La Familia Real se pone a dieta

Las grasas trans y los azúcares parecen estar prohibidos en el palacio de La Zarzuela. Al menos eso es lo que se infiere viendo a los cuatro 'figurines' adultos que lo habitan: Don Felipe, Doña Letizia, Don Juan Carlos y Doña Sofía. Si hace unos años, la dieta que se seguía en palacio era cuidadosamente controlada por ambas reinas, ahora ellos, los reyes, también se fijan en las calorías y las grasas saturadas de los alimentos. En los últimos meses, tanto Felipe VI como su padre han dejado algún que otro kilito atrás y ahora muestran una figura mucho más delgada y esbelta.

El gran cambio de Don Juan Carlos se ha producido en estas últimas semanas. Si en agosto, el Rey emérito se veía hinchado y algo 'pasado de kilos', ahora está muchísimo más delgado, con una figura más cercana a la que mostraba en los años ochenta y noventa. Esta transformación del padre de Felipe VI puede deberse a una disminución de su medicación. Durante estos últimos años, el Rey emérito se ha estado medicando a causa de distintas dolencias y esto provocó que se hinchara de una forma anormal. Ahora, una vez que ha recuperado la movilidad que perdió tras sus múltiples operaciones óseas, Don Juan Carlos puede llevar una vida más activa, una especie de segunda juventud a caballo entre restaurantes, hoteles de lujo y viajes.

Por su parte, Don Felipe también vivió una metamorfosis este verano. El Rey se despidió para iniciar sus vacaciones con una figura redondeada y dio la bienvenida al mes de septiembre estando mucho más delgado. Esto se debe a que Felipe VI, por consejo de la Reina Letizia, ha decidido cuidarse más y ahora controla mucho su alimentación. A pesar de que intenta no sobrepasarse con las grasas, eso no le impide darse algún que otro capricho o salir a cenar junto a su esposa a un restaurante especializado en comida cajún, como hizo hace dos semanas. Otra de las medidas que ha tomado el soberano para mejorar su físico es practicar más deporte. Durante su juventud, Felipe VI fue un gran deportista, pero con el paso de los años fue perdiendo su interés por la actividad física. Ahora parece haber recuperado esa pasión que lo llevó a ser abanderado en las Juegos Olímpicos de Barcelona en 1992.

Don Felipe no está llevando muy mal esto de bajar unos kilitos, pues en casa tiene a Letizia, una auténtica fanática de la alimentación sana. Aparte de tener la suerte de estar muy delgada “por constitución”, tal y como ella misma explicó tras muchos rumores surgidos por su extrema delgadez, la Reina controla todo lo que ingieren tanto ella como sus hijas, incluso en la escuela. Muy comentada fue la visita que Doña Letizia le hizo a Amancio, el cocinero del colegio Santa María de los Rosales, para conocer de primera mano cómo se preparaban los menús de los alumnos o la preocupación que mostró con la psicóloga Rocío Ramos-Paul, protagonista del programa 'Supernanny', por si sus hijas debían comer o no gominolas.

La obsesión de la Reina por la alimentación sana la ha hecho participar en numerosos congresos sobre nutrición y, hace apenas unos meses, era nombrada embajadora para la nutrición por la FAO. En su discurso, la esposa de Felipe VI destacó que “la tradicional dieta mediterránea de España es el mejor ejemplo de alimentación saludable y sostenible. La dieta mediterránea es más que un patrón alimentario, es una forma de vida.”

Aunque mucho se ha hablado de que la reinas Sofía y Letizia tienen en común su pasión por el control de su alimentación, lo cierto es que no es del todo así. Es cierto que la Reina emérita no ingiere carne, pero no es porque sea vegetariana sino por una promesa. Cuando su padre, el rey Pablo de Grecia, murió en 1964 a causa de un cáncer de estómago, Sofía prometió que no iba a volver a comer carne y así lo ha hecho. A pesar de esta restricción, la esposa de Don Juan Carlos no suele privarse de nada a la hora de comer y le gustan muchos los dulces, como las palmeritas de Embassy, una confitería de Madrid.

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