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Felipe y Letizia: doce años sobre la difusa línea que separa lo privado de lo público
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Aniversario de la boda de los Reyes de España

Felipe y Letizia: doce años sobre la difusa línea que separa lo privado de lo público

Los monarcas se mantienen fieles a la hoja de ruta que anunciaron en 2004: fundar una familia y lograr un equilibrio entre su vida privada y las tareas institucionales

Foto: Los entonces Príncipes de Asturias el día de su boda (Gtres)
Los entonces Príncipes de Asturias el día de su boda (Gtres)

Dos caracteres muy distintos y un proyecto de vida en común. Distintos gustos, distintas amistades, distintas maneras de afrontar la vida. El Rey Felipe VI es reflexivo, calmado. La Reina Letizia es espontánea, hiperactiva…

La propia Reina Sofía ha confesado en más de una ocasión, desde hace años, que cuando está con su hijo descubre gestos y formas de hacer idénticas a las de su padre, el rey Pablo de Grecia (1901-1964), al que ella tanto ha querido y admirado. Y que su nuera, la Reina Letizia, le recuerda con mucha frecuencia a su madre, la reina Federica (1917-1981). Él, muy discreto, moderado, reflexivo; y ella, espontánea, expansiva y con una casi incontenible tendencia a la indiscreción.

El matrimonio del príncipe Pablo de Grecia con la princesa alemana (1938) funcionó. Y el de su nieto, el Rey Felipe, con la periodista con la que se casó por amor —hoy Reina Letizia— funciona. Al menos, esto es lo que hay cuando ha transcurrido la primera docena de años y a escasas fechas de su segundo aniversario como monarcas.

Aquel 22 de mayo de 2004 llovía sobre Madrid. Y arreció a mediodía, justamente cuando debía comenzar la solemne ceremonia nupcial en la Catedral de Santa María la Real de la Almudena de Madrid. Aunque, a pesar de lo que quisieron interpretar algunos, la lluvia no fue un indicador de nada, salvo de la coyuntura meteorológica. No fue una señal ni del más allá ni del más acá. Ni siquiera para los más supersticiosos.

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La lluvia y el medido boato no empañaron tampoco el mensaje principal. La hoja de ruta del nuevo matrimonio, que el Príncipe quiso comunicar expresamente a todos los españoles: “Aspiramos a fundar una familia. Y queremos alcanzar el necesario equilibrio entre lo público y lo privado, entre las obligaciones —que son de por vida— y la legítima y necesaria vida familiar; sabiendo que nuestro trabajo requiere una serenidad, una dedicación, una constancia y una mesura tales que permitan hilar el tiempo político con el tiempo humano”.

Los Príncipes, ahora Reyes de España, han sido —han querido ser— muy previsibles durante estos doce años. Han transitado con mucha normalidad por la senda que anunciaron en mayo de 2004. Han fundado una familia, han desempeñado muy dignamente su función como herederos, han tomado las riendas de la monarquía y han mantenido firmemente su propósito de distinguir su vida pública de la privada, conscientes de que la línea divisoria es extremadamente difusa.

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Aunque el futuro estaba por escribir, ciertamente. De hecho, a medida que han transcurrido estos “pocos” años se han multiplicado escenarios totalmente novedosos, imprevisibles. Desde el “cese temporal de convivencia” que anunciaron a finales de 2007 la infanta Elena y su marido Jaime Marichalar, hasta la propia abdicación del Rey Juan Carlos (2014), pasando por las dramáticas consecuencia de la crisis económica, el 'caso Nóos', Botsuana o el inimaginable distanciamiento personal e institucional entre el Rey emérito y la Reina Sofía.

Desde el punto de vista institucional, el Rey Felipe VI ha ejercido sus funciones con una gran normalidad y con mucha solvencia, garantizando en todo momento la estabilidad institucional. Algo que, por ejemplo, se ha visualizado muy claramente en estos últimos meses, en los que España ha vivido la legislatura más corta de su reciente historia constitucional.

Es verdad que, como se ha repetido en tantas ocasiones, el Rey nació para ser rey y así ha sido educado desde su primer minuto de vida. Sin embargo, la Reina no: ella lo ha tenido que aprender. Pero no es menos cierto que el Rey ha tenido que querer ejercer el papel para el cual fue educado. Y que la Reina también ha tenido que querer aprender y querer desempeñar esa función, muy consciente de que iba a estar en el foco de la atención desde el primer minuto.

En términos generales, al menos durante estos años, la Reina Letizia ha dado prioridad a su agenda doméstica, con una actividad pública de alguna manera intermitente. Ha protagonizado actos en el ámbito de la innovación, la enseñanza, la literatura, la sanidad… Ha prestado una atención especial a la situación de las enfermedades raras y a la nutrición… Quizás tengan que transcurrir algunos años más para que los españoles puedan percibir claramente cuál es el “nicho” en el que mejor y más cómodamente se desenvuelve la Reina y al que va a dedicar más empeño.

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Fermín J. Urbiola

Fermín J. Urbiola

Periodista y escritor

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Dos caracteres muy distintos y un proyecto de vida en común. Distintos gustos, distintas amistades, distintas maneras de afrontar la vida. El Rey Felipe VI es reflexivo, calmado. La Reina Letizia es espontánea, hiperactiva…

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