No me llames Diana: el alias que Lady Di usó en las citas con su amante, James Hewitt
Se convirtió en su profesor de equitación en 1986 y pronto comenzó a surgir una gran atracción física entre ellos
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James Hewitt pasará a la historia (la de Lady Di, se entiende) como el gran traidor de la princesa. En una vida (la de ella) cargada de intrigas, tormentos, desórdenes alimentarios, desplantes y relaciones a tres bandas, James jugó en su momento un papel redentor para Diana, pero a la postre se convirtió en un Judas de su recuerdo cuando en 2015 intentó vender las cartas de amor que se intercambiaron con frases como “Te has marchado y todo resulta tan vacío...”, escrita por ella.
Antes de eso, veinte años antes, el profesor de equitación ya le había hecho un feo al publicar un libro 'Princesa enamorada', donde contaba su historia de amor con la princesa. Simon Perry, corresponsal en Reino Unido de la revista 'People', diría después en un documental que Diana se sintió traicionada por su publicación de dicho libro. “Sí, le amaba, estaba enamorada de él… pero ahora estoy decepcionada”, confesó Lady Di.
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Su amor se había quebrado, pero durante cuatro años, el oficial de caballería del Ejército británico fue no solo su profesor de equitación, sino su mejor apoyo en los duros momentos por los que su matrimonio con el príncipe Carlos estaba pasando, Camilla Parker mediante. Hewitt fue su amante secreto hasta 1990 y el propio Andrew Morton llegó a asegurar que “James Hewitt fue muy importante para ella, de no casarse con el príncipe Carlos tal vez hubiese sido su esposo. Ella y Carlos pasaban tanto tiempo separados que Hewitt estaba ahí con sus hijos y ellos le tomaron cariño”. Finalmente fue transferido a Alemania, y ese fue el final.
De Hewitt se llegó a decir incluso que podría ser el padre del príncipe Harry, basándose en el parecido físico del duque de Sussex y el jinete. “Es cierto que el pelo rojo es similar al mío y la gente dice que nos parecemos. Nunca alenté estas comparaciones y, aunque estuve con Diana por mucho tiempo, debo decir de una vez por todas que no soy el padre de Harry. Cuando conocí a Diana, él ya era un niño pequeño", explicó en una entrevista en año 2002 a 'Sunday Mirror'.
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Yo no soy yo
Ken Wharfe no es escritor, pero su libro 'Diana: un secreto muy bien guardado' fue tremendamente revelador porque daba a conocer muchos asuntos íntimos en la vida de la princesa. No en vano Ken fue uno de los encargados de su seguridad durante años. Entre otras cosas, ha revelado cómo y dónde se producían los encuentros entre Lady Di y su amante.
Según lo relatado por Ken, la pareja se reunía para sus encuentros íntimos en una propiedad que la propia madre del jinete tenía en Devon. Allí, la pareja se sentía libre para inventarse una vida lejos de los focos, y en el caso de Diana, de su matrimonio y las ataduras a su vida como princesa. Allí preparaban comida italiana, allí jugaban a las cartas, allí paseaban junto al mar. Allí podían ser otras personas. Allí podían llamarse de otra manera. Allí podían fingir ser quienes no eran. Podían, por ejemplo, ser Julia, que, según Wharfe, era el nombre que usaba la princesa para inventarse esa otra mujer que disfrutaba siendo, aunque solo fuera por unas horas. Una mujer sin ataduras, sin marido, sin familia. Sin pasado ni futuro. Solo con presente. El aquí y el ahora. No de Diana, sino de Julia.
James Hewitt pasará a la historia (la de Lady Di, se entiende) como el gran traidor de la princesa. En una vida (la de ella) cargada de intrigas, tormentos, desórdenes alimentarios, desplantes y relaciones a tres bandas, James jugó en su momento un papel redentor para Diana, pero a la postre se convirtió en un Judas de su recuerdo cuando en 2015 intentó vender las cartas de amor que se intercambiaron con frases como “Te has marchado y todo resulta tan vacío...”, escrita por ella.