Victoria Federica, tarde de toros con Gonzalo Caballero (susto incluido)

Que a los hermanos Froilán y Victoria Federica de Marichalar les encanta ir a los toros no es ningún secreto. Que sabemos de quién han heredado su pasión -de su abuelo, el rey emérito Juan Carlos I, y su madre, la infanta Elena-, también. Además, somos conscientes de la gran amistad que tienen ambos nietos de la reina Sofía con el torero Gonzalo Caballero.

La incógnita que sigue sin resolverse es si Victoria Federica y el diestro son novios. Los hechos parecen indicar que así es, pero ya se sabe que con la Casa Real lo que no se confirma de manera oficial no existe (o casi). Lo cierto es que nuestra royal no esconde sus gestos de afecto y ayer la pudimos ver muy cariñosa, deseando suerte desde la barrera al torero con una caricia antes de comenzar la faena.

Sea como fuere (el entorno de Gonzalo ha desmentido la supuesta relación), la sobrina de los reyes Felipe y Letizia se desplazó ayer a Chinchón para apoyar a este joven que, aunque inicialmente iba para futbolista, a los 16 años decidió cambiar de rumbo y entró en la Escuela de Tauromaquia de Madrid. Y, a juzgar por los resultados, parece que la jugada le salió perfecta, pues es una figura emergente en ese campo.

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Para ir a la plaza, Victoria Federica eligió un look muy rompedor, una blusa animal print, unos vaqueros rasgados y una de sus señas de identidad, los maxipendientes, en esta ocasión uno de los más característicos, en forma de hoja. Similares a los que lució en la puesta de largo de Tana Rivera.

La de ayer fue una tarde un poco accidentada para Gonzalo Caballero, que tuvo que entrar en la enfermería por una contusión en un hombro, pero solo fue un pequeño susto. El toro le revolcó, pero no llegó a cogerle, por lo que no hubo que lamentar mayores consecuencias...

Después del festival, estuvieron celebrándolo juntos, como dejó de manifiesto en sus redes sociales el diestro. Una tarde lluviosa y accidentada, que no impidió que acabara estupendamente para todos. Gonzalo Caballero había cortado una oreja y lo celebró con sus íntimos. ¿Qué más podía pedir?