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El 'tsunami' que ha provocado la "desastrosa" entrevista del príncipe Andrés
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El 'tsunami' que ha provocado la "desastrosa" entrevista del príncipe Andrés

El príncipe Andrés ha roto su silencio sobre su vínculo con el magnate Jeffrey Epstein y las consecuencias no se han hecho esperar

Foto: El príncipe Andrés, en una imagen de archivo. (EFE)
El príncipe Andrés, en una imagen de archivo. (EFE)

“¿En qué momento le pareció una buena idea alojarse en la casa de un condenado por delitos sexuales?", pregunta la periodista de la BBC, Emily Maitlis. “¿Tuvo sexo con Virginia Giuffre, la mujer que le acusa de ser un abusador sexual?”. “¿Recibió un masaje en los pies de una joven rusa en la mansión de Epstein?”. Brutal, rocambolesco, anodino, bochornoso. Nunca antes se había visto algo igual: un miembro de la familia real británica dando explicaciones sobre su amistad con un poderoso proxeneta y respondiendo a las acusaciones sobre unas supuestas relaciones sexuales mantenidas con una joven de 17 años.

El príncipe Andrés, del que dicen que es el ojito derecho de Isabel II, ha roto su silencio sobre su vínculo con el magnate Jeffrey Epstein, el multimillonario hallado muerto el pasado mes de agosto en la prisión de Nueva York, donde esperaba un juicio por tráfico sexual de menores. Según la Oficina Forense, la autopsia confirmó que se suicidó ahorcándose. Pero algunos lo ponen en duda, dando así munición a otra teoría de la conspiración -sí otra más- que sobrevuela ahora el Palacio de Buckingham, donde el ambiente que se respira estos días es de máxima preocupación.

Al duque de York llevaba persiguiéndole este escándalo desde 2011. De ahí que decidiera conceder una entrevista a la cadena pública para zanjar la polémica. Pero nada más lejos de la realidad. La entrevista -que se emitió el pasado sábado- ha generado un auténtico tsunami. Entre otras cosas, porque aunque el príncipe asegura que “no estuvo a la altura” de un miembro de la familia real, dice no arrepentirse de su amistad con el controvertido empresario americano.

En ese momento, llega uno de los intercambios más destacados con la periodista. “¿Lamento el hecho de que [Epstein] se comportara claramente de manera inapropiada?...”. “¿Inapropiada? -le interrumpe Maitlis- Era un agresor sexual”. “Lo siento, estoy siendo educado. Sí, era un agresor sexual”, matiza el príncipe.

placeholder La reina Isabel, junto a Andrés. (EFE)
La reina Isabel, junto a Andrés. (EFE)

Los problemas se multiplican

Los periódicos a ambos lados del Atlántico llevan días con este tema protagonizando sus portadas. Y los problemas para el príncipe no hacen otra cosa que multiplicarse: el abogado que representa a las víctimas de Epstein asegura que las declaraciones podrían ser ahora utilizadas contra él en un interrogatorio; hay rumores de que el FBI tiene interés en hablar con el duque; algunos de los principales patrocinadores de las causas benéficas que representa le han retirado el apoyo….

“Nunca he visto nada tan desastroso”, asegura Mark Borkowski, un conocido consultor de relaciones públicas británico. Isabel II habría dado su consentimiento para que la entrevista tuviera lugar. Aunque, según los expertos en realeza, más que aprobación, fue resignación cuando su hijo le vino a decir básicamente que todo estaba ya cerrado. Los asesores de la soberana le dijeron que no siguiera adelante, pero Andrés hizo caso omiso.

En la parte más destacada de polémica del espacio emitido por la BBC se habla con insistencia sobre la alegación de que el duque de York tuvo sexo con Virginia Giuffre cuando esta tenía 17 años. Durante años, la Casa Real ha emitido una negación directa a cualquier relación o contacto sexual del príncipe con la supuesta víctima. Pero, durante la entrevista, la negación categórica que algunos esperaban no ocurrió.

En cambio, el hijo de la soberana señaló que no recuerda haber conocido a la acusadora y que tampoco recuerda “en absoluto” en qué momento se tomó la famosa fotografía en la que se le ve con el brazo alrededor de la cintura de la joven. Pese a que su objetivo era mostrarse como un hombre serio, que ni tan siquiera bebe alcohol y nunca muestra actitud afectuosa en público, los tabloides ahora han aprovechado la ola de la gran tormenta para publicar fotos con otras jóvenes en actitud más que cariñosa.

