La vuelta de Charlène a la agenda oficial (dos meses y un polémico vídeo después)

Dos meses y tres días después, Charlène de Mónaco ha vuelto a la agenda pública. Lo ha hecho este fin de semana en Italia, donde ha podido participar en un feliz acontecimiento, ya que se inauguraba la escuela Parrozzani, que se destruyó durante los terremotos que tuvieron lugar en el centro del país en 2016 y que costaron la vida de 300 personas. En este caso, la presencia de la esposa de Alberto de Mónaco se debía a que el colegio ha sido reconstruido con fondos de la Cruz Roja italiana y monegasca, de la que la familia Grimaldi es patrona, además de estupenda representante.

La expectación era máxima, especialmente por el tiempo que lleva sin agenda, algo que había desatado todo tipo de especulaciones en el principado, incluidas las de un posible embarazo, que sonaron fuerte a principios de septiembre, pero que se han ido diluyendo con el tiempo. Durante al acto de inauguración, nada a destacar. Su rictus serio es la tónica habitual en citas oficiales, por lo que ya no sorprende su falta de ánimo cuando afronta sus obligaciones. Charlène llegó, saludó a las autoridades, aguantó el tipo y se fue después de que le hicieran entrega de una medalla conmemorativa. Ni los más pequeños consiguieron sacarle una sonrisa.

Lo cierto es que también era la primera aparición de la princesa monegasca tras salir a la luz el polémico vídeo en el que se la veía en un bar dándolo todo para animar a la selección de rugby de su país. Chocó manos, sirvió cervezas y respondió a los vítores del resto de seguidores, en una actitud completamente opuesta a la que presenta en sus actos oficiales, incluyendo el de este fin de semana en Italia. Y eso es algo que tampoco sorprende. Cada vez que sale algún vídeo o fotografías de Charlène fuera de los protocolos de palacio, parece otra.

Queda la duda de si su asistencia estaba prevista con anterioridad o se decidió tras la aparición del vídeo, para efectuar así un pequeño lavado de cara y forzar su vuelta a la agenda, antes del próximo 19 de noviembre, Día Nacional de Mónaco, en el que su presencia es obligatoria. No aparecer, aunque sea con su rictus habitual, supondría una afrenta a los monegascos, que ya se han acostumbrado a su poco ortodoxa princesa.