Charlène de Mónaco, los 43 años de una princesa renovada y (por fin) feliz
La imagen de princesa triste, seria e incómoda en público ha quedado atrás: su actitud ha cambiado por completo y celebra su cumpleaños como esposa enamorada y entregada a su papel
Charlène de Mónaco cumple este lunes 43 años. Y no podemos negar que hasta hoy sus cumpleaños daban mucho juego para titulares que ponían en duda su felicidad. No era algo inventado: la esposa de Alberto parecía imposibilitada para sonreír con naturalidad en sus compromisos oficiales. Ofrecía casi siempre una imagen seria por la que era muy criticada, dado que no se correspondía, para la mayoría, con lo que debería ser una princesa y, por tanto, una representante institucional. Ella misma tuvo que salir al paso de los comentarios, de los que era completamente consciente. En una revista, explicó que el 2019 había sido un año muy duro para ella, por la pérdida de dos personas muy cercanas y problemas de salud de su padre. Pero todo eso parece ya pertenecer al pasado: su actitud en público ha cambiado radicalmente y ahora podemos hablar de una princesa completamente renovada y, por fin, feliz.
El cambio vino tras el confinamiento por el coronavirus, que ella pasó en Roc Agel con sus hijos. No sabemos si el positivo de Alberto de Mónaco tuvo algo que ver, pero lo cierto es que, desde que reapareció, parecía otra. Durante años, los gestos de cariño entre la pareja han brillado por su ausencia, mientras que el 2020 y la pandemia pareció reconectarlos. No había cita pública en la que no se mostraran cariñosos y, especialmente Charlène, con una actitud relajada e incluso cómoda, haciendo de la sonrisa su mejor compañía. Ya no era necesario que estuvieran con ella Jacques y Gabriella, hasta entonces el único motivo por el que dulcificaba su rictus serio.
Veíamos por primera ver a la nueva Charlène en junio, junto al resto de la familia Grimaldi en la inaguración de la plaza del Casino de Montecarlo, recién remodelada. Sonrisas, gestos de complicidad con su marido, manos entrelazadas, brazos cogidos... La actitud de la esposa de Alberto de Mónaco sorprendió a todo el mundo, dado lo poco acostumbrados que estábamos a verla así de relajada. Pero no fue un espejismo, ya que las siguientes citas mantuvieron esa tónica, mostrando siempre que hace equipo con su marido. Además, tampoco dudó en expresar ese redescubierto amor por él a través de las redes sociales, con insólitas y sorprendentes declaraciones de lo más románticas.
Y tampoco parecen haberle afectado los dos frentes que Alberto de Mónaco tiene abiertos y que son más que delicados, ambos correspondientes a jóvenes que aseguran ser sus hijos. Muy al contrario. Recientemente ha concedido una entrevista exclusiva a 'Point de Vue' con una afirmación más que rotunda: "Estoy al mil por ciento con mi marido". Y aunque no menciona el tema con claridad, de forma soterrada sí deja claro su compromiso con él y que estos supuestos hijos ilegítimos no afectan en absoluto a su relación, en plena forma y preparados para cumplir su décimo aniversario de boda el próximo junio.
Pero si el cambio de actitud ha sido carne de titular, no lo ha sido menos el físico, con constantes variaciones en su looks capilares. Ha pasado de lucir flequillo a recogérselo con una trenza lateral, haciendo su sus facciones se dulcificaran. Hemos visto también una versión mucho más cañera de Charlène, con el flequilo estilo 'baby bang' y la media melena recta. Y cuando parecía que no iba a sorprendernos más, lo hizo rapándose un lateral de la cabeza, mostrando su imagen más radical y alejándose del esterepotipo de princesa al que ya se iba acercando. Ella misma es consciente de que sorprendió mucho, pero asegura que va a seguir atreviéndose con estilos tan arriesgados, ya que a ella le gusta.
No sabemos si Charlène Wittstock llega a los 43 años convertida, por fin, en la princesa que quieren los monegascos -que han tenido como referencias a Grace Kelly y después a Carolina-, pero sí en la princesa que ella misma quiere ser.
Charlène de Mónaco cumple este lunes 43 años. Y no podemos negar que hasta hoy sus cumpleaños daban mucho juego para titulares que ponían en duda su felicidad. No era algo inventado: la esposa de Alberto parecía imposibilitada para sonreír con naturalidad en sus compromisos oficiales. Ofrecía casi siempre una imagen seria por la que era muy criticada, dado que no se correspondía, para la mayoría, con lo que debería ser una princesa y, por tanto, una representante institucional. Ella misma tuvo que salir al paso de los comentarios, de los que era completamente consciente. En una revista, explicó que el 2019 había sido un año muy duro para ella, por la pérdida de dos personas muy cercanas y problemas de salud de su padre. Pero todo eso parece ya pertenecer al pasado: su actitud en público ha cambiado radicalmente y ahora podemos hablar de una princesa completamente renovada y, por fin, feliz.