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Isabel II y los Borbón, una historia de cariño siempre condicionada por un Peñón
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FAMILIA REAL ESPAÑOLA

Isabel II y los Borbón, una historia de cariño siempre condicionada por un Peñón

Un territorio cuya superficie no supera los 6,8 km² ha puesto en jaque en numerosas ocasiones esas relaciones

Foto: Isabel II y el duque de Edimburgo, con los eméritos. (EFE)
Isabel II y el duque de Edimburgo, con los eméritos. (EFE)
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Desde la muerte del duque de Edimburgo se ha hablado mucho de la estrecha relación entre los Windsor y los Borbón, si bien no siempre ha sido tan fluida como hubiera gustado a ambas partes. La política se ha entrometido en los vínculos de estos dos grandes clanes europeos, provocando en ocasiones distanciamientos o ausencias obligadas, más bien decididas por el Gobierno de ambos países que por los miembros de la familia, quienes siempre han demostrado públicamente lo bien que se llevan.

Los Borbón están doblemente vinculados sanguíneamente con la familia Windsor. Don Juan Carlos y doña Sofía son ambos descendientes de la reina Victoria de Inglaterra, él a través de su abuela, Victoria Eugenia de Battenberg, nieta de la mítica soberana, y la emérita a través de su bisabuelo, el káiser Guillermo II, último emperador de Alemania e hijo de Victoria. Aparte de ello, el duque de Edimburgo, nacido príncipe de Grecia, es primo segundo de doña Sofía, por lo que los lazos son muy fuertes.

Sin embargo, un territorio cuya superficie no supera los 6,8 km² ha puesto en jaque en numerosas ocasiones esas relaciones. Hablamos de Gibraltar, el promontorio británico en ultramar situado en la costa sur de España. El ejemplo más claro lo encontramos en 1981, año en el que el príncipe Carlos y Lady Di se dieron el 'sí, quiero'. Como es normal, don Juan Carlos y doña Sofía estaban invitados a esa cita, celebrada el 1 de julio en la catedral de St. Paul. Pero a última hora no pudieron acudir.

placeholder Carlos y Diana, el día de su boda. (Cordon Press)
Carlos y Diana, el día de su boda. (Cordon Press)

Los ahora eméritos recibieron una invitación muy especial de Isabel II, pues no solo estaban convocados al enlace, también a un campeonato de polo previo en el que se enfrentaban España e Inglaterra y en el que participó el novio. Asimismo, la reina lo dejó todo arreglado para que no tuvieran que hospedarse en un hotel, sino en una de sus residencias, junto a otros miembros de la familia. Sin embargo, el recorrido que Carlos y Lady Di harían posteriormente en su luna de miel lo echó todo al traste, pues la primera parada era Gibraltar.

Tras su boda, los novios debían viajar hasta el Peñón para coger allí el yate Britannia, que los llevaría por distintos destinos. La decisión de la pareja, o más bien de la Casa Real, ya que Diana declararía después en la intimidad que para ella había sido una tortura eso de estar todo el día en el barco, no sentó nada bien al Gobierno español, ya que desde 1968 la frontera permanecía cerrada por la tensión diplomática. Aunque se advirtió al Gobierno británico y se aportó como solución que podían cambiar el destino por Málaga, desde Londres no accedieron, por lo que Juan Carlos y Sofía no pudieron asistir a la boda de sus familiares.

Quizás para intentar solucionar aquel problema, los eméritos invitarían después a la pareja y a sus hijos a pasar las vacaciones en Palma de Mallorca junto a ellos durante dos años consecutivos, en 1987 y 1988. Aunque esa no ha sido la única ocasión en la que Gibraltar ha separado a ambas familias. En 2012 ocurrió algo similar con el jubileo de Diamante de Isabel II, quien celebraba sus 60 años en el trono.

placeholder Una de las visitas de Diana y Carlos a Mallorca. (Cordon Press)
Una de las visitas de Diana y Carlos a Mallorca. (Cordon Press)

El Gobierno español lo consideró "poco adecuado" por los roces que se habían vivido por el Peñón, entre ellos que los condes de Wessex iban a realizar en unas semanas una visita a Gibraltar. Debido a la efeméride, se decidió que los miembros de la familia real británica visitaran "cada reino, así como los países de la Commonwealth, dependencias de la Corona y territorios británicos en el extranjero". Y Gibraltar estaba entre ellos. Asimismo, tampoco gustó que los actos del jubileo estuvieran amenizados por la banda oficial de músicos del Peñón.

A pesar de ello, cada vez que coinciden los Borbón y Windsor demuestran lo bien que se llevan, como quedó claro en julio de 2017 en la visita de Estado que don Felipe y doña Letizia realizaron a Reino Unido. Isabel II los trató de forma especial, dejándoles hospedarse en Buckingham, cuando lo habitual es que los mandatarios extranjeros lo hagan en Windsor

Desde la muerte del duque de Edimburgo se ha hablado mucho de la estrecha relación entre los Windsor y los Borbón, si bien no siempre ha sido tan fluida como hubiera gustado a ambas partes. La política se ha entrometido en los vínculos de estos dos grandes clanes europeos, provocando en ocasiones distanciamientos o ausencias obligadas, más bien decididas por el Gobierno de ambos países que por los miembros de la familia, quienes siempre han demostrado públicamente lo bien que se llevan.

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