El último desplante de la infanta Cristina a su hermano, Felipe VI
Desde la Zarzuela se ha vuelto a pedir a la hermana del Rey que renuncie a sus derechos dinásticos. Se ha negado de nuevo. Esta vez por considerar que podría perjudicar el proceso judicial
La infanta Cristina sigue pensando que ni ella ni su marido han hecho nada delictivo, que son los chivos expiatorios de unas maniobras orquestadas para acabar con la monarquía. La explicación a este sinsentido la basan en que la propia institución no ha sabido administrar el asunto a diferencia de otras situaciones complicadas donde las amistades reales (Mario Conde, Javier de la Rosa, Manuel Prado y Colón de Carvajal...) acabaron en prisión sin que por ello la figura de Don Juan Carlos quedara en entredicho. De hecho, en el entorno de Urdangarin consideran que las imputaciones han servido para tapar otros desmanes y solapar las declaraciones de la princesa Corinna cuando aseguraba que hacía negocios para el Gobierno español y viajaba en aviones oficiales.
El matrimonio mantiene su inocencia e incluso la infanta Cristina ha sido capaz de mandar un órdago a su hermano, el Rey Felipe. Según informaba Antonio Rossi en 'El programa de Ana Rosa', Cristina tenía intención de viajar a Madrid el sábado y así lo comunicó a quien correspondía. Teniendo en cuenta que Don Juan Carlos no estaba en Zarzuela, sino compartiendo fin de semana con sus amigos cazadores fuera de Madrid, y la Reina Sofía había viajado a Luxemburgo para participar junto al resto de familias reinantes en los 95 años del Gran Duque Juan, el único destinatario posible de esa visita era el Rey Felipe. El cortafuegos impuesto por el jefe del Estado desde que se hicieron públicos los desmanes de su cuñado y hermana cuando era príncipe de Asturias se han mantenido y, por lo tanto, no hubo encuentro de ningún tipo.
Este órdago no ha sido el primero y puede ser que tampoco el último. Según han confirmado a Vanitatis, antes del verano se comunicó a la hija real que debería pedir perdón públicamente aludiendo al daño que sus actuaciones habían hecho a la Corona. Como se ha visto, no hubo tal declaración y la excusa para esta negativa era que podía perjudicar el proceso judicial. Asimismo, se instó a la infanta para que renunciara a sus derechos dinásticos. Lo pidió el padre y lo reclamó Felipe VI, que lo único que ha podido hacer ha sido retirarle el ducado de Palma. En este caso, Cristina también plantó cara al jefe del Estado enviando un comunicado en el que aseguraba que había sido ella la que había tomado la decisión y dejando a su hermano en mal lugar.
Al final, ni se adelantó el viaje ni hubo encuentro en Madrid ni en ningún otro lugar de la geografía española. El matrimonio Urdangarin Borbón aterrizó el domingo por la tarde en el aeropuerto de Palma procedente de Zúrich sin que la prensa recogiera esta llegada, ya que salieron por la sala de autoridades. Tampoco se alojaron en ningún hotel. Por supuesto, Marivent está cerrado a cal y canto para ellos, aunque siguen manteniendo su casa en el recinto del palacio. Al día siguiente, la pareja se presentaba unida en el edificio de la Escuela Balear de Administración Pública, donde se celebran las sesiones del juicio por el caso Nóos.
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La infanta Cristina sigue pensando que ni ella ni su marido han hecho nada delictivo, que son los chivos expiatorios de unas maniobras orquestadas para acabar con la monarquía. La explicación a este sinsentido la basan en que la propia institución no ha sabido administrar el asunto a diferencia de otras situaciones complicadas donde las amistades reales (Mario Conde, Javier de la Rosa, Manuel Prado y Colón de Carvajal...) acabaron en prisión sin que por ello la figura de Don Juan Carlos quedara en entredicho. De hecho, en el entorno de Urdangarin consideran que las imputaciones han servido para tapar otros desmanes y solapar las declaraciones de la princesa Corinna cuando aseguraba que hacía negocios para el Gobierno español y viajaba en aviones oficiales.
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