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Las navidades de 1990 en Baqueira que pudieron ser trágicas para la infanta Cristina y su padre
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TODO QUEDÓ EN UN SUSTO

Las navidades de 1990 en Baqueira que pudieron ser trágicas para la infanta Cristina y su padre

Se cumplen treinta y un años de un incidente que podría haber tenido graves consecuencias para la familia real española y haber cambiado la historia

Foto: La infanta Cristina, en una imagen de archivo. (Cordon Press)
La infanta Cristina, en una imagen de archivo. (Cordon Press)

La relación del Rey emérito siempre ha sido más cercana con sus hijas que con el que era el heredero desde que nació. Felipe VI estaba más apegado a la reina Sofía y era más parecido en carácter a ella que sus hermanas. El propio monarca se quejaba, al marqués de Mondéjar primero y después al general Sabino Fernández Campo, de lo mucho que le mimaba la madre. La relación con don Juan Carlos fue más distante desde que era pequeño, como ha relatado en muchas ocasiones Jaime Peñafiel. Una vez que las Infantas superaron la adolescencia y cumplieron la mayoría de edad, el Rey compartía con ellas aspectos deportivos como la vela. Sobre todo con la infanta Cristina, mejor deportista que la duquesa de Lugo.

Justo en estos días, la menor de sus hijas es noticia por haber vuelto, cinco años después, a Baqueira, con su familia. Un destino que era predilecto para la familia real, pero que ha ido cayendo en desuso especialmente desde que las relaciones familiares comenzaron a desmoronarse por los problemas del Rey emérito, que en estos días se encuentra en Emiratos Árabes, en un autoexilio temporal cuyo final todavía sigue siendo una incógnita, aunque hay quienes apuntan al mes de febrero para su vuelta. Prueba de que su relación sigue siendo muy estrecha están siendo los habituales viajes a Abu Dabi de ambas para paliar el peso de la soledad, especialmente en fechas señaladas.

Foto: La Infanta Cristina e Iñaki Urdangarin, en una imagen de archivo. (Getty)

En aquellos años, la relación con su segunda hija era más intensa, entre otras cosas porque a ambos les gustaban los coches y las motos. En el caso de la exduquesa de Palma, por sus amores con Alvaro Bultó, cuyo padre fue cofundador de las fábricas de motos Bultaco y Montesa, y que falleció el 23 de agosto de 2013 practicando wingfly, uno de los denominados deportes de riesgo, en los Alpes suizos.

Contaba Pepe Oneto, en su época de director de ‘Tiempo’, que fue precisamente don Juan Carlos quien enseñó a conducir a las Infantas en el recinto de la Zarzuela. Unas carreteras con muchas curvas en las que en la actualidad está prohibido ir a más de cincuenta, según las señales de tráfico que figuran en el camino hasta el palacio. En su primera época instalada en Barcelona, la infanta Cristina acudía fuera de la visita oficial al Salón del Automóvil, donde las grandes firmas mostraban sus novedades.

placeholder El rey Juan Carlos visita las instalaciones de Renault en Valladolid. (EFE)
El rey Juan Carlos visita las instalaciones de Renault en Valladolid. (EFE)

Esta afición por correr era uno de los problemas graves que tenían los escoltas, tanto del Rey emérito como de su hija Cristina. En 2002, don Juan Carlos ya sufrió un accidente en Palma cuando conducía el conocido como 'escarabajo' (New Beetle), relanzado por la firma Volkswagen. Y hasta proliferaron leyendas urbanas respecto al monarca, conduciendo su moto y socorriendo a conductores en cualquier lugar de la geografía española. Por supuesto eran eso, invenciones sin fundamento.

Pasión por la velocidad

En su época de estudiante en la Facultad de Ciencias Políticas, la infanta Cristina conectaba con la carretera de La Coruña dirección Madrid a toda velocidad, como escribía Oneto en su columna de ‘Tiempo’. A este gusto por pisar el acelerador se unía un parque móvil donde los coches de alta gama llegaban a Zarzuela a modo de regalo. Javier de la Rosa, junto a otros empresarios, obsequió al monarca un Porsche deportivo con motivo de su cumpleaños. A este regalo se sumaban otros vehículos como un Mercedes deportivo valorado en 144.500 euros o el Audi RS6 a razón de 100.000 euros, según relata José García Abad en su libro ‘La soledad del Rey’.

