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De la nota de Meghan Markle a las lágrimas de Carlos: 7 detalles del funeral que no vimos
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ADIÓS AL DUQUE DE EDIMBURGO

De la nota de Meghan Markle a las lágrimas de Carlos: 7 detalles del funeral que no vimos

Una misa solemne y muy sencilla, pero cargada de simbología y de su personalidad, ha servido para dar el último adiós al duque de Edimburgo, que descansa ya en Windsor

Foto: El féretro del duque de Edimburgo. (Cordon Press)
El féretro del duque de Edimburgo. (Cordon Press)

Desde primera hora de la mañana, los medios británicos estaban volcados con el funeral del duque de Edimburgo, que se ha celebrado con una planificación milimetrada y con exquisita puntualidad británica, como era de esperar. Tanto por los horarios, calculados al segundo, como por las posiciones de los diferentes soldados, marinos y otros miembros de las diferentes órdenes militares que han participado en él, medidas al centímetro. Cierto es que era algo que se llevaba planeando durante años bajo el nombre de Forth Bridge, pero una cosa es sobre el papel y otra sobre el terreno. Y lo cierto es que nada se ha escapado de la organización del último adiós al príncipe Felipe, en la que él mismo había estado implicado.

Muchas cadenas lo han retransmitido en directo, por lo que eran muchas las cámaras dispuestas en todo el recinto de Windsor y en la capilla de San Jorge, donde ya reposan los restos del duque, para que ninguno de los millones de espectadores que lo han seguido por televisión se perdieran nada. Aun así, ha habido algunos gestos y detalles que han podido escaparse. Algunos, porque no han sido captados por las cámaras; otros, porque han estado en un segundo plano, ya que lo importante, en ese momento, era despedir al duque de Edimburgo como se merecía y como él mismo y su ya viuda, la reina Isabel II, han querido.

placeholder El funeral del duque de Edimburgo. (EFE)
El funeral del duque de Edimburgo. (EFE)


1. La nota manuscrita de Meghan Markle.

Antes del funeral, fue depositada una corona de flores de parte de los duques de Sussex, diseñada por Willow Crossley, el encargado de los arreglos florales para las celebraciones nocturnas de su boda en Frogmore Gardens y para el bautizo de Archie. Pero ellos eligieron expresamente los elementos con los que querían que se realizase. Incluyeron el llamado pie de oso, la flor nacional de Grecia, para representar los orígenes del duque; cardo azul, para representar a los Royal Marines; campanula, que representa la gratitud y el amor eterno; romero, que se relaciona con el recuerdo; lavanda, que representa la devoción; y rosas, en honor a junio, el mes de nacimiento del príncipe Felipe. No faltó una tarjeta escrita por la propia Meghan, de quien es muy conocido su gusto por una caligrafía trabajada y pulcra.

2. Los nervios de Harry.

Era normal la tensión que podía captarse alrededor del príncipe Harry. Su vuelta a Reino Unido tendría que haber sido mucho más agradable, pero su intervención en el programa de Oprah Winfrey marcó el reencuentro familiar tras el Megxit. De ahí que no pudiera evitar que se le notaran los nervios: a diferencia de su hermano y su primo, Peter Phillips, que ha caminado entre ambos, le costaba mantener la rigidez propia de estas situaciones y se le ha visto distraído en numerosas ocasiones, sin dejar de mover los dedos de las manos, un gesto muy propio de su lógico nerviosismo.

placeholder El príncipe Carlos, encabezando la comitiva fúnebre. (YouTube Casa Real)
El príncipe Carlos, encabezando la comitiva fúnebre. (YouTube Casa Real)

3. Las lágrimas de Carlos.

Siempre se ha considerado que los nervios de la familia real siempre han puesto el protocolo por encima de los sentimientos y es conocido el hieratismo de la reina Isabel, a la que nunca parece afectarle nada. Pero este sábado ha sido totalmente diferente, ya que muchos de ellos se han dejado llevar por la emoción propia del momento. No todos los días se despide a un marido o un padre con el que se ha estado durante siete décadas. Por eso, los sentimientos estaban a flor de piel e incluso hemos visto al príncipe Carlos muy emocionado, algo verdaderamente inusual en él.

