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Eclipsado por Diana y barrido por los Middleton: así se forjaron los celos de Carlos
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THE CROWN

Eclipsado por Diana y barrido por los Middleton: así se forjaron los celos de Carlos

La serie 'The Crown' (Netflix) nos vuelve a recordar que el eterno aspirante al trono quiso ser amado y respetado por un pueblo que prefirió primero a su esposa y después a su hijo

Foto:  Carlos de Inglaterra, en una imagen de archivo. (Getty)
Carlos de Inglaterra, en una imagen de archivo. (Getty)

La historia del príncipe Carlos resume de manera perfecta esa frase que dice 'Lo que pudo haber sido y no fue'. Llamado a ser el monarca de uno de los imperios más importantes y poderosos del mundo, la longevidad de su madre y 'una serie de catastróficas desdichas' (infidelidades y támpax incluidos) han ido retrasando su ascenso al trono 'in aeternum'. Sin embargo, hubo un tiempo en el que todo era posible, una época en la que Carlos se presentaba como el candidato perfecto para suceder a su madre y llevar el imperio británico a una nueva época. Su gozo en un pozo (de nuevo, el refranero al rescate).

Foto: Lady Fermoy, abuela de Diana, en 'The Crown'. (Netflix)

En 1981, el mundo asistía al enlace entre un apuesto (la juventud tiene esas cosas) heredero y una discretísima veinteañera, tímida en modo superlativo, que escondía sus preciosos ojos tras un frondoso flequillo rubio. Los 80 y sus volúmenes capilares permitían esas maniobras...

En su momento, la elección de Diana como la princesa perfecta debió de parecerle a Carlos una gran idea: joven, guapa, sencilla, discreta… La esposa perfecta para que el futuro rey pudiera lucir con más brillo y donosura, además de seguir haciendo una vida en paralelo de la que tardaríamos un tiempo en enterarnos. Pero Carlos no podía estar más equivocado: el patito lindo se convirtió en un cisne fastuoso, que muy pronto empezaría a hacerle sombra. El tiempo y la historia colocaría a cada cual en su sitio: ella como una cuasi santa y él como el rey que nunca reinó.

placeholder Diana y Carlos, en un viaje a Australia en 1983. (Getty)
Diana y Carlos, en un viaje a Australia en 1983. (Getty)

Y en todo ese cambio de roles ('quítate tú pa ponerme yo'), hay un momento en el que Carlos se da cuenta de que su mujer ha logrado lo que él nunca conseguiría: el amor del pueblo, la atención de la prensa, el cariño de los británicos y su coronación como 'princesa del pueblo'. Hay un día en la vida del eterno heredero en el que debe interiorizar que, a ojos de los demás, su mujer es 'mejor' que él y que su sombra jamás le permitirá deslumbrar. Aunque él hubiera sido Salieri, ella siempre sería Mozart.

Evidentemente, han venido a ver a mi esposa, no a verme a mí

Ese día tiene una fecha en el calendario: en octubre de 1981, los príncipes realizan su primera visita oficial a Gales. La multitud les recibe entre aplausos y vítores. Lady Elizabeth Anson, en una entrevista realizada para la revista 'People', recordaba ese pasaje: “[Diana] se metamorfoseó en una belleza rubia muy elegante. Hicieron una visita a Gales y el príncipe Carlos se percató en ese momento de lo que pasaba: han venido a ver a mi esposa, no a verme a mí”. Y en ese momento, como en la gran saga galáctica, Carlos pasó al lado oscuro y se convirtió en un personaje celoso y receloso, primero de la fama de su esposa y con el tiempo de la popularidad de su hijo.

placeholder La princesa Diana, en la visita a Gales en 1981. (Getty)
La princesa Diana, en la visita a Gales en 1981. (Getty)

En la biografía no autorizada 'Rebel Prince: The Power, Passion and Defiance of Prince Charles' ('Príncipe rebelde: el poder, la pasión y el desafío del príncipe Carlos'), Tom Bower se explaya sobre el asunto, afirmando que Carlos se sintió 'usurpado' por los Middleton y 'apartado' de sus nietos, cuando su hijo Guillermo y su esposa, Kate, decidieron pasar la Navidad con los padres de ella, en lugar de hacerlo con la familia real. Además, los nuevos duques de Cambridge establecieron su base de operaciones muy lejos de Highgrove (la residencia de Charles) y Norfolk, donde pudieron preservar su privacidad. “Carlos vio a Kate y Guillermo como las nuevas estrellas y percibió el problema que eso podría ser para él”. Es lo que le contó a Bower Robert Higdon, el director ejecutivo de la Prince of Wales Foundation en Estados Unidos.

El rey que nunca reinará

En marzo de este año, Paul Burrell, el mayordomo de la princesa Diana que pasó muchos años al servicio de la Casa Real británica, explicaba en una entrevista para 'Now to Love' que Carlos jamás sería rey. Su teoría para llegar a esta conclusión se basaba, principalmente, en que las ruedas del relevo generacional ya están en marcha y que la monarquía inglesa está preparada para una gran sacudida. “Nunca veremos al rey Carlos y la reina Camilla sentados en el trono. Cuando la reina muera, que tendrá como 100 años, Carlos hará lo correcto y dirá: 'Soy demasiado viejo para tanta responsabilidad'. Además, ¿el mundo de la Commonwealth no preferiría un rey y una reina más jóvenes, como el apuesto Guillermo y la bella Kate?”.

La historia del príncipe Carlos resume de manera perfecta esa frase que dice 'Lo que pudo haber sido y no fue'. Llamado a ser el monarca de uno de los imperios más importantes y poderosos del mundo, la longevidad de su madre y 'una serie de catastróficas desdichas' (infidelidades y támpax incluidos) han ido retrasando su ascenso al trono 'in aeternum'. Sin embargo, hubo un tiempo en el que todo era posible, una época en la que Carlos se presentaba como el candidato perfecto para suceder a su madre y llevar el imperio británico a una nueva época. Su gozo en un pozo (de nuevo, el refranero al rescate).

Príncipe Carlos de Inglaterra
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