Hasta 75 automóviles llegó a tener el rey Juan Carlos, algo que su hijo, Felipe VI, redujo sustancialmente. En la propia Casa Real nos remitieron a los datos públicos disponibles y al Parque Móvil cuando en este medio les preguntamos a propósito del 'garaje' de la Casa Real, sobre el que siempre ha resultado complicado hacer un inventario exhaustivo, no solo por los vehículos que son propiedad del Estado, sino por los regalos o los convenios con marcas como Audi o Lexus. En principio estaríamos hablando de 40 vehículos y 60 conductores.

placeholder La infanta Cristina. (EFE)
La infanta Cristina. (EFE)

Don Juan Carlos solía viajar en aquellos años a Barcelona, donde se encontraban sus amigos de la corte de Mallorca y donde su vida privada pasaba más desapercibida. La infanta Cristina aún no se había instalado definitivamente en la Ciudad Condal, pero sí viajaba a menudo (además de sus amores con Bultó) para prepararse para las Olimpiadas de 1992, en las que el entonces príncipe Felipe fue el abanderado y dieron la vuelta al mundo las imágenes de la infanta Elena llorando con emoción al ver a su hermano.

Foto: El rey Juan Carlos, la reina Sofía y el (hoy) rey Felipe, en Baqueira. (Reuters)

Esas navidades de 1990 se encontraban en Barcelona tras pasar la Nochebuena en Zarzuela con la familia. Desde allí viajaban a Baqueira el 27 de diciembre en el Porsche que le había regalado Javier de la Rosa. La velocidad volvió a jugarle una mala pasada al tomar una curva demasiado rápido y salirse de la carretera por las placas de hielo. El periodista García Abad relataba hace unos años que esa imprudencia les pudo costar la vida. Los escoltas llegaron al lugar del accidente más tarde, y una vez que vieron que el Rey y su hija estaban perfectamente, continuaron el viaje hasta Baqueira. Eso sí, a una velocidad prudencial y conduciendo el chófer.

Por fortuna todo quedó en un simple susto y pudieron continuar con sus vacaciones con absoluta normalidad. Ahora la infanta Cristina, que paulatinamente ha ido recuperando su lugar social tras su implicación en el caso Nóos, por el que estuvo imputada y en el que resultó absuelta, y la entrada en prisión de su marido, Iñaki Urdangarin, es significativo que vuelva a Baqueira. Lo ha hecho con su marido, que disfruta del régimen de tercer grado, y acompañada por sus cuatro hijos, tal cual publica la revista '¡Hola!'.

La diáspora familiar

Quedan muy lejos aquellos tiempos en que la mayoría de los miembros de la familia pasaban unos días disfrutando de los deportes de invierno y tanto el actual rey, Felipe VI, como su mujer, la reina Letizia, no tienen sus miras puestas en la estación de esquí leridana, que es la favorita también de los vips españoles. Sin embargo, no se ha perdido la tradición veraniega de pasar parte de las vacaciones en Marivent, donde tampoco ha resultado posible volver a reunir a la familia al completo o en otras tradiciones como la misa de Pascua en Mallorca. Desde 1990 ha llovido tanto que la foto ha ido mermando y el panorama ha cambiado ostensiblemente desde entonces.

La relación del Rey emérito siempre ha sido más cercana con sus hijas que con el que era el heredero desde que nació. Felipe VI estaba más apegado a la reina Sofía y era más parecido en carácter a ella que sus hermanas. El propio monarca se quejaba, al marqués de Mondéjar primero y después al general Sabino Fernández Campo, de lo mucho que le mimaba la madre. La relación con don Juan Carlos fue más distante desde que era pequeño, como ha relatado en muchas ocasiones Jaime Peñafiel. Una vez que las Infantas superaron la adolescencia y cumplieron la mayoría de edad, el Rey compartía con ellas aspectos deportivos como la vela. Sobre todo con la infanta Cristina, mejor deportista que la duquesa de Lugo.

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