Urdangarin se rinde: deja de buscar trabajo porque considera "imposible" encontrarlo
El marido de la infanta Cristina dedica su tiempo libre a entrenarse para competiciones deportivas. "Sería darse contra una pared", ha dicho a los suyos
Se ha dado cuenta de que conseguir un trabajo es tarea "imposible" y ha dejado de buscar. Iñaki Urdangarin se ha rendido, lo cuentan sus amigos y lo dicen con cierto desánimo. Tras la pequeña euforia que le provocó saber que la infanta Cristina era absuelta y que por el momento él no debería ingresar en prisión tras la sentencia del caso Nóos, ha llegado el tiempo de considerar ciertos planes de vida. Y un trabajo ya no está dentro de ese contexto, “sería darse contra una pared”, ha dicho a sus allegados.
El exduque de Palma lo intentó en varias ocasiones, incluso llegó a implicarse al máximo. Casi lo logra con un puesto en la selección de balonmano de Qatar junto a su querido Valero Rivera. Pero desde Zarzuela se filtró la noticia y le dieron freno al ver la reacción de la sociedad española, enfurecida con la posibilidad de que Urdangarin tuviera un trabajo ni siquiera soñado por la mayoría.
Cancelado el proyecto árabe, surgieron voces que hablaban de posibles movimiento en el sector de los seguros. En Suiza, concretamente, donde ya se habían instalado todos. En ese caso no llegó ni a concretarse. “¿Cómo le van a dar trabajo?”, pregunta alguien cercano al proceso legal de los Urdangarin, “¿quién iba a contratarle? Es imposible, ni él ni Diego (Torres, su socio) van a conseguir trabajo en la vida”.
Es este uno de los motivos por los que Urdangarin se ha volcado en todo tipo de deportes. Es cierto que ha sido un deportista de élite, con medalla olímpica incluida, por lo que dedicarse a entrenar ahora es lo lógico. ¿Pero tanto? “Lo hace porque tiene que llenar su tiempo, se volvería loco si no hace algo durante el día”.
Siempre ha sido un gran aficionado al ciclismo, algo que evidencia la gran inversión que ha realizado en bicicletas (una de sus posesiones de dos ruedas cuesta unos 10.000 euros). Cuando empezó a salir con la infanta empezó a practicar esquí y tenis, dos deportes que no dominaba y que han terminado formando parte de sus rutinas. Además, ha incorporado las carreras, el ahora llamado running, un deporte al que se aficionado en los últimos años y al que dedica gran parte de su tiempo.
Son varias las maratones que ha corrido el ex y con buenos tiempos, lo que implica muchas horas de entreno. Este año ha rebajado sus expectativas y ni siquiera ha corrido el maratón de Ginebra, sino que solo ha participado en el medio maratón. Debía prepararse para el juicio y no tenía tiempo de entrenar. Ahora, con la sentencia clara y a la espera de la decisión del Tribunal Supremo, Urdangarin ha vuelto a la carrera.
El año que viene, en mayo, se vuelve a celebrar el Maratón de Ginebra y si no sucede nada extraño, Urdangarin volverá a participar. Porque es en la ciudad suiza en la que piensan seguir viviendo. Ni Lisboa, ni Madrid, ni Barcelona, ni Vitoria. "Nada de eso entra en sus planes -aseguran quienes le conocen-. Se quedan en Ginebra para siempre":
Allí reanudaron su vida tras la sentencia y desde allí esperan, tranquilos, la revisión que debe hacer el Tribunal Supremo de su condena. Ellos desean y piensan que no llegará el momento de ingresar en prisión, que la decisión judicial definitiva les será favorable.
La hermana de Felipe VI sigue con sus costumbres y mantiene sus dos empleos, el de La Caixa y el de la Fundación Aga Khan. Son precisamente estos trabajos los que le permiten llevar una vida tranquila y que su marido no trabaje. Así, aunque Urdangarin se haya rendido, su familia podrá seguir manteniendo algunos de sus caprichos.
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Se ha dado cuenta de que conseguir un trabajo es tarea "imposible" y ha dejado de buscar. Iñaki Urdangarin se ha rendido, lo cuentan sus amigos y lo dicen con cierto desánimo. Tras la pequeña euforia que le provocó saber que la infanta Cristina era absuelta y que por el momento él no debería ingresar en prisión tras la sentencia del caso Nóos, ha llegado el tiempo de considerar ciertos planes de vida. Y un trabajo ya no está dentro de ese contexto, “sería darse contra una pared”, ha dicho a sus allegados.