Gran duque Jorge de Rusia y Rebecca Bettarini, ante su boda: "Estamos muy felices y emocionados"
La pareja, que se comprometió en diciembre, desea contraer matrimonio el próximo otoño en San Petersburgo y entre los invitados se encuentran los reyes Juan Carlos y Sofía
Cuando el pasado jueves la Cancillería de la jefa de la Casa Imperial de Rusia, la gran duquesa María Vladimirovna, anunciaba el compromiso matrimonial de su hijo, el gran duque Jorge, con la escritora y consultora italiana Rebecca Bettarini, hija a su vez del embajador Roberto Bettarini, las principales publicaciones del mundo que siguen el devenir de las casas reales internacionales se hicieron eco de esta excelente noticia para ambas familias. La pareja ya está inmersa desde hace tiempo en los preparativos, que tienen como gran incógnita el desarrollo de pandemia. Si todo sale como desean, la boda se celebraría el próximo otoño en San Petersburgo, en el palacio Vladimir, que pertenecía al bisabuelo del príncipe.
El gran duque Jorge Mijáilovich, hijo de la gran duquesa y del príncipe Francisco Guillermo de Prusia, y su prometida nos atienden telefónicamente desde Moscú, donde residen actualmente, y rezuman simpatía y entusiasmo desde los primeros compases de nuestra conversación. Tienen tanta complicidad que se completan las frases el uno y al otro. Con gran generosidad comparten con nosotros pormenores de su día a día, nos cuentan cómo se enamoraron y, hasta donde pueden, nos desvelan los detalles de una boda a la que están invitados numerosos royals europeos. Entre otros, los reyes Juan Carlos y Sofía, quien es prima del padre del futuro contrayente. Y cuando les ponemos en una tesitura más a futuro si cabe, sobre si les apetece ser padres pronto, nos dicen al unísono que "ojalá, sí, nos pondremos a ello", con un humor que denota cercanía y una enorme franqueza, que marcan la tónica de toda la entrevista.
PREGUNTA: Primero de todo, les traslado nuestra enhorabuena. Alteza, ¿cómo están viviendo estos momentos tan trascendentales para su vida?
RESPUESTA: Estamos muy emocionados y felices porque por fin hemos podido hacer el anuncio de compromiso, porque con todo esto del coronavirus nunca era el buen momento... Era una cuestión bastante difícil de gestionar, pero he pensado que había que hacerlo ya para dar un poco de alegría a este ritmo de vida que tenemos en la actualidad.
P: Por cierto, que conseguir entregar el anillo de compromiso a su prometida se convirtió en casi una película de acción, de todas las dificultades que se encontraron, porque se hallaban en Moscú y el anillo en Bruselas.
R: ¡Sí, sí, sí! Estaba aquí bloqueado y no podíamos ir a por él -responde el gran duque, entre risas-. Fue muy cómico. Yo no entendía por qué teníamos que ir corriendo a Bruselas. Llevaba meses diciéndomelo y yo le preguntaba qué teníamos que hacer allí. Y es que el anillo lo tenía allí... -añade Rebecca.
P: Ese anillo tiene un significado muy especial para usted porque se lo regaló su madre cuando tenía 18 años, solo faltaba encontrar la persona adecuada para que lo luciera...
R: Exactamente, es un anillo del estilo familiar, como se hacían en la época, tradicional ruso, como eran los anillos de compromiso de los zares. Me gusta que hayamos podido mantener la tradición, porque es muy bonita.
P: Covid mediante, su deseo es casarse en San Petersburgo en otoño.
R: Dios mediante, sí. Si el covid nos lo permite, sería nuestro plan ideal.
P: Además en un palacio que perteneció a su familia, lo que reviste al enlace de un mayor simbolismo.
R: Efectivamente, pero además de ese simbolismo, para nosotros es una oportunidad para dar una imagen bonita de Rusia a nivel internacional, que desgraciadamente está algo empañada últimamente por cuestiones de política. Mucha gente no viene por miedo o porque no sabe... Y creo que este matrimonio podría dar una buena imagen de cómo es la Rusia del siglo XXI. Queremos mostrar la belleza de un sitio como San Petersburgo, con sus palacios, los canales, que es la Venecia del Norte. Creo que es una oportunidad excepcional.
P: ¿Cómo está viviendo su madre, la gran duquesa, estos momentos?
