Pilar, la infanta española que ni quiso ni pudo ser reina de Bélgica
La primogénita de los Condes de Barcelona viajó en 1957 a Lausana para conocer al rey Balduino de los belgas, acompañada por Fabiola de Mora y Aragón
Cuando la infanta Pilar de Borbón y Borbón, primogénita de los Condes de Barcelona y hermana del rey emérito don Juan Carlos I, visitó Bruselas en 1958 —con motivo de la solemne inauguración de la Exposición Universal—, tanto sus padres como su abuela la reina Victoria Eugenia ya habían perdido toda esperanza acerca de un posible matrimonio entre la infanta española y el joven rey de los belgas, Balduino de Sajonia Coburgo Gotha.
Es verdad que el propio don Juan de Borbón había manifestado su interés por esa posible boda, seguramente animado por su madre, que siempre tuvo fama de oportuna casamentera. Pero no es menos cierto que fue él mismo, don Juan, quien confesó años después la inviabilidad de aquella unión, aunque achacó tal fallido intento a la tajante oposición de la madrastra del rey Balduino, la princesa de Rhéty, segunda esposa de Leopoldo III.
Entre las más ‘adecuadas'
El joven Balduino de Bélgica, que había accedido al trono escasas semanas después de cumplir los 21 años (1951), recibió durante la década de los 50 no pocas ‘sugerencias’ sobre las más ‘adecuadas’ candidatas a un posible matrimonio por parte de otras tantas familias de la aristocracia europea.
Entre ellas, efectivamente, se encontraba Pilar de Borbón y Borbón, que había cumplido los 18 años en julio de 1954, pocas fechas antes de embarcarse junto con sus padres y su hermano Juanito en el crucero Agamenón (agosto), promovido por la reina Federica de Grecia.
Ni el famoso crucero, que se conoció como el de las ‘testas coronadas’, aportó algo importante a la vida de la joven infanta española, ni posteriormente el hecho de figurar entre las candidatas a una posible boda con el rey de los belgas.
Un viaje a Lausana con la discreta Fabiola
La infanta Pilar, que había nacido en Cannes pocos días después del alzamiento militar en España (el 30 de julio de 1936), residía en los años cincuenta con su familia en el exilio de Estoril, donde se ocupaba muy personalmente de los cuidados que necesitaba su hermana Margarita (1939) y de su hermano más pequeño, Alfonso (1941-1956), hasta que éste fue internado también en España.
En 1957, tres años después de su puesta de largo, las habilidades de la reina Victoria Eugenia hicieron posible la celebración de una cita discreta en su residencia de Lausana (Villa Fontana) entre su nieta la infanta Pilar y el rey de los belgas. Fue a esa cita a la que, por iniciativa de la viuda de Alfonso XIII, también acudió su ahijada Fabiola de Mora y Aragón, a la que encomendó el papel de acompañante de la infanta.
No parece que la cuidada elección de Fabiola para tal misión respondiera tanto a su moderado atractivo físico, tal y como se ha afirmado, como a cuestiones de confianza y a su carácter formal y discreto. La aristócrata madrileña contaba ya con 29 años, era de confianza y muy discreta.
Incompatibilidad de caracteres
Sin embargo, ya se sabe lo que sucedió. La infanta Pilar se encontró con un rey joven excesivamente formal, muy discreto y bastante retraído. Es decir, en términos coloquiales, ¡un aburrido! Y Balduino descubrió a una joven de carácter fuerte (es la que más se parecía a su padre, don Juan), demasiado segura de sí misma, muy campechana (muy borbona, si se permite la expresión) y escasamente preocupada de su porte exterior.
Ni una ni otro descubrieron el encanto de un proyecto de vida en común. Por el contrario, la supuesta neutralidad de la acompañante, tan discreta y formal como humilde, sí despertó la curiosidad de Balduino. Y lo cierto es que el joven rey utilizaría en adelante todos los recursos a su alcance (no pocos, por cierto) para conquistar a Fabiola de Mora y Aragón, a la que tuvo que convencer con extraordinaria perseverancia para que accediera a corresponderle con promesa de fidelidad.
La infanta mantuvo su propio criterio
Aunque la familia real española en el exilio siguió oteando el horizonte de los ‘posibles’ con sangre azul para compartir su vida con la infanta Pilar, lo que sucedió en realidad fue que ella mantuvo su propio criterio, tal y como se lo había anunciado a sus padres.
Y de hecho, no se comprometió en matrimonio hasta conocer a Luis Gómez-Acebo, con quien se casó a primeros de mayo de 1967, una década después de aquel discreto episodio de Lausana, en el que habían fracasado curiosamente las casi siempre exitosas maniobras casamenteras de la reina madre.
Fermín J. Urbiola
Periodista y escritor
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Cuando la infanta Pilar de Borbón y Borbón, primogénita de los Condes de Barcelona y hermana del rey emérito don Juan Carlos I, visitó Bruselas en 1958 —con motivo de la solemne inauguración de la Exposición Universal—, tanto sus padres como su abuela la reina Victoria Eugenia ya habían perdido toda esperanza acerca de un posible matrimonio entre la infanta española y el joven rey de los belgas, Balduino de Sajonia Coburgo Gotha.