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La muerte trágica de la bella Astrid de Bélgica, la primera "reina de corazones"
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La muerte trágica de la bella Astrid de Bélgica, la primera "reina de corazones"

Hoy se cumplen 85 años del fatal accidente de tráfico en el que pereció la bellísima madre de Balduino de Bélgica a los 30 años. Una muerte que conmocionó a Europa

Foto: El rey Leopoldo III con la reina Astrid y sus tres hijos. (Getty)
El rey Leopoldo III con la reina Astrid y sus tres hijos. (Getty)

Cuando falleció, no había cumplido los 30 años y tenía tres hijos pequeños, una belleza legendaria de ojos transparentes y una personalidad que la acercaba al pueblo más que ninguna otra royal de la época. Su muerte, de la que hoy se cumplen 85 años, conmocionó a Europa. En los funerales, su marido el rey Leopoldo no quiso subir a la carroza y siguió a pie, herido y en solitario, el féretro de Astrid hasta la cripta real en Laeken, donde se encuentra enterrada. La tragedia cambió para siempre a la familia real belga.

La dulce princesa Astrid, nieta del rey Oscar II de Suecia y de Federico VIII de Dinamarca, nació en la corte sueca en 1905. Era la tercera hija de los príncipes Carlos e Ingeborg de Suecia, que no ocupaban un lugar muy prominente en la línea de sucesión al trono sueco. Debido a eso, su educación fue más burguesa y menos estricta, aprendió a cuidar niños, a cocinar, pudo estudiar algo de puericultura, hacía deporte con asiduidad y le encantaba leer. Su belleza fue siempre motivo de comentarios, y muy pronto la situó como uno de los grandes partidos para las otras monarquías europeas.

En septiembre de 1926, los reyes de Bélgica convocaron a la prensa al Palacio Real de Bruselas para anunciarles "el inminente matrimonio entre el príncipe Leopoldo, duque de Brabante [y heredero], y la princesa Astrid de Suecia". "Estamos convencidos de que la princesa traerá alegría y felicidad a nuestro hijo. Leopoldo y Astrid han decidido unir sus vidas sin ningún tipo de presión o razón de estado. La suya es una verdadera unión entre dos personas con mismos gustos", explicó Alberto I de Bélgica. La reina Isabel añadió: "Es un matrimonio por amor... decídselo a nuestro pueblo. No hay nada arreglado. Ni una sola consideración política prevaleció en la elección de nuestro hijo".

placeholder Una cruz en el pueblo suizo de Küsnacht conmemora la muerte de la reina Astrid. En la imagen, el rey Felipe y su hijo. (CP)
Una cruz en el pueblo suizo de Küsnacht conmemora la muerte de la reina Astrid. En la imagen, el rey Felipe y su hijo. (CP)

La pareja se había conocido ese mismo año, durante un baile en el palacio de Amalienborg, residencia de la familia real danesa en Copenhague. Tras la solemne boda, la princesa Astrid se ganó pronto el sobrenombre de la "reina de corazones". Su educación informal ayudó a que el pueblo rápidamente la viera como una mujer llana, a la que no era difícil encontrarse con sus tres hijos (Josefina Carlota, Balduino y Alberto) de paseo por la calle o comprando en los mercados de Bruselas.

La revista 'Historia y vida' recuerda también en un extenso artículo el papel de Astrid durante el crack del 29. "Decidida a ser mucho más que una figura decorativa, Astrid impulsó políticas sociales. Se implicó en la creación de guarderías para hijos de madres trabajadoras y en organizaciones de prevención de enfermedades como la tuberculosis y el cáncer. Al poco de subir al trono, lanzó una campaña, conocida como “l’appel de la Reine” (“la llamada de la Reina”), en la que solicitaba la colaboración de todos aquellos que tenían trabajo y bienes para recolectar fondos y objetos de primera necesidad. [...] La iniciativa, que tal vez hoy podría parecer ingenua, resultó muy eficaz y contó con la respuesta de la ciudadanía".

placeholder Harald y Sonia de Noruega miran las portadas del día de la muerte de Astrid. (CP)
Harald y Sonia de Noruega miran las portadas del día de la muerte de Astrid. (CP)

En febrero de 1934 Leopoldo y Astrid se convirtieron en reyes de Bélgica tras un trágico accidente de alpinismo de Alberto I. Al verano siguiente, se marcharon para pasar unos días de descanso en su residencia del lago Lucerna, en Suiza. Aquel 29 de agosto hacía bueno y decidieron desplazarse hacia la cercana estación estival de Küsnacht. Conducía el rey Leopoldo, Astrid iba de copiloto y el chófer en el asiento de atrás. El soberano apartó un momento la vista de la carretera para responder a una duda de su esposa sobre el mapa que llevaba entre las piernas. Perdió el control, Astrid salió despedida y murió poco después en brazos del rey Leopoldo.

Dicen que más de dos millones de personas desfilaron delante de su cadáver. Según un reportaje publicado por 'Vanity Fair', "el rey, en estado de shock, apenas dejó que los médicos la examinaran y no tuvo el valor de comunicar a sus pequeños hijos la muerte de su madre". "Bélgica llora hoy a una Reina cuya juventud, gracia y bondad, supieron conquistar al pueblo", anunció el Gobierno. "El país se encuentra en la más grande consternación, compartiendo con su Rey, y con toda la familia real, el gran pesar que no es sólo de los Reyes, sino de toda la nación".

placeholder La reina Astrid de Bélgica. (Getty)
La reina Astrid de Bélgica. (Getty)

La tragedia cambió a Leopoldo III y a los hijos de la reina Astrid, que crecieron en la tristeza. El pueblo no perdonó nunca a su rey cuando, seis años después de morir la bellísima soberana, Leopoldo III se volvió a casar con otra dama, Lilian Baels, una joven de 24 años hija de un político conservador valón. Se lee en 'Historia y vida': "No sirvió de nada que privara a su nueva esposa del título de reina y la limitara a titularse princesa de Rhéty. Tampoco que los hijos que naciesen de ese matrimonio (serían tres) quedaran excluidos de la línea sucesoria. Pese a los seis años transcurridos desde la muerte de Astrid, Bélgica no había olvidado a su mito".

Cuando falleció, no había cumplido los 30 años y tenía tres hijos pequeños, una belleza legendaria de ojos transparentes y una personalidad que la acercaba al pueblo más que ninguna otra royal de la época. Su muerte, de la que hoy se cumplen 85 años, conmocionó a Europa. En los funerales, su marido el rey Leopoldo no quiso subir a la carroza y siguió a pie, herido y en solitario, el féretro de Astrid hasta la cripta real en Laeken, donde se encuentra enterrada. La tragedia cambió para siempre a la familia real belga.

Rey Felipe de Bélgica