Ni herencia ni apellido (de momento): la hija ilegítima del rey Alberto tendrá que esperar

A finales de enero, el rey Alberto de Bélgica reconocía públicamente la paternidad de Delphine Boël, después de muchos años de litigios judiciales y de que las pruebas de ADN, que le obligaron los tribunales meses antes a realizarse, arrojaran un resultado definitivo: Delphine era fruto de una relación extramatrimonial que había tenido el monarca décadas antes de convertirse en rey. Pero el proceso judicial aún no ha acabado. Aunque hubiera podido darse por zanjado este jueves, se ha tenido que aplazar hasta el 10 de septiembre a causa del coronavirus.

Lo cierto es que esta cita en los tribunales ya tiene un resultado más que esperado. Al haber pruebas de ADN y una admisión pública del rey Alberto, se da por hecho que la justicia dará la razón a Delphine Boël. La audiencia serviría para recabar la documentación que pudiera haber nueva y, en caso de que lo considerase, que el antiguo monarca apelase. Pero esta es una posibilidad muy remota dados los antecedentes, y lo más normal es que se cierre el proceso en el mismo momento, con el anuncio del fallo del tribunal 30 días después.

No solo el rey Alberto tendrá que esperar otros tres meses para dar carpetazo, al menos judicial, a este asunto. También a Delphine le va a perjudicar en cierta forma el retraso de esta vista, ya que hasta que no haya una sentencia firme, no podrá utilizar el apellido de la familia real, Sajonia-Coburgo-Gotha, al que tiene derecho cuando sea anunciada la sentencia.

A partir de entonces, también tendría acceso a la herencia, que sería un cuarto -uno correspondiente a cada hijo- de las tres cuartas partes obligatorias para los descendientes. En caso de que el rey Alberto quisiera, también podría añadirle algo de lo que corresponde a la parte de libre disposición. Una posibilidad que nos cuesta bastante creer, especialmente teniendo en cuenta los cambios que realizó en su contrato matrimonial con la reina Paola en previsión de un futuro reparto de sus bienes.

Lo que también está claro es que, aunque Delphine adopte el apellido paterno que le corresponde por ley, no tendrá derecho ni al título de princesa ni al tratamiento de Alteza Real, ni mucho menos a un puesto en la línea de sucesión al trono. Estos derechos solo corresponden a los hijos y descendientes del rey y la reina, y en el caso de Delphine, al ser fruto de una relación extramatrimonial, no puede optar a ninguno de ellos.