60 años de la boda de Balduino y Fabiola: la pareja duquesa de Alba-don Juan Carlos
Fue la primera boda televisada en directo, una celebración con 1.300 invitados, entre los que había 40 representantes de casas reales europeas. Balenciaga diseñó el vestido de la novia
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“La muchedumbre espera desde el alba sin temor a las inclemencias del tiempo”. El No-Do relataba el minuto a minuto de la boda de Balduino I de Bélgica y Fabiola de Mora y Aragón como si se tratara de un acontecimiento único. Y lo fue en parte, porque aquella España cerrada en sí misma lograba situarse en el mapa europeo a través de la unión de una aristócrata madrileña con el rey belga. La boda fue el primer enlace real que se retransmitió en directo, TVE conectó para ello con Eurovisión, lo que incrementó la venta de televisores en el país.
Amaneció muy frío aquel jueves en el que se dieron cita en Bruselas 1.300 invitados, entre los que se contaban 40 representantes de casas reales europeas. En el nombre de España, don Juan Carlos acudió con Cayetana de Alba como pareja. Las crónicas de la época recuerdan lo bien avenidos que se mostraron en todo momento y cómo bailaron divertidos hasta las tantas, tal como recuerda el periodista Manuel Román, especializado en los entresijos del franquismo.
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Quien no asistió fue el dictador Francisco Franco, alérgico a los viajes al extranjero. Eso sí, fue a través del regalo que su mujer, Carmen Polo, hizo a la novia como quedó patente su presencia. Fabiola lució una corona con pedrería en el baile de la noche antes de la ceremonia, una joya recibida por parte de la primera dama española y que no volvió a lucir nunca más.
El papel de la infanta Pilar
La pareja siempre tuvo conexión con la familia real española, es más, fue gracias a don Juan y a su madre, la reina Victoria Eugenia, que Fabiola y Balduino se conocieron. Lo relata Fermín J. Urbiola, autor del libro ‘Nacida para reina’, quien recuerda que el padre de don Juan Carlos I organizó junto a su madre una cita ente su hija Pilar y el rey belga, quien accedió al trono con 21 años y pasó una década buscando pareja. Pero la cita no fue como se esperaba porque Pilar era demasiado natural y fuerte (“Demasiado borbona”, dice Urbiola) para un monarca “melancólico”, como lo definía el No-Do en aquellos días.
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Fue la acompañante de doña Pilar, Fabiola de Mora y Aragón, dos años mayor que él, quien llamó la atención del rey por su porte discreto, delicado y su “espíritu piadoso” (No-Do dixit). Tras un largo cortejo en el que Balduino tuvo que convencer a su amada, nacida en el palacio de Zurbano -la elegante mansión madrileña de los marqueses de Casa Riera-, finalmente logró que Fabiola accediera. El romance duró meses y los novios se veían a escondidas, en diversos puntos de Europa como Lourdes, a donde llegaron a ir disfrazados para que nadie les reconociera.
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Lourdes no era un lugar escogido al azar. La pareja era profundamente religiosa, un sentimiento que les acompañó durante toda su vida. Tanto que el rey se acogió a la incapacidad temporal para no firmar la ley que despenalizaba el aborto en su país, en 1990.
Balenciaga y su modelo
La boda de la pareja, adorada en todo el continente, fue bautizada por los medios europeos como la “boda del siglo”. La novia lució un maravilloso vestido diseñado por Cristóbal Balenciaga, quien había sido el modisto de su tía Nené, aristócrata afincada en Guetaria en cuya casa dio sus primeros pasos el diseñador vasco.
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Con seis metros de cola, rematada con piel de visón blanco níveo, la novia deslumbró a todos. Ella se había mostrado reticente al modelo, porque lo veía “demasiado regio”, tal como contaron en la exposición ‘Cristóbal Balenciaga: Moda y Patrimonio’, organizada por el museo dedicado al diseñador. El modisto tuvo que recordarle: “Tenga usted en cuenta que ha de llevarlo una reina”. Para el traje se usaron 24 metros de seda adquiridos en Sederías Jorge Fábegas, de Barcelona, y las pruebas se realizaron en el taller del modisto, visitas que fueron seguidas por la incipiente prensa rosa de aquella época.
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La reina Fabiola donó el vestido en 2003 al Museo Balenciaga, en cuya fundación siempre estuvo muy implicada. No es la única propiedad que donó la reina en vida, aunque nunca se ha sabido a ciencia cierta dónde fue a parar su herencia. Hay que tener en cuenta que, además de los bienes de su marido, Fabiola era miembro de una rica familia aristocrática española, de quien recibió desde palacios hasta valiosas obras de arte.
“La muchedumbre espera desde el alba sin temor a las inclemencias del tiempo”. El No-Do relataba el minuto a minuto de la boda de Balduino I de Bélgica y Fabiola de Mora y Aragón como si se tratara de un acontecimiento único. Y lo fue en parte, porque aquella España cerrada en sí misma lograba situarse en el mapa europeo a través de la unión de una aristócrata madrileña con el rey belga. La boda fue el primer enlace real que se retransmitió en directo, TVE conectó para ello con Eurovisión, lo que incrementó la venta de televisores en el país.