Ernesto de Hannover: su guerra con su hijo salpica también a su nieto
Desde hace dos años, el exmarido de Carolina de Mónaco está enfrentado a su primogénito y el conflicto no parece tener visos de solución
La noticia del nacimiento del segundo hijo de Ernesto Augusto de Hannover y su mujer, Ekaterina Maklysheva, el pasado 14 de marzo, era un hecho que llenaba de alegría a la familia, pero a tenor de los acontecimientos no ha servido de bálsamo para las heridas que hay abiertas.
Una de las incógnitas que quedaban en el aire después de esta nueva llegada a la familia era determinar el nombre del pequeño. Las apuestas y los indicios de casos similares nos hacían pensar que se llamaría Ernesto de Hannover, un nombre que suelen llevar los herederos de la Casa Hannover desde el siglo XVIII. Pues no ha sido así.
Todo viene de la guerra que mantiene el exmarido de Carolina de Mónaco con su hijo, que lejos de terminar, parece que la brecha se hace más grande. En su momento más delicado de salud (fue ingresado de urgencia en febrero en Austria a causa de una pancreatitis, aunque hay algunos medios que se inclinan por un cáncer), no parece haber depuesto su actitud beligerante hacia su hijo (o viceversa).
Debemos recordar que Ernesto de Hannover habría pasado las propiedades de la Casa Real en los primeros años del nuevo milenio, pero habría querido recuperarlas en 2017. Las desavenencias parece que provenían de su deseo de contraer matrimonio con la diseñadora de moda rusa Ekaterina Malysheva, como así acabaría siendo, y el punto cumbre del conflicto llegó cuando su hijo decidió vender el castillo de Marienburg, enclave histórico de la familia.
El conflicto ha dado un paso más, según ha publicado 'Bunte', ya que Ernesto de Hannover se habría negado a reconocer a su nieto como heredero y a que lleve su nombre, así que el bebé ha tenido que conformarse con un simple Augusto.
La noticia del nacimiento del segundo hijo de Ernesto Augusto de Hannover y su mujer, Ekaterina Maklysheva, el pasado 14 de marzo, era un hecho que llenaba de alegría a la familia, pero a tenor de los acontecimientos no ha servido de bálsamo para las heridas que hay abiertas.