Los secretos de la histórica foto de la reina Margarita con Federico y Christian

Esta semana iba a tener lugar una de las grandes citas del año, el 80 cumpleaños de la reina Margarita de Dinamarca. Una cifra redonda que se iba a celebrar por todo lo alto, con una cena este mismo miércoles a la que iban a asistir representantes de todas las casas reales europeas y que hubiera podido ser el reencuentro de la reina Letizia y su prima política, Marie-Chantal Miller, después de la polémica protagonizada por ambas. Pero la situación provocada por el coronavirus ha hecho que la monarca danesa se viera obligada a cancelar todas las celebraciones, por lo que, al menos de momento, nos quedamos sin el despliegue de tiaras, joyas y vestidos de gala que esperábamos.

Eso sí, el coronavirus no ha impedido que tengamos retratos nuevos de la reina Margarita, que además, en esta ocasión, son muy especiales e históricos, ya que reúnen por primera vez en una imagen de estas características a la propia monarca junto a su hijo mayor, Federico, y su nieto, Christian, es decir, el heredero y el futuro heredero. Tres generaciones unidas en varias imágenes, realizadas por Per Morten Abrahamsen, un conocido fotógrafo danés, especializado en retratos y que ha expuesto en prestigiosos lugares, como el Museo Nacional de Fotografía de Copenhague o el museo AROS, en Aarhus. Están tomadas hace varias semanas en Amalienborg, el recinto donde se encuentra tanto la residencia oficial de la monarca como la de los príncipes Federico y Mary. Por tanto, fueron realizadas mucho antes de que el Covid-19 hiciera acto de presencia en el país, ya que la reina se trasladó entonces a Fredensborg para pasar el confinamiento.

Aunque el príncipe Christian debuta en los retratos oficiales, es la reina Margarita la que tiene el gran protagonismo. Federico y su hijo la flanquean en todas las imágenes, o incluso aparecen unos centímetros retrasados para que el primer plano sea completamente suyo. Los tres posan en diferentes rincones del castillo de Christian IX, también llamado palacio de Schack, residencia habitual de la reina en los meses de invierno y que es uno de los palacetes que forman el complejo de Amalienborg. Tanto el heredero como su hijo visten traje y corbata, en una imagen poco usual en el joven príncipe. Y ambos conjuntan a la perfección con el atuendo escogido por Margarita para esta imagen histórica.

A pesar de que es amante de los estampados y de que la discreción a la hora de vestir no es una de sus máximas, en esta ocasión la monarca ha elegido un sencillo vestido de color morado, por debajo de la rodilla y con pliegues tanto en el bajo como en la parte del pecho. Llaman la atención tanto sus labios como su manicura, en color rojo, además de sus pendientes. Pero si hay algo que sobresale por encima del resto, es el broche de diamantes en forma de flor que aparece prendido en la parte derecha del pecho. Una pieza con mucha historia detrás y que sin duda es una de sus favoritas. Tanto que la llevó el mismo día de su boda, prendido a la altura de la cintura, bien visible. El broche pertenecía a su madre, la reina Ingrid, que también lo lució para su enlace, después de que su padre, Gustavo Adolfo de Suecia -abuelo del rey Carlos Gustavo-, se lo regalara con motivo de su compromiso.