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60 años del enlace de los duques de Kent: la boda que unió a don Juan Carlos y doña Sofía
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FAMILIA REAL BRITÁNICA

60 años del enlace de los duques de Kent: la boda que unió a don Juan Carlos y doña Sofía

El enlace fue utilizado por el gran clan de los royals europeos para hacer coincidir en Londres a don Juan Carlos y doña Sofía, que por entonces ya consideraban seriamente la posibilidad de unir sus destinos

Foto: La boda de los duques de Kent. (Cordon Press)
La boda de los duques de Kent. (Cordon Press)

Este martes, 8 de junio, se cumplen 60 años de la boda de los duques de Kent, el príncipe Eduardo de Gran Bretaña y la aristócrata Katherine Worsley, en la bella y emblemática catedral de York. Un gran acontecimiento regio que fue la boda del año en 1961 atrayendo hacia York la atención de la prensa internacional y que, con gran sagacidad, fue utilizado por el gran clan de los royals europeos para hacer coincidir en Londres a don Juan Carlos y doña Sofía, que por entonces ya consideraban seriamente la posibilidad de unir sus destinos.

Un año antes, la princesa Margarita de Inglaterra se había casado contra viento y marea, y rompiendo con muchos moldes, con el fotógrafo Anthony Armstrong-Jones, y la vieja realeza europea intentaba cerrar filas ante la avalancha de matrimonios desiguales que a partir de entonces iban a proliferar en cascada en todas las cortes de las monarquías reinantes. Una vez más, un príncipe inglés había buscado esposa fuera del circuito regio clásico, pues ya lo habían hecho el propio rey Jorge VI, sus hermanos el duque de Gloucester y la princesa Mary; y la princesa Margarita.

El duque de Kent (hijo de la princesa Marina de Grecia) puso sus ojos en la educada y refinada hija de un baronet, nieta de un notable industrial y descendiente de Oliver Cromwell. La reina Isabel, prima hermana del novio, había dado su consentimiento y las casas reales de España y de Grecia vieron en ello la ocasión propicia para solicitar el apoyo de sus primos ingleses, con la finalidad de hacer coincidir públicamente al príncipe de España y a la princesa Sofía de Grecia, pues nada fue dejado al azar.

placeholder La boda de los duques de Kent. (CP)
La boda de los duques de Kent. (CP)

Entre bastidores había actuado la reina Victoria Eugenia de España, enlace fundamental como figura respetada y buena conocedora de sus parientes británicos, y el conde de Barcelona decidió que él mismo y su hijo Juanito serían quienes junto con la reina representarían a la familia real española en la ceremonia. Con esa finalidad, don Juan zarpó desde Lisboa a bordo de su barco el Saltillo camino de Londres, donde se reunió con don Juan Carlos recién llegado de España con muy pocas ganas de emprender aquel viaje según declaraciones propias.

Como en otras ocasiones, los miembros de la familia real española se alojaron en el Claridge’s, donde coincidieron con el príncipe heredero Constantino de Grecia y con su hermana Sofía, que también había sido obligada por sus padres, los reyes Pablo y Federica, a viajar a Londres para acompañar a su hermano. Sin embargo, el trío conformado por Juanito, Constantino y Sofía se entendió muy bien desde el primer momento, juntos fueron al cine a ver 'Éxodo' y muy alegres se sentaron en la misma mesa en la fiesta organizada en el hotel Savoy para los príncipes extranjeros llegados a Londres, entre los que se encontraban el príncipe heredero Harald de Noruega (hasta hacía muy poco considerado el 'futurible' de Sofía), la princesa heredera Margarita de Dinamarca, la reina Elena de Rumanía, los príncipes Pablo y Alejandro de Yugoslavia y la princesa Margarita de Hohenlohe-Langenburg.