R: Muy feliz claro -responde el gran duque y toma la palabra su futura esposa.- La gran duquesa es muy acogedora y siempre ha sido una segunda madre para mí. Me encontré muy bien con ella desde el principio porque somos muy parecidas en muchas cosas. Nos llevamos fenomenal. Ella, el padre de Jorge y mi familia no pueden estar aquí por el covid, porque están en una edad de riesgo. Pensamos que era mejor que estuvieran en casa y que podamos celebrar la boda todos juntos. Han mandado todos sus mensajes de cariño y unas fotos que os hemos proporcionado para que las podáis publicar.
P: Van a invitar a su boda a los jefes de las principales casas reales del mundo, sería un enorme reto logístico para la ciudad...
R: Es un rompecabezas muy interesante, porque aquí no están acostumbrados a este tipo de acontecimientos, así que estamos intentando ver toda la logística desde cero. En cualquier caso, como la mayoría somos familia, estamos convencidos de que lo conseguiremos y mostraremos una gran faceta de Rusia.
P: Tiene usted un cariño especial a los reyes Juan Carlos y Sofía, que están invitados.
R: ¡Claro, claro! A toda la familia real española. España ha sido un país de adopción para nosotros. He crecido en Madrid, y España es un país al que quiero mucho. Los reyes don Juan Carlos y doña Sofía estuvieron presentes en mi bautizo y en mi vida desde el principio, así que obviamente les tengo mucho cariño.
P: Rebecca, una de las muchas pruebas de amor hacia su futuro marido es que ha aprendido usted ruso y, según me dicen, lo habla muy bien.
R: La vida tiene muchas casualidades... Como mi padre era embajador, hemos vivido en muchos sitios, pero no en Rusia. A principios del 2000 se encargó durante el gobierno de Berlusconi de una serie de iniciativas de desarrollo económico entre las regiones de Moscú y San Petersburgo y la región de Roma. Mi padre fue allí en varias ocasiones, y cuando mi madre y yo llegamos la primera vez, en un invierno muy frío, nos pareció precioso. A mí me fascinó Rusia y su idioma, que me pareció muy interesante. A priori parece muy difícil, pero luego no lo es tanto. Al volver me apunté a una escuela de ruso en Roma. En esa época conocía a Jorge porque teníamos amigos en común, pero no le frecuentaba. Solo nos conocíamos de vista.
Años más tarde me acerqué a la religión ortodoxa por el mismo motivo... Mi padre negoció para que se construyera una iglesia ortodoxa en Roma, que en aquella época no había. Como el terreno en el que tenía que construirse estaba junto al Vaticano, oponían gran resistencia a tener un templo ortodoxo en la cima de una colina justo al lado. Tras grandes negociaciones que duraron tres años, la iglesia se construyó con una serie de ideas para que no pareciera tan alta, 'camuflada'... Era una época en la que mi familia estaba muy involucrada, venían los curas a hablar con mi padre... Me empezó a interesar descubrir que había muchas cosas en común con la religión católica, que había perdido cierta tradición, al contrario que los ortodoxos, me acabó fascinando y ese proceso acabó el año pasado con la conversión.
P: Ya ha contado algunos detalles de cómo será su traje de novia para la boda civil, que sería la primera en celebrarse, y ha desvelado que tiene claro cómo será su vestido para la boda religiosa. ¿Qué ideas tiene para esos días tan especiales?
R: Ha sido muy difícil porque lo que tenía en mente no está muy de moda en este momento histórico. Buscaba algo que ya estuviera hecho, porque no me apasionaba la idea de optar por un vestido basándome en un boceto y que luego a la hora de probármelo no me gustara. No me apasionaba la idea... Estuve buscando durante mucho tiempo y encontré una casa de moda, que todavía no voy a desvelar, que tiene vestidos del estilo que me gusta. Buscaba algo que reflejara mi personalidad, sobre todo, pero que se adaptara a una boda de estas características. Sobrio y serio.
P: Cuando se conocieron, ¿qué cualidades descubrieron el uno en el otro para que decidieran que eran la persona con la que quieren compartir el resto de sus vidas?
R: Cuando conocí al gran duque me pareció muy simpático, pero cuando volvimos a coincidir en Bruselas vi que era un hombre extremadamente inteligente y con un gran corazón, siempre muy pendiente de los demás. Fueron cualidades que me impresionaron. En esa época estaba lanzando una fundación para ayudar a Rusia y pidió que colaborara con él. Vi que le ponía el corazón y que, además, tiene mucha visión, siempre va por delante. También es un gentleman de otra época... Tiene unos modales increíbles.
