Es noticia
Menú
Las lágrimas de la Reina Sofía tras visitar a unos enfermos junto a María Luisa de Prusia
  1. Casas Reales
EN LA CIUDAD DE MARBELLA

Las lágrimas de la Reina Sofía tras visitar a unos enfermos junto a María Luisa de Prusia

Es la princesa que llegó a Marbella con un mandil puesto. Solidaria y elegante, la prima de la Reina Sofía sigue en su lucha contra el sida. Hablamos con ella en el día internacional de esta enfermedad

Foto: La Reina Sofía y María Luisa de Prusia (Gtres)
La Reina Sofía y María Luisa de Prusia (Gtres)

La princesa María Luisa de Prusia no se cansa de perseguir sueños. Y aunque el sida sigue siendo un azote para la humanidad, ella confía en que las nuevas vacunas que aparezcan sean la salvación para los enfermos que ve sufrir día tras día en su Asociación Concordia. La aristócrata no se avergüenza de contar a Vanitatis que le han tirado piedras por defender a los enfermos con VIH y que “aún la homofobia es la peor arma para combatir el virus del miedo”. Su mejor recompensa en el último mes ha sido la visita que tuvo de su prima, la Reina Doña Sofía, que a su vez es la presidenta honorífica de la Asociación Concordia.

“Fue tan inesperada su llegada como agradable. Pasamos el día visitando a los enfermos de sida del centro de día que tenemos. Los chicos que la veían delante de ellos decían: '¡Pero si es la Reina! Y está aquí con nosotros'. Y la besaban las manos, la abrazaban y no se separaban de ella. Mi prima emocionada no paraba de llorar con ellos. Fue muy emocionante para todos”.

Tras visitar la fundación, la Reina pasó el día en la casa que su prima, la princesa María Luisa de Prusia, tiene en la Milla de Oro. De hecho, los lazos se extienden al grado de que Doña Sofía es la madrina de bautizo de Sofi, la hija de la princesa, otra alma solidaria que también la ayuda en la Asociación Concordia. Desde hace 40 años la princesa se ha visto involucrada en causas solidarias en Marbella. Primero con Unicef y ahora cuidando a más de 150 enfermos con VIH para los que ha conseguido un centro de día en San Pedro. “Aquí hemos tenido problemas y más problemas. Nos han echado de algunos sitios y hemos visto una manifestación tras otra contra nosotros”. Concordia pone en marcha su evento solidario el 7 de diciembre, con la cena de San Nicolás, donde espera recaudar dinero suficiente con cubiertos de 180 euros por persona: “Esperemos conseguir una buena recaudación para ayudar a mis enfermos. La enfermedad está repuntando y cada vez nos llegan mas casos a la asociación”.

PREGUNTA: ¿Es consciente de que el concepto de gala solidaria ha dejado ya de funcionar en Marbella?

RESPUESTA: Sí, es cierto, los tiempos se renuevan y estamos recabando opiniones para ver qué otras fórmulas podemos poner en marcha. Es verdad que el concepto, tal y como lo hemos puesto, en verano, ya no funciona en Marbella; hay demasiadas. Debemos reinventarnos y quiero dar paso a gente más joven, porque yo ya tengo setenta años y todo pesa, sobre todo cuando no tienes ayudas de la Junta ni del Ayuntamiento. Es duro tirar para adelante.

P: Pero esa fuerza de su linaje entre emperadores y reyes le da a usted mucho poderío para su lucha particular...

R: No sé cómo resolvería ahora mi bisabuelo estos asuntos. Como bien sabes, fue el último emperador de Alemania, Guillermo II. Él tenía seis hijos y una hija. La única hija era la abuela de la Reina Sofía de España. Mi abuelo Alberto era el tercer hijo de Guillermo. La abuela de la Reina y mi abuelo eran hermanos. Por eso somos primas. La gente dice que nos parecemos mucho; es por nuestro parentesco paterno.

P: Pero por su madre comprobamos que también tiene usted sangre española. Lo hemos visto en el último capitulo de la serie de 'Carlos V' en televisión.

R: Sí, unas gotitas solo. Pero al fin y al cabo sangre española. Mi madre era la condesa de Hoyos. Los Hoyos salieron de Burgos con Carlos V y se marcharon a Austria. Y fíjate, con el tiempo los descendientes acabamos regresando otra vez a España.

P: De hecho usted tocó la piel de toro por puro amor...

R: El amor mueve montañas. Yo de Marbella solo oía hablar como si fuera Sodoma y Gomorra, que era libertinaje cien por cien. Como en el libro 'Hijos de Torremolinos', de James Michener. No me imaginaba yo aquí por nada del mundo. Pero, por casualidades de la vida, coincidí con el que hoy es mi marido, Rudy, en África, cuando él estaba en un safari en Kenia con clientes del Marbella Club que le habían invitado.