'The Sun' retrataba este martes al duque de York en diferentes fiestas salvajes organizadas por el magnate del vino Claude Ott, en Saint-Tropez, en 2007 y 2008. El príncipe aparece abrazado a varias mujeres, incluida la socialite americana Chris Von Aspen, con la que se muestra de lo más desinhibido, mientras esta le intenta lamer o morder el cuello, o la canadiense Pascale Bourbeau, con la que no le importa bailar de lo más pegado.

Excluido por Carlos​

El escándalo parece haber enfriado, aún más, la relación entre Andrés y su hermano, el príncipe Carlos, heredero al trono. Hay rumores que apuntan a que, en cuanto este se convierta en rey, relegará al duque de York de su trabajo como representante de comercio exterior para Reino Unido. Puesto, por cierto, siempre rodeado de más sombras que luces.

placeholder El príncipe Carlos y el príncipe Andrés. (EFE)
El príncipe Carlos y el príncipe Andrés. (EFE)

El rotativo 'The Daily Telegraph', considerado uno de los más monárquicos, revelaba por ejemplo en 2011 -cuando ya empezaban a cuestionarse sus peligrosas amistades- que en la última década se había gastado cuatro millones de libras para desempeñar sus funciones, sin contar con el coste de seguridad, otros 10 millones de libras.

En uno de los Foros de Davos, por ejemplo, junto con cuatro asistentes, el príncipe se gastó 19.200 libras solo en comidas, alojamiento y entretenimiento. El periódico señalaba además que algunos viajes oficiales los ha utilizado para beneficio propio, como el de 2004 a Baréin, donde intentó buscar un comprador para su casa de Berkshire.

Nuevo 'annus horribilis'

Su desafortunada intervención clausura un nuevo 'annus horribilis' para la jefa de Estado. Hasta la fecha, según ella misma admitió de manera excepcional en uno de sus discursos, 1992 fue un año para no recordar: tres de sus cuatro hijos se separaron y un gran incendio arrasó con gran parte del castillo de Windsor. Pero 2019 no está siendo mucho mejor: aparte de la peor crisis institucional generada en Westminster ante la incapacidad de la clase política para ejecutar el Brexit, los miembros de la familia real no han dado un respiro a la soberana.

Empezando por su propio marido, el duque de Edimburgo, quien en enero se vio envuelto en un accidente de tráfico al insistir en querer conducir su propio coche a pesar de haber cumplido los 97 años. El suceso tuvo lugar en las inmediaciones de Sandringham y aunque el conductor del otro coche sufrió heridas leves, aquello causó gran revuelo. El marido de la reina se vio obligado a entregar su carné, comprometiéndose a no volver a conducir.

Para primavera vino otra tormenta: los tabloides británicos se cebaron con los rumores que contaban que el príncipe Guillermo, heredero al trono, habría sido infiel a su esposa, Kate, con una de sus mejores amigas, Rose Hanbury, mientras la duquesa estaba embarazada de su tercer hijo, el príncipe Louis. Hasta entonces, los duques de Cambridge habían sido una familia modélica y uno de los gran estandartes para Palacio y las supuestas infidelidades vinieron a ensuciar su impecable imagen.

Para otoño vino el polémico documental emitido por ITV titulado 'Harry y Meghan: un viaje africano', donde los duques de Sussex, lejos de hablar solo de su labor institucional, se desahogaban con el periodista Tom Bradby revelando todo tipo de intimidades y, ante todo, denunciando el acoso recibido por los medios. Mientras ella se quejaba de la falta de apoyo de la familia real, él reconocía que la relación con su hermano no atravesaba su mejor momento. Aumentando aún más la tensión, la pareja ha roto ahora con la tradición y, por primera vez, no pasará la Navidad con la reina.

Durante toda su vida, Isabel II ha llevado a rajatabla la máxima de 'nunca dar explicaciones, nunca quejarse'. Pero está visto que Palacio atraviesa tiempos turbulentos. Y la entrevista del príncipe Andrés es la mejor prueba de ello.

El príncipe Andrés. (Reuters)

“¿En qué momento le pareció una buena idea alojarse en la casa de un condenado por delitos sexuales?", pregunta la periodista de la BBC, Emily Maitlis. “¿Tuvo sexo con Virginia Giuffre, la mujer que le acusa de ser un abusador sexual?”. “¿Recibió un masaje en los pies de una joven rusa en la mansión de Epstein?”. Brutal, rocambolesco, anodino, bochornoso. Nunca antes se había visto algo igual: un miembro de la familia real británica dando explicaciones sobre su amistad con un poderoso proxeneta y respondiendo a las acusaciones sobre unas supuestas relaciones sexuales mantenidas con una joven de 17 años.

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