Naruhito y Masako acuden al homenaje por los diez años del desastre de Fukushima
El desastre natural más fatídico de la historia de Japón dejó 20.000 fallecidos y 160.000 personas evacuadas
En una ceremonia que contó con la presencia de los emperadores de Japón ante una reducida audiencia en el Teatro Nacional de Tokio, se conmemoró el décimo aniversario del terremoto y del tsunami que en 2011 asolaron el noreste del país.
Provocando la segunda peor crisis nuclear de la historia mundial en la central de Fukushima, dejando un imborrable trauma que sus ciudadanos no están dispuestos a olvidar y del que la nación ha tenido que aprender.
En todo el archipiélago se guardó un minuto de silencio a las 14:46, la hora exacta a la que se desencadenó el peor temblor registrado hasta la fecha en el país –9 grados en la escala de Richter–, que sacudió durante varios minutos todo el territorio y provocó un destructivo tsunami que arrolló las costas del noreste nipón.
"La magnitud del daño provocado por el desastre es tan profunda que el recuerdo inolvidable de la tragedia aún persiste en mi mente. Considero importante curar las cicatrices emocionales y velar por la salud física y mental de los afectados, incluidos los ancianos y los niños", aseguró el emperador Naruhito.
Unas 20.000 personas murieron o desaparecieron y varios miles perecerían años después por causas vinculadas a una tragedia que forzó a decenas de miles a desplazarse y que en muchos casos siguen fuera de su tierra, mientras avanza la reconstrucción y la implementación de medidas para evitar desastres similares.
"Las lecciones inestimables de esta grave crisis y sus consecuencias no deben olvidarse nunca", dijo el primer ministro nipón, Yoshihide Suga, en una ceremonia a la que asistieron, además de Naruhito y Masako, una veintena de familiares de víctimas y otros políticos. La ceremonia, que fue cancelada en 2020 por la pandemia de covid, se celebró este año con menos asistentes de lo habitual, dispuestos con un asiento libre entre ellos como distancia de seguridad.
En un acto solemne, apenas roto por el sonido de las cámaras y los pasos y palabras de los intervinientes, Suga consideró que Japón "tiene la obligación de aplicar las lecciones acumuladas de este terremoto y consecuentes desastres" para compartirlas con el mundo.
Sus palabras y las del resto de oradores fueron pronunciadas frente a un cenotafio ceremonial en el que podía leerse: "Las almas de las víctimas del gran terremoto", al que dirigieron su voz clara, pero quebradiza tras mascarillas sanitarias que no se quitaron, y de espaldas a los asistentes, conversando con el más allá.
En una ceremonia que contó con la presencia de los emperadores de Japón ante una reducida audiencia en el Teatro Nacional de Tokio, se conmemoró el décimo aniversario del terremoto y del tsunami que en 2011 asolaron el noreste del país.
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