4. Los ponis del duque de Edimburgo.

Desde el principio hasta el final: todo ha estado marcado por la personalidad del príncipe Felipe, quien dio en vida algunas órdenes estrictas de cómo quería que fuera su despedida. La música había sido seleccionada por él mismo, así como las insignias y condecoraciones que hemos visto en el altar durante su funeral, además del Land Rover donde se ha llevado su ataúd, envuelto en su bandera con su escudo de armas, junto a su espada y su gorra. Pero uno de los homenajes más emotivos ha sido la presencia del coche de caballos que él mismo diseñó, con dos de sus ponis, Balmoral Nevis y Notlaw Storm. Junto a un conductor y dos tiradores, se han situado en el Cuadrángulo del castillo de Windsor mientras pasaba el féretro. En el asiento del carruaje, estaban la gorra, los guantes y la manta que el duque de Edimburgo solía utilizar cuando montaba.

placeholder Sophie de Wessex, durante el funeral. (Cordon Press)
Sophie de Wessex, durante el funeral. (Cordon Press)

5. La importancia de Sophie de Wessex.

Estos días se ha considerado a la esposa del príncipe Eduardo como el apoyo más importante de la reina Isabel. Y también en el funeral se ha visto el profundo respeto que tenía por su suegro, ya que no ha podido contener las lágrimas durante la ceremonia. Pero también ha tenido que ejercer de soporte afectivo de sus hijos, especialmente de James, el más pequeño. A sus 14 años, era el invitado más pequeño del funeral, por lo que la condesa Sophie no se ha separado de él, abrazándolo en uno de los momentos más emotivos para toda la familia, cuando los que no formaban parte de la comitiva han esperado el paso del féretro en la entrada oeste de la capilla de San Jorge.

6. La presencia de Lady Penny Knatchbull.

Se anunciaba su asistencia el pasado miércoles, incluida en la lista de los asistentes confirmados al funeral. Y no dejaba indiferente a nadie. La condesa Mountbatten de Birmania era una amiga cercana tanto al duque de Edimburgo como a la reina Isabel y su presencia se debía, sobre todo, a la imposibilidad de su marido de asistir por su delicado estado de salud. Pero no hay que olvidar que el nombre de Penelope Knatchbull ha sido uno de los que, en las últimas décadas, se ha dado como una de las supuestas amantes del marido de la monarca. Lo único confirmado, al menos hasta ahora, es que era una de sus amigas más cercanas y una de las personas en las que más confiaba. Y desde luego, durante el funeral se ha visto cuánto ha sentido Lady Penny la muerte del duque.

placeholder Penelope Knatchbull, abandonando Windsor. (Cordon Press)
Penelope Knatchbull, abandonando Windsor. (Cordon Press)

7. Una familia separada, pero unida

La disposición de los asientos en el interior de la capilla de San Jorge ha sido de lo más significativa. La monarca siempre tiene su puesto asignado en este templo, por lo que no había ninguna duda de qué lugar ocuparía. En su mismo banco, justo en el otro extremo, estaba el príncipe Harry, quien ha protagonizando en la iglesia una imagen de absoluta soledad, impuesta por las circunstancias, pero muy gráfica de la situación actual. Pero no ha pasado desapercibido quién era la persona más cercana a la reina Isabel. Separado por solo tres asientos estaba el príncipe Andrés, que a pesar de los escándalos sigue siendo el ojito derecho de su madre.

Desde primera hora de la mañana, los medios británicos estaban volcados con el funeral del duque de Edimburgo, que se ha celebrado con una planificación milimetrada y con exquisita puntualidad británica, como era de esperar. Tanto por los horarios, calculados al segundo, como por las posiciones de los diferentes soldados, marinos y otros miembros de las diferentes órdenes militares que han participado en él, medidas al centímetro. Cierto es que era algo que se llevaba planeando durante años bajo el nombre de Forth Bridge, pero una cosa es sobre el papel y otra sobre el terreno. Y lo cierto es que nada se ha escapado de la organización del último adiós al príncipe Felipe, en la que él mismo había estado implicado.

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