La infanta Elena no compra caballos en SICAB, pero sí pendientes
La hermana del Rey ha asitistido a la cita anual que se celebra en Sevilla y ha aprovechado para perderse por la ciudad andaluza y hacer unas compras como cualquier turista
La infanta Elena ha vuelto a recuperar algunos de sus hábitos públicos que abandonó (o la obligaron a dejar) cuando el caso Nóos estaba en pleno apogeo. Por decreto familiar dejó de pertenecer al núcleo duro (así denominado por Zarzuela) compuesto por los Reyes titulares, sus hijas y los eméritos. Una vez que se levantó la veda, la primogénita de los Borbones abandonó su invisibilidad y retomó las actividades que más le gustan. Una de ellas tiene que ver con los caballos, que siguen siendo su afición y devoción.
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Este año no quiso perderse el Salón Internacional del Caballo de Pura Raza Española (SICAB), que se celebra en el Palacio de Exposiciones y Congresos de Sevilla y que, en esta nueva edición, preside por primera vez José Juan Morales. Hasta el último día no se sabía si la Infanta acudiría a la cita ecuestre, pero lo hizo. Apareció vestida de rosa y, según dijo, encantada de estar en un lugar que le trae muy buenos recuerdos.
La última vez que acudió al recinto ferial fue hace ocho años y compró un caballo. Tiene tres yeguas madres (Escale du Castel, Ema y Goyesca), tres potros (Mia EB, Jordano EB y Greco EB, cuyas dos últimas iniciales corresponden a Elena de Borbón) y Quant, con el que competía hasta hace poco. Esta vez no hubo adquisición y se limitó a mirar y admirar en su paseo por la zona de boxes los caballos. Como buena conocedora del mundo equino, se paró ante algunos de los ejemplares más cotizados, que pueden alcanzar en el mercado cifras de seis ceros.
Shopping real
Una vez que terminó la visita oficial, la duquesa de Lugo se dio una vuelta por los diferentes puestos, donde la oferta era muy variada. Desde ropa, zapatos, botas, fustas… y cualquier cosa relacionada con el mundo del caballo hasta complementos de todo tipo.
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La infanta Elena, aunque es menos compradora que la reina Sofía, sí se llevó varios recuerdos. Compró un sombrero tipo panamá y pendientes. Y así lo recuerda para Vanitatis la dueña y diseñadora de la firma CunaOcho: “Cuando se paró no me di cuenta de que era ella porque estaba atendiendo a otras clientas. Se puso a mirar y cuando terminé de cobrar le pregunté que cuáles le gustaban y entonces la reconocí. Miró varios y se llevó unos aros dorados con un colgante en forma de granada. No quiso que se los regalara y pagó los quince euros. Fue muy simpática y me dio la enhorabuena por los diseños”.
Una vez finalizó la visita, la Infanta se perdió por Sevilla, la ciudad en la que se casó y donde tiene grandes amigos como Luis Astolfi, con el que sigue compartiendo jornadas hípicas. Si no se encuentra de viaje, la duquesa monta todos los días en el recinto de la Zarzuela, donde están sus caballos y una zona dedicada al entrenamiento y paseo. El rey don Juan Carlos mandó construir una pista y varios boxes para que la Infanta pudiera disfrutar de su afición.
Hubo un tiempo en que su hija, Victoria Federica, la acompañaba en estas salidas por el campo. Desde que cumplió su mayoría de edad prefiere otras diversiones y tampoco suele participar en competiciones. Su madre sí lo hace aunque más por diversión y para seguir en contacto con el mundo hípico, que es el que más le gusta y donde tiene sus amigos fieles que nunca la han traicionado.
La infanta Elena ha vuelto a recuperar algunos de sus hábitos públicos que abandonó (o la obligaron a dejar) cuando el caso Nóos estaba en pleno apogeo. Por decreto familiar dejó de pertenecer al núcleo duro (así denominado por Zarzuela) compuesto por los Reyes titulares, sus hijas y los eméritos. Una vez que se levantó la veda, la primogénita de los Borbones abandonó su invisibilidad y retomó las actividades que más le gustan. Una de ellas tiene que ver con los caballos, que siguen siendo su afición y devoción.