Kate y Meghan: realidad y ficción de una guerra que perjudica a ambas

El 19 de junio pasado se ponía punto y final a un término que creó la prensa británica para referirse a los duques de Cambridge y a los de Sussex: los Fabulosos Cuatro. Ese día se desvinculaban Meghan y Harry de la Royal Foundation, la organización benéfica a la que estaban vinculados los cuatro, para comenzar un camino independiente en las cuestiones solidarias. Se anunciaba, además, que tendrían su propia organización con la que dar salida a sus inquietudes filantrópicas.

Este gesto, como el hecho de que Meghan y Harry decidieran mudarse a Frogmore Cottage en lugar de permanecer en Kensington, fueron interpretados en clave personal. Se empezó a alimentar la idea de que había una rivalidad entre ambas cuñadas que, además, salpicaría a Guillermo y Harry, quienes hasta entonces habrían mantenido una relación idílica.

Además de haber un subtexto machista en esta interpretación de los acontecimientos, ya que dos personas no se enemistan o se enfadan si no quieren, también se ha obviado que por el lugar que ocupan en la línea sucesoria los hijos del príncipe Carlos y la infortunada Diana de Gales, sus agendas son muy distintas y difieren no solo en el contenido de las mismas, sino en su trascendencia.

Durante años se especuló con la posibilidad de que una vez que Isabel II dejara de ser reina, su hijo, el príncipe de Gales, abdicaría en su primogénito, Guillermo, por lo que, al margen de que esta hipótesis acabe confirmándose, lo cierto es que, al igual que su progenitor, está destinado a ser rey, algo que parece menos probable en el caso de su hermano menor.

Este 14 de julio se cumple también el primer aniversario del único acto que han tenido en común Kate y Meghan en solitario, pues acudieron a la final femenina en Wimbledon, en la que participaba una de las grandes amigas de Meghan, la estadounidense Serena Williams, pieza clave, por cierto, en la organización del polémico baby shower celebrado en Nueva York y que tantos titulares generó porque se consideró que era un evento más propio de una estrella de Hollywood que de alguien que había emparentado con los Windsor.

Durante todo este tiempo la supuesta animadversión entre ambas cuñadas ha sido alimentada no solo por los medios de comunicación más sensacionalistas, sino también por los fans de unas y otra en las redes sociales, pues se ha establecido también un duelo ficticio entre ambas que en términos reales tiene muy poca lógica y que no hace sino perjudicarlas.

Después de meses intensísimos en los que Meghan Markle ha sido objeto de una sistemática campaña de desprestigio de la que han sido protagonistas su padre, Thomas Markle, y su hermana de padre, Samantha, las polémicas no han dejado de rodear a Meghan: el personal que dimitía, las costosas obras de Frogmore Cottage (no tanto si se las comparan con reformas similares de otros miembros de la realeza), los caprichos de la protagonista de la serie 'Suits'.

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Aunque los ataques contra Meghan no han cesado del todo y el polémico periodista Piers Morgan sigue empleándose a fondo contra ella siempre que tiene ocasión, ahora son Guillermo y Kate los que están siendo cuestionados. Nos referimos al asunto de Rose Hanbury, la amiga del matrimonio a quien han relacionado, sin pruebas y sin poderlo demostrar, con el príncipe Guillermo.

Aunque un prestigioso bufete de abogados amenazó con demandar a medios británicos que siguieran alimentando este rumor y han conseguido su propósito, que no se vuelva a hablar del tema dentro de sus fronteras, la llama sigue viva en otros medios europeos, como España o especialmente Francia, donde se hace un retrato de Kate nada favorecedor. Ayer leíamos en 'Gala', por ejemplo, un titular demoledor para un artículo también muy duro: "Kate Middleton, 'cruel y astuta': la otra cara de la duquesa desvelada por el affaire Rose Hanbury"

Al margen de estas cuestiones, la próxima gran cita real en la que ambas van a coincidir es el bautizo de Archie, el hijo de los Sussex, previsto para este 6 de julio, que se va a celebrar de manera privada. Y quién sabe si este año Kate y Meghan se decidirán a repetir su 'escapada' a Wimbledon.