Meghan, al límite: la duquesa está 'harta' de no poder defenderse de los rumores

Toda paciencia tiene un límite y parece que la de Meghan Markle se ha agotado esta semana. Según el medio ‘US Magazine’, una fuente interna de palacio afirma que la duquesa se encuentra "harta y muy tensa por no poder ofrecer su versión de los hechos respecto al rifirrafe con Kate Middleton”. En concreto, las herramientas que la esposa del príncipe Harry echaría de menos para protegerse y defenderse serían sus redes sociales personales, algo que tuvo que abandonar por protocolo tras su compromiso con el príncipe Harry.

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Estas eran las plataformas que antes de su romance real la exactriz usaba constantemente para manifestar su opinión y defender las causas que creía oportunas. En especial, las relacionadas con el movimiento feminista y la defensa de los animales, asunto que tampoco casa demasiado con las vetustas tradiciones de caza que llevan a cabo en palacio.

Así, la protagonista de 'Suits' se topa -de nuevo- con las férreas medidas de protocolo real que le impiden alzar la voz abiertamente y zanjar todo lo que con un breve comunicado podría aclarar fácilmente. Un silencio que guarda ‘con respeto’ pero que la estaría frustrando y estresando sobremanera, ya que necesita “poder defenderse de la multitud de incriminaciones que está recibiendo últimamente”. La principal acusación que se ha viralizado hace referencia a una supuesta tiranía y actitud déspota que ya se habría saldado con el abandono de cuatro empleados que trataban codo con codo con ella.

Una voz silenciada que empieza a oprimirla

Según ese mismo informador: “Markle siempre ha confiado en su propia voz para defender a los demás y dar la cara por sí misma. Así que tener que callarse ante todo es un sentimiento que le resulta frustrante”. Toda la polémica explotaba en los tabloides tras el anuncio inesperado de la mudanza de los Sussex a Frogmore Cottage, alejándose repentinamente del palacio de Kensington, donde compartían residencia con los Cambridge.

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Así las cosas, pareciera que la estadounidense no se ha acoplado todo lo bien que se esperaba de ella a las costumbres y ‘leyes’ que la reina Isabel II establece desde hace décadas, un sistema que deja poco margen para la opinión personal y que evita el feedback con medios personales para frenar la rumorología.