P: Alteza, vais a tener que responder a esos cumplidos...
R: ¡Es muy difícil escuchar tantos piropos de golpe! Rebecca me pareció fascinante desde el primer momento que la vi. Tiene una determinación y una fuerza increíbles. Además de un gran estoicismo en los momentos de más dificultad, porque yo a veces me pongo más nervioso. Tiene una forma magnífica de gestionar las dificultades. Es una profesional increíble, algo que quedó muy patente, además, cuando empezó a ayudarme con la fundación. Y una educación increíble, de diplomática perfecta. ¡Es absolutamente fantástica!
P: En la fundación trabajan ustedes en dos líneas, por un lado preservar y divulgar el legado de la gran familia imperial, y por otro ayudar en la lucha contra el cáncer.
R: Así es. La fundación comenzó con proyectos para el desarrollo y la búsqueda de nuevas curas del cáncer. Ahora colaboramos con distintos institutos, incluso en los centros de biomedicina de Luxemburgo, en Bruselas y en Rusia. Desde entonces hemos ampliado las actividades de la fundación, también ayudamos con los niños autistas en distintas regiones de Rusia y con los centros para niños terminales, que a veces son unos grandes olvidados en Rusia. Estamos abriendo varios centros, además de trabajar en cuidados paliativos.
También trabajamos con la Iglesia ortodoxa en proyectos caritativos para la gente que no tiene hogar ni recursos económicos. Ahora estamos colaborando con otra fundación, un banco de alimentos en Rusia, que ha estado muy activo en estos momentos precisamente con el coronavirus. El propio presidente Putin tuvo una mención para nosotros y los voluntarios se han entregado más que nunca. Hemos podido hacer esta labor durante el confinamiento en distintas regiones de Rusia y les estoy muy agradecido a los voluntarios y a nuestros sponsors. Gracias a ellos, también hemos podido ayudar a distintas perreras y animales, para que pudieran sobrevivir y tener una vida digna.
P: Hablemos de sus respectivas facetas profesionales. ¿Qué tienen entre manos además del trabajo de en estas dos fundaciones?
R: Estoy compaginando mis temas familiares con las actividades que te comentaba, pero además tengo abierto en Bruselas mi lobby de relaciones institucionales entre Rusia y Europa, que ahora mismo están en un momento difícil, frías, hay mucho que hacer con el tema de las sanciones europeas contra Rusia. También el trabajo en Bruselas está muy parado porque el Parlamento está cerrado, con lo cual estoy mucho más presente en Moscú -nos comenta el gran duque.
Nosotros al principio estábamos en las instituciones europeas -prosigue Rebecca- con relaciones institucionales, yo de un grupo italiano del aeroespacio. Tenemos mucha experiencia en las instituciones europeas, y por eso hemos montado, cada uno por su cuenta, un gabinete de consultoría para las empresas que quieran trabajar en Europa. Yo ayudo a empresas italianas que no tienen oficina en Bruselas. Ahora con el covid ha bajado mucho el trabajo. Estamos establecidos en Moscú, pero vamos mucho allí.
P: Su labor de escritoa no la tiene abandonada, ¿verdad?
R: ¡La ha redoblado! Escribe más que nunca -contesta el gran duque.
P: ¿Le suele pasar los textos para pedirle opinión o antes de publicarlos a su futuro marido?
R: No siempre. Es un trabajo que hago fundamentalmente sola. Siempre he tenido una gran pasión por la escritura. Ahora con el covid he tenido más tiempo y he podido hacerlo de manera más continuada, corregir... y encontrar editoriales. Suelo escribir thrillers, así que se suele discutir en las cenas cuando estamos todos sobre los posibles finales, así que cada uno hace su contribución. Eso sí, lo leen cuando está terminado.
Cuando el pasado jueves la Cancillería de la jefa de la Casa Imperial de Rusia, la gran duquesa María Vladimirovna, anunciaba el compromiso matrimonial de su hijo, el gran duque Jorge, con la escritora y consultora italiana Rebecca Bettarini, hija a su vez del embajador Roberto Bettarini, las principales publicaciones del mundo que siguen el devenir de las casas reales internacionales se hicieron eco de esta excelente noticia para ambas familias. La pareja ya está inmersa desde hace tiempo en los preparativos, que tienen como gran incógnita el desarrollo de pandemia. Si todo sale como desean, la boda se celebraría el próximo otoño en San Petersburgo, en el palacio Vladimir, que pertenecía al bisabuelo del príncipe.