Junto al príncipe Alberto (e igual de seria que siempre): la reaparición de Charlène

Hace unos días, la princesa Charlène de Mónaco compartía unas fotografías de sus hijos cuidando el jardín de Roc Agel, la finca familiar de los Grimaldi donde los tres están confinados desde el 14 de marzo, cuando celebraron el cumpleaños del príncipe Alberto. Solo unos días después de la fiesta familiar, conocíamos el positivo en coronavirus del cabeza de familia, que tenía que quedarse en cuarentena en el Palacio Grimaldi, desde donde ha llevado los asuntos del Estado todo este tiempo. Pero una vez recuperado, Alberto corrió al lado de sus hijos y su mujer, con la que ha protagonizado una imagen casi insólita.

Y es que la sudafricana ha querido utilizar su Instagram para felicitar la Pascua a sus seguidores, reapareciendo así tras más de dos meses, ya que la última ocasión en la que pudimos verla fue con motivo de Santa Devota, una de las celebraciones más importantes del principado. Lo ha hecho con un vídeo para el que ha contado con una compañía muy especial, la de su marido y sus dos chihuahuas, que se convierten en los otros protagonistas de este vídeo en pareja, en el que Charlène y Alberto aparecen completamente conjuntados, con una camisa del mismo tono azul.

Es el príncipe quien lleva la voz cantante en la grabación, realizada desde el mismo lugar donde se tomaron hace unos días las fotos de Jacques y Gabriella convertidos en pequeños jardineros: "En estos tiempos duros y difíciles, simplemente queríamos desearles a todos, en nombre de nuestra familia y de nosotros mismos, ¡una Pascua muy feliz!". Un mensaje que Alberto ofrece primero en francés y después en inglés, y al que Charlène se une justo a tiempo para desear una feliz Pascua, acompañando a su marido en las últimas palabras del breve discurso.

Un día soleado, una finca de descanso y un respiro de sus obligaciones institucionales. Cualquiera pensaría que es una situación idónea para que la sudafricana muestre una cara un poco más alegre y relajada que la que habitualmente ofrece en sus apariciones públicas. Pues al contrario. A nadie le ha pasado inadvertido que el rictus de la princesa Charlène es el mismo al que estamos acostumbrados, serio, tenso y hasta triste. Un gesto que le ha servido para ganarse numerosas críticas por no dar en público la imagen que se espera de la esposa de un jefe de Estado.