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Del 'annus horribilis' al 'annus perfecto': el resurgir de la familia real británica
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Del 'annus horribilis' al 'annus perfecto': el resurgir de la familia real británica

Han pasado ya más de dos décadas del peor año de la reina y no ha sido hasta este 2018 cuando está disfrutando de lo que nosotros definimos como un 'annus perfecto'

Foto: La familia real en el Trooping the Colour. (Reuters)
La familia real en el Trooping the Colour. (Reuters)

Dicen que cuando estás totalmente hundido, las cosas solo pueden ir a mejor. Y eso es lo que le ocurrió a Isabel II después de vivir unos años de lo más complicados. Ella misma describió el 1992 como su 'annus horribilis' tras los divorcios de sus hijos. La cosa se complicó en 1997, después del accidente mortal de la princesa Diana. Y es que el pueblo, por primera vez en la historia, se le echó encima. Su impasibilidad y frialdad ante el fallecimiento de la que fue su nuera provocaron una de las peores crisis que ha vivido la monarquía británica. Finalmente la soberana supo reaccionar a tiempo dándole a Diana el lugar que le tocaba como madre del heredero y las cosas se calmaron poco a poco.

Han pasado ya más de dos décadas de aquel incidente y, aunque la reina ha recuperado todo el cariño y prestigio de antaño, no ha sido hasta este 2018 cuando está disfrutando de lo que nosotros definimos como un 'annus perfecto'. Y es que la actual popularidad de los Windsor nos recuerda a los mejores tiempos de Lady Di, cuando la Corona era una institución admirada, querida y respetada. En estos diez meses que llevamos de año, hemos comprobado que la familia real británica está viviendo uno de sus momentos más felices.

placeholder La reina y el duque en el funeral de Diana. (Reuters)
La reina y el duque en el funeral de Diana. (Reuters)

Dos bodas -la de los Sussex y Eugenia con Jack Brooksbank-, dos nacimientos -el del príncipe Louis y el de Lena Tindall, hija de Zara Phillips- y, ahora, el embarazo de Meghan Markle. A todo esto tenemos que sumarle los rumores de un segundo enlace entre el príncipe Andrés y Sarah Ferguson, así como la reconciliación de la duquesa de York con el que fue su suegro y enemigo, el duque de Edimburgo. Con este panorama de perfecta armonía, Isabel II no puede pedir más. Los antes complicados matrimonios de sus hijos llenos de escándalos (tres de ellos se divorciaron) han dado pasado a las tranquilas uniones de sus nietos que, de momento, parece que han sabido elegir mejor que sus progenitores.

Es el caso de Guillermo y Harry. Si la llegada de Kate Middleton a la familia real supuso un fuerte subidón de popularidad para los Windsor, la entrada de Meghan Markle no ha hecho más que acrecentar esa estimación. Y es que ellas son, principalmente, las responsables de que la monarquía vuelva a ser algo atractivo y llamativo para el público. El interés que despiertan las dos cuñadas tanto en los medios como en las redes sociales es enorme, y no solo en Reino Unido, sino también fuera de sus fronteras.

placeholder Los Cambridge y los Sussex. (Reuters)
Los Cambridge y los Sussex. (Reuters)

Además, lo que ellas representan suma puntos a una institución que puede parecer, a priori, arcaica. Meghan es una declarada feminista que no tiene miedo a hablar sobre la discriminación a las mujeres o a juntarse con gente de otras etnias que está atravesando una complicada situación, tal como demostró con su libro de cocina realizado con mujeres inmigrantes víctimas del incendio de Grenfell. Por su parte, Kate encarna el papel de la esposa perfecta: cumple a rajatabla con su agenda, es una madraza y tiene una relación de amor y respeto con Guillermo. Nada de crisis, terceras personas o escándalos como sucedió con Carlos y Diana.

Guillermo y Harry se han casado por amor y esto siempre es positivo. A todo esto hay que sumarle el impacto que tienen los más pequeños de la familia. A los británicos les encanta ver las monerías de George y Charlotte y cuánto ha crecido Louis o a quién se parece. Los principitos también generan una gran expectación, a la que ahora se tendrá que sumar el nuevo vástago del príncipe Harry y Meghan, cuyo nacimiento seguro se convierte en un gran acontecimiento.

Con esta situación, el futuro de la monarquía está más que asegurado, algo por lo que ha luchado Isabel II desde que bien joven se ciñó la corona más pesada del mundo.

placeholder George y Charlotte en la boda de Eugenia. (Reuters)
George y Charlotte en la boda de Eugenia. (Reuters)

Dicen que cuando estás totalmente hundido, las cosas solo pueden ir a mejor. Y eso es lo que le ocurrió a Isabel II después de vivir unos años de lo más complicados. Ella misma describió el 1992 como su 'annus horribilis' tras los divorcios de sus hijos. La cosa se complicó en 1997, después del accidente mortal de la princesa Diana. Y es que el pueblo, por primera vez en la historia, se le echó encima. Su impasibilidad y frialdad ante el fallecimiento de la que fue su nuera provocaron una de las peores crisis que ha vivido la monarquía británica. Finalmente la soberana supo reaccionar a tiempo dándole a Diana el lugar que le tocaba como madre del heredero y las cosas se calmaron poco a poco.

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