La estrategia había surtido efecto y Juan Carlos y Sofía salieron juntos en varias ocasiones aquellos días antes de marchar hacia York, donde también hubo otras celebraciones como el baile que ofrecieron los padres de la novia, lord y lady Worsley, en su magnífica propiedad rural Hovingham Hall. Luego, llegada la mañana de la boda, a la que la reina Victoria Eugenia de España llegó del brazo de la reina madre Isabel de Inglaterra, el protocolo situó en el segundo banco de la realeza extranjera a Sofía y a Constantino al lado de don Juan Carlos y de su padre don Juan, hecho que despertó un interés entre la prensa.

placeholder Doña Sofía, en segunda fila, rodeada por Harald de Noruega, su hermano y don Juan Carlos. (CP)
Doña Sofía, en segunda fila, rodeada por Harald de Noruega, su hermano y don Juan Carlos. (CP)

La ciudad de York era una fiesta, pues aquella era la primera boda real celebrada allí desde el matrimonio de Eduardo III con Philippa de Hainaut en el siglo XIV, las gentes habían dormido en las calles para guardar sitio para ver pasar el fastuoso cortejo, la novia llevó un hermoso traje de John Cavanagh y tiara de brillantes en bandeau, y entre los invitados no faltaron Douglas Fairbanks júnior y el prestigioso autor teatral Noel Coward. La princesa Ana fue dama de honor de Katherine, hubo paseo en carroza por las calles de la ciudad y siguió un gran banquete en Hovingham Hall más un baile en el que Juan Carlos y Sofía bailaron juntos.

Los recién casados marcharon a Birkhall, una gran mansión campestre situada en los predios del parque del castillo escocés de Balmoral, para pasar la primera parte de su luna de miel, y Juan Carlos y Sofía regresaron a Londres, donde aún visitaron de incógnito numerosos lugares de la ciudad y se perdieron juntos haciendo compras. La princesa griega y su familia marcharon después a Escocia para asistir a las regatas de la Golden Cup, pero don Juan y su hijo aún permanecieron en Inglaterra todo el mes de junio. Semanas después, la familia real española marchaba a Grecia invitada por los reyes de los helenos, para comenzar a ultimar en su palacete estival de Mon Repos, en Corfú, las complejas tratativas del matrimonio del chico de los Barcelona con la hija del rey Pablo.

Y de una boda salió otra. Así, en julio, el embajador de España en Portugal, señor Ibáñez Martín, daba por hecho el compromiso entre los príncipes y escribía al general Franco diciéndole que, según don Juan, la princesa Sofía era la mujer ideal para su hijo añadiendo: “El rey Olav de Noruega le ha felicitado efusivamente y le ha dicho que ya era hora de que se hiciera una boda en regla. De igual opinión y manifestada en los mismos términos, ha sido la reina Victoria Eugenia”. Un año más tarde, don Juan Carlos y doña Sofía se casaban en Atenas protagonizando la última boda de rango igual de un príncipe que llegaría a ser soberano reinante.

A lo largo de su matrimonio, los duques de Kent, residentes desde su boda en un ala del palacio de Kensington, han sido dos de los miembros de la familia real británica que han prestado mayores servicios a la Corona británica y que gozan de mayor prestigio. Él, como consejero de Estado desde 1957, representante de la reina en muy numerosos actos en todo el mundo y en particular en países de la Commonwealth, y presidente de más de 140 organizaciones caritativas, además de ser el Gran Maestre de la Masonería británica (la Gran Logia Unida de Inglaterra).

placeholder Los duques de Kent. (Getty)
Los duques de Kent. (Getty)

Ella, por su gran implicación en el mundo de la cultura y en particular en el ámbito de la música por su pasión por ese arte. Nunca se han visto salpicados por escándalos personales, si bien desde hace años mantienen una separación oficiosa tras varios problemas de salud física y mental de la duquesa que en 1994, y fruto de convicciones profundas, decidió convertirse al catolicismo siendo el primer miembro de la familia real británica en hacerlo en más de tres siglos. Un paso que fue respetado por la reina Isabel y que no afectó a los derechos sucesorios de su esposo (que conserva su puesto número 39 en la sucesión al trono) y al que siguió su decisión en 2002 de abandonar su tratamiento de Alteza Real para alejarse de la vida pública.

Este martes, 8 de junio, se cumplen 60 años de la boda de los duques de Kent, el príncipe Eduardo de Gran Bretaña y la aristócrata Katherine Worsley, en la bella y emblemática catedral de York. Un gran acontecimiento regio que fue la boda del año en 1961 atrayendo hacia York la atención de la prensa internacional y que, con gran sagacidad, fue utilizado por el gran clan de los royals europeos para hacer coincidir en Londres a don Juan Carlos y doña Sofía, que por entonces ya consideraban seriamente la posibilidad de unir sus destinos.

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