P: Como en 'Memorias de África'. Siga, siga...

R: Sí, él viajó a Somalia para ver a su hermano. Yo estaba en el único cuarto de huéspedes. Al llegar él allí me dijeron que debía irme y me puse bastante furiosa con Rudy porque estaba muy a gusto en el trabajo como enfermera, me encantaba y quería quedarme más tiempo. Por su culpa me tenía que ir de allí. Nos cruzamos en el aeropuerto de Mogadiscio y nos saludamos. Yo me subí llorando al avión.

P: Y lo que empezó con la rabieta por el conde Rudy se ha convertido en su historia de amor de toda una vida...

R: En realidad nos conocimos antes, porque también somos familia. Su abuela y mi bisabuela eran hermanas. Para mí siempre fue tío Rudy, él era mayor que yo. Después del follón en Somalia, yo me di cuenta de que él se estaba enamorando de mí y también consiguió que yo me enamorase de él. Así que todavía me veo llegando al aeropuerto de Málaga con unas flamencas vestidas esperándome a la bajada. Alfonso de Hohenlohe nos organizó en el Marbella Club una gran fiesta de compromiso que duró una semana. Los burritos corrían por allí y mi madre se escandalizaba porque había una burra en celo que no la dejaban en paz los machos. ¡Qué cosas!

R: Pero después de la boda en Marbella, los mandiles le seguían tirando a usted porque en realidad nunca fue una princesa al uso...

R: Rudy no paraba de trabajar. Yo mientras aprendía español y llevaba la casa, pero quería seguir con mi labor social, así que hable con el alcalde Paco Cantos y le pregunté si podía ayudar en algo, que me gustaría hacer algo con niños. Y fue así como entré en Unicef. Trabajé como presidenta con el equipo 20 años.

P: Y tras dejarlo se incorporó a Concordia, la asociacion contra el sida que ahora preside...

R: Después de que crecieran mis niños, que se quejaban siempre de que no tenía tiempo para ellos, retomé el trabajo solidario. Me hablaron de esta terrible enfermedad y me volví a poner el mandil, y me puse a abrir algunas puertas para ayuda a estos enfermos que sufren su dolencia, así como el rechazo de la sociedad. Cuando trabajas y tienes un título puedes conseguir más que otras personas. Creo que eso debe aprovecharse, pero también hay muchas obligaciones.

P: ¿En pleno siglo XXI sigue habiendo homofobia en este tema?

R: Claro que sí. Casos como el de Charlie Sheen, tan de moda ahora, solo es uno más. La mayoría de la gente sigue sin atreverse a confesar su enfermedad por ese rechazo. Como antes te contaba, hemos tenido problemas con la gente en Marbella cuando arreglamos el nuevo centro. Los vecinos que no querían que estuviésemos allí nos tiraban piedras. En abril de 1997, Concordia abrió su centro de día en la localidad de San Pedro de Alcántara.

P: ¿Qué le cuenta usted a los que asisten a las charlas y reparte esa publicidad que lleva en la mano?

R: Pues que el sida es algo que nos puede tocar a cualquiera: nadie sabe lo que hace nuestra pareja cuando está de viaje o en una noche loca, y vuelve y te contagia. Igual en el caso de la mujer. Debemos concienciar de una vez por todas que no son solo los drogadictos y los homosexuales. Hoy en día ha repuntado la enfermedad y hay mucha gente que se contagia por el sexo.

P: Por último, y aunque no le gusta hablar mucho del tema, ¿cómo ha visto a su prima la Reina Doña Sofía?

R: La he visto muy tranquila y muy bien. Ahora puede dar gracias a Dios por hacer muchas de las cosas que tenía pendientes y que no podía hacer antes. Está encantada de la vida.

Descarga la app de Vanitatis en tu móvil o tablet y no te perderás nunca la actualidad del corazón en España.

La princesa María Luisa de Prusia no se cansa de perseguir sueños. Y aunque el sida sigue siendo un azote para la humanidad, ella confía en que las nuevas vacunas que aparezcan sean la salvación para los enfermos que ve sufrir día tras día en su Asociación Concordia. La aristócrata no se avergüenza de contar a Vanitatis que le han tirado piedras por defender a los enfermos con VIH y que “aún la homofobia es la peor arma para combatir el virus del miedo”. Su mejor recompensa en el último mes ha sido la visita que tuvo de su prima, la Reina Doña Sofía, que a su vez es la presidenta honorífica de la Asociación Concordia.

Reina Sofía VIH Marbella
El redactor recomienda