Así ha llegado una tiara de los Borbón a ser subastada en Christie's

Entre las numerosas piezas de joyería que se pondrán a la venta el próximo 13 de junio en la popular casa de subastas londinense Christie’s, destaca una tiara que perteneció a Luisa de Orleans, abuela materna del Rey emérito Juan Carlos I. Una obra estilo Belle Époque de diamantes montada en platino a principios del siglo XX.

Tras la muerte de la que fue princesa de Dos Sicilias por nacimiento, de Borbón por matrimonio e infanta de España por capricho de Alfonso XIII, la pieza pasó a manos de su segunda hija, María de la Esperanza. La hermana favorita de María de las Mercedes, condesa de Barcelona y abuela de Felipe VI, lució esta original pieza -de la que destacan varios diamantes rosas de corte pera- en la cena previa a la boda ateniense de don Juan Carlos y doña Sofía en 1962, pero no en su boda con Pedro Gastón de Orleans-Braganza, pretendiente al extinto trono de Brasil, el 18 de diciembre de 1944 en Sevilla.

A la muerte de María de la Esperanza, esta rociera-trianera, en Villamanrique de la Condesa a los 91 años de edad en el año 2005, la importante tiara pasó a la testa de su hija Gloria de Orleans-Braganza de Borbón y Orleans, princesa de Yugoslavia en primeras nupcias y ahora duquesa de Segorbe. En 1982 un donante anónimo se hizo con el 'botín’ en una subasta en St. Mortiz. Hoy que vuelve al circuito son varias la voces que se preguntan si el rey Felipe pujará por ella para continuar la tradición iniciada por don Juan Carlos de regalar joyas ‘perdidas’ de la familia Borbón para la casa. Su precio de salida es de 200.000 libras.

Entre las piezas recuperadas por don Juan Carlos para Sofía de Grecia durante el ejercicio de su profesión destacan dos tiaras. Una es la bautizada como Cartier (que hace poco lució la reina Letizia durante la visita de Estado del presidente de Portugal, Marcelo Rebelo de Sousa) de diamantes y perlas y la otra es la conocida como la Rusa. Inspirada en los tradicionales tocados del país de los zares, como las populares tiaras Kokoshnik, fue mandada montar por la Reina María Cristina de Habsburgo-Lorena, la célebre regenta Doña Virtudes de finales del siglo XIX, con brillantes y perlas. Detestada (la reina y la joya) por su nuera Victoria Eugenia de Battenberg, Alfonso XIII se la regaló a la prometida de su hijo -María de las Mercedes-, el príncipe de Asturias don Juan, del que se dijo en su época que bebía más los vientos por la citada María de la Esperanza que por la que finalmente se convirtió en su esposa.

A la muerte de la condesa de Barcelona la heredaron sus tres hijos: la infanta Pilar (que como su hija Simoneta la lució en su boda), el rey Juan Carlos y la infanta Margarita. Tras llegar a un acuerdo el varón se hizo con la propiedad de la pieza y fue lucida por primera vez, tras la muerte de la condesa, por la reina Sofía en 2006 durante una visita a Noruega, una cena de gala en la que la española de adopción y la reina Sonia se pusieron de acuerdo para vestir de encaje y tonos dorados. Repasando tanta tiara sin color, parece improbable que el actual Rey quiera seguir construyendo el joyero de Letizia a golpe de diamante teniendo en cuenta lo que le favorece a la consorte el rojo rubí.