Bucklebury Manor: así es la histórica casa de la familia de Kate Middleton

El hermano de Kate Middleton sorprendía este lunes afeitándose la barba en sus redes sociales tras siete años luciéndola. Quería ver la reacción de su prometida, Alizee Thevenet, con la que está pasando la cuarentena en Bucklebury Manor, la casa de los Middleton. Nos regalaban entonces una imagen familiar, con Carole y Michael en el jardín de la casa como testigos de la sorpresa. Es uno más de los muchos momentos especiales que ha vivido la familia en este hogar y que, por la situación creada por el coronavirus, se va a privar de ser el escenario del más esperado del año, la ansiada boda de James y Alizee, ya que era uno de los lugares que se apuntaban para la celebración, prevista para este mes de mayo y suspendida por las circunstancias.

Bucklebury Manor fue también el enclave donde Pippa y James Mathews celebraron la fiesta posterior a su enlace, o donde Kate y el príncipe Guillermo decidieron pasar las primeras semanas de vida de su hijo George. Fue también el escenario de los primeros retratos oficiales de los duques de Cambridge con el niño, a los pocos días de nacer, en unas imágenes que realizaba el propio Michael Middleton, rompiendo así la tradición real de que fuera un fotógrafo profesional y habitualmente de renombre el que las hiciera. Querían que las fotos reflejaran la intimidad familiar en un lugar que significa mucho para ellos.

Pero esta casa no está llena solo de historias de los Middleton, ya que se trata de un edificio con solera que Carole y Michael adquirieron en 2012, tras un buen lavado de cara. Es una mansión de estilo georgiana y que incluso está desde 1983 en la lista de edificios catalogados como Grado II del Reino Unido, que son aquellos que tienen interés especial. Por tanto, como construcción incluida en esta lista, no puede ser demolida, extendida o alterada sin un permiso especial de la autoridad de planificación local.

Así que damos por hecho que el matrimonio Middleton cumplió con todos los trámites burócráticos antes de reformar esta casa señorial para dejarla a su gusto, con siete habitaciones repartidas en dos plantas, una inmensa biblioteca con una chimenea de sillería que destacan todos los documentos que hacen referencia a la propiedad y con piscina y pista de tenis -una de las grandes aficiones familiares- en su terreno de 18 acres. La marca de la casa es el ladrillo rojo visto de la fachada y el tejado de pizarra a dos aguas, tan característico de las poblaciones rurales británicas.

Pero, además de estas cualidades, los Middleton pueden presumir de habitar una casa con mucha historia. El terreno perteneció durante siglos a la familia Winchcombe, que vio cómo en 1830 se incendiaba la residencia principal del recinto, quedando solo en pie las dependencias de los sirvientes. Unos años después, se volvió a construir una casa, mucho más pequeña que la que había y en el lugar más elevado del terreno, a la que llamaron La Cabaña. La familia Winchcombe dejó de ser su propietaria en 1957, momento en el que pasó a llamarse Bucklebury Manor, el nombre con el que se conoce hoy al hogar de la familia de la duquesa de Cambridge.