Letizia, con vestidazo de inspiración oriental para la cena de Estado de Corea

Y llegó el momento más esperado de cualquier visita de Estado, aunque esta vez ha sido algo descafeinado. La noche de este martes, don Felipe y doña Letizia han ofrecido una cena de Estado en honor al presidente de Corea del Sur, quien se encuentra realizando una visita de Estado a nuestro país acompañado por su esposa. Tras muchos meses, el Palacio Real de Madrid ha vuelto a engalanarse para recibir al mandatario Moon Jae-in y a la cantante Kim Jung-sook. Una velada atípica, pero ajustada a las actuales medidas de la pandemia.

Aunque nos hubiera encantado ver a la Reina luciendo vestido de gala, tiara y condecoraciones, nos conformamos con esta cena, que es ya una demostración de que las cosas están volviendo poco a poco a la normalidad. Tal como confirmó Vanitatis, desde las dos delegaciones, la coreana y la española, se decidió que la etiqueta de la cena fuera traje para los hombres y vestido corto para las mujeres, y así lo ha cumplido doña Letizia, quien ha rescatado uno de los vestidos que en su día causó más furor.

Si había un diseño que la Reina podía recuperar para esta cena es este de Dries Van Noten, ya que al ser de estilo oriental queda genial para la velada. Hablamos de un vestido negro tejido en jacquard con flores de color oro y aires de Oriente. De manga corta y largo midi, la creación presenta unas originales hombreras metálicas decoradas con lentejuelas doradas y plateadas. Doña Letizia lo estrenó en noviembre de 2019, en la entrega del Premio Francisco Cerecedo, y ya entonces recibió muy buenas críticas.

Dries Van Noten es una firma belga creada en Amberes de la que es muy fan la reina Matilde. Fue en junio de 2018 cuando se anunció que la empresa catalana Puig, que también posee Carolina Herrera, Nina Ricci o Paco Rabanne, había comprado la mayor parte del accionariado de Van Noten. Por lo que no es nada extraño ver a la Reina apostando por ella, ya que confía plenamente en Puig y en todas las firmas que lleva.

Doña Letizia ha combinado el diseño con el mismo calzado que la primera vez que lo lució: unas sandalias en piel de serpiente combinada con dorado de Magrit. Aunque no se trata de una cena de gala, esperábamos que al menos la Reina desempolvara alguna joya buena, de esas históricas, pero nada de nada. Se ha decantado por los pendientes inspirados en las flores de almendro de la mallorquina Helena Nicolau, de 110 euros, y el conocídisimo anillo de Karen Hallam.

Aparte de la etiqueta, ha habido otras modificaciones en esta cena, empezando por el número de invitados. Si lo normal era alrededor de 120 asistentes, esta vez los invitados se han quedado en 70. Ha sido a las 20:30 horas cuando los Reyes se han encontrado con el presidente coreano y la primera dama en los salones del Palacio Real; tras un breve saludo, los cuatro han pasado al Salón del Trono, donde ha tenido lugar el tradicional besamanos, eso sí, sin besos y sin manos. Tanto los anfitriones como los invitados se saludaban desde la distancia, con el corazón en la mano, todos menos doña Letizia, quien prefería saludar con la cabeza.

Después de estos saludos, se han dirigido al comedor de gala, que esta vez estaba totalmente cambiado. Lejos de estar presidido por la larga mesa, en la que habitualmente se sentaban los invitados, esta vez ha sido sustituida por otras redondas, para reducir así el contacto entre los comensales. Allí han sonado los himnos de ambos países, primero el de Corea y después el de España, seguido de unas palabras por parte de don Felipe y otras de Moon Jae-in.