo y consejero, la información era de primera mano. Hubo final feliz y ni el aguacero consiguió enturbiar la boda del heredero, que por fin había encontrado la mujer de su vida.

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