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La infanta Cristina recupera a su familia, sus amigos, su marido... pero seguirá en Ginebra
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La infanta Cristina recupera a su familia, sus amigos, su marido... pero seguirá en Ginebra

La hermana del Rey no se plantea volver a residir en España de momento. Ha llevado con estoicismo la ausencia de Iñaki Urdangarin, haciendo de padre y madre

Foto: La infanta Cristina, en una imagen tomada en Madrid a finales de verano. (CP)
La infanta Cristina, en una imagen tomada en Madrid a finales de verano. (CP)

A la infanta Cristina se le puede acusar de muchas cosas, pero no de falta de estoicismo ante la adversidad. Desde que el pasado 18 de junio de 2018 su marido ingresara en la cárcel de Brieva, la hija del rey Juan Carlos solo ha pretendido una cosa: seguir con su vida de la forma más discreta posible. Hay un dicho popular que le va al pelo a la hermana del Rey: no hay mal que cien años dure ni cuerpo que lo resista. Parece que hoy, cuando su marido cumple un cuarto de condena y empieza a vislumbrar su semilibertad, la travesía que empezó oficialmente en 2011, cuando Urdangarin fue apartado de la dinámica de la Casa Real por su comportamiento "no ejemplar", va llegando a puerto.

La situación profesional de la Infanta no ha variado en los últimos dos años ni lo hará. Sigue manteniendo sus mismas responsabilidades como directora del Área Internacional de la Fundación La Caixa. Reside en Ginebra y viaja con frecuencia a Barcelona para reunirse con sus colaboradores y asistir a las reuniones necesarias para el seguimiento de los mismos. Por lo general, se desplaza a Barcelona una o dos veces al mes. También son cada vez más habituales sus viajes a Madrid. La hija del Rey no se plantea volver a residir en España, como confirman sus amistades, ni siquiera para estar más cerca de su marido ante un previsible tercer grado penitenciario.

Fuera del ámbito español, donde su nombre está asociado inevitablemente al asunto Nóos, la Infanta es un referente en el mundo de la cooperación. Cristina de Borbón ha luchado especialmente contra la mortalidad infantil desde su compromiso con Gavi Alliance en 2005, una asociación que promueve la vacunación de los niños en países desfavorecidos. Es un proyecto al que le tiene especial querencia y por el que es capaz de romper su habitual alergia a dejarse fotografiar en su día a día, como ocurrió el pasado mes de marzo, en el Global Health Campus. "Estamos muy agradecidos por su fuerte y duradero compromiso con Gavi y con la salud de los niños", la piropeó el CEO de la asociación (a ella y a La Caixa).

Desde aquel acuerdo que lideró la Infanta y en el que ahora están involucrados también el matrimonio formado por Bill y Melinda Gates, han sido vacunados más de 5 millones de niños de zonas especialmente vulnerables de África y Latinoamérica.

placeholder La infanta Cristina, en un partido de balonmano de su hijo Pablo. (CP)
La infanta Cristina, en un partido de balonmano de su hijo Pablo. (CP)

En Ginebra colabora también con la Fundación Aga Khan. Se trata de un gigante filantrópico que extiende sus tentáculos por casi cualquier campo, de la educación a la arquitectura, la agricultura, la salud o el desarrollo industrial. Aunque la entidad que preside el Aga Khan ha sido tradicionalmente muy reacia a explicar las labores concretas de la Infanta dentro de su organigrama, Vanitatis ha podido confirmar que doña Cristina está centrada en el Aga Khan Trust and Culture, coordinando la colaboración entre las pequeñas entidades que integran la gran red del Aga Khan.

Eso, en el plano profesional, el lugar donde se ha desarrollado más allá de su pertenencia a la familia del Rey. En el plano íntimo, las cosas también pintan mejor que en los últimos tiempos para ella. Cristina de Borbón ha recuperado a su familia públicamente, como se demostró en el cumpleaños de la reina Sofía o en la visita de los Reyes padres para ver a Pablo Urdangarin jugar al balonmano en Hannover el año pasado. También pasó con ellos la Nochebuena de 2018 y estuvo con sus hijos visitando al rey Juan Carlos tras su operación cardiaca de finales de verano. Su vuelta a la agenda institucional no entra dentro de los planes de la Casa del Rey.

La Infanta está llevando con estoicismo la ausencia de su marido del hogar familiar. La hermana del Rey ha intentado suplir el papel de padre y madre. En septiembre se la vio en Nantes, la ciudad donde se ha instalado su hijo Pablo este año para jugar con el filial del HBC Nantes. También se la vio en Madrid en octubre, acudiendo a dar el último adiós a Germán López Madrid, a cuya familia está muy unida (su viuda, María José Gómez Rodulfo, es buena amiga de Cristina y en los malos momentos le ha brindado su apoyo). Y en la boda de Jaime Urquijo Zobel de Ayala y Alexandra Suárez.

placeholder Las infantas Elena y Cristina, en el funeral de Germán López Madrid hace un par de meses. (Lagencia Grosby)
Las infantas Elena y Cristina, en el funeral de Germán López Madrid hace un par de meses. (Lagencia Grosby)

Por momentos, parecía que la infanta Cristina podía multiplicarse. Porque además, aunque no hay constancia pública, se sabe que suele visitar a Iñaki Urdangarin en prisión al menos una vez al mes, y que sigue cultivando la relación con la familia de su marido, con quienes pasó parte de las vacaciones de verano en Estados Unidos. Una hiperactividad que quizá ahora, con su marido a la espera de unos primeros compases de libertad, pueda dar paso a una etapa más relajada en la que hacer borrón y cuenta nueva.

A la infanta Cristina se le puede acusar de muchas cosas, pero no de falta de estoicismo ante la adversidad. Desde que el pasado 18 de junio de 2018 su marido ingresara en la cárcel de Brieva, la hija del rey Juan Carlos solo ha pretendido una cosa: seguir con su vida de la forma más discreta posible. Hay un dicho popular que le va al pelo a la hermana del Rey: no hay mal que cien años dure ni cuerpo que lo resista. Parece que hoy, cuando su marido cumple un cuarto de condena y empieza a vislumbrar su semilibertad, la travesía que empezó oficialmente en 2011, cuando Urdangarin fue apartado de la dinámica de la Casa Real por su comportamiento "no ejemplar", va llegando a puerto.

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