Harry no es el primero: las dos autobiografías de Sarah Ferguson que removieron la Casa Real
La exmujer del príncipe Andrés ha publicado dos memorias sobre su experiencia en la familia Windsor: una en 1996 llamada 'My Story' y otra en 2011 con el título 'Finding Sarah'
No se han publicado todavía y las memorias de Harry ya se han convertido en tema de conversación, tsunami informativo y futurible bestseller. Y eso que ni una línea se ha podido leer de una obra cuyo borrador, según informaban algunos medios ingleses, ya está terminado. Muchos pagarían una fortuna por poder leer esas ‘galeradas’, aunque para fortuna la que se va a embolsar el nieto de la reina Isabel II y que muchos sitúan en una cifra que ronda los 20 millones de dólares. Sin embargo, a pesar del ruido y la furia, el de Harry no será el primer libro de memorias escrito por un miembro de la Casa Real inglesa. Antes que él, Sarah Ferguson ya lo hizo, y por partida doble.
En 1996, pocos meses después de su divorcio, la exmujer del príncipe Andrés publicó la primera entrega bautizada con el original título ‘My Story’ (no creemos que sea necesaria traducción), al que siguió tres lustros después ‘Finding Sarah’ (un poco como el ‘Buscando a Nemo’ de Pixar pero en versión exprincesa pelirroja). Ninguno de los dos logró la repercusión que ha generado el del hijo de Carlos y Diana (y mucho menos esa retribución económica). Pero también consiguió su objetivo: remover los cimientos de la casa de los Windsor.
Su historia
La publicación de su primera autobiografía se produjo poco después de que aquella chica pelirroja, que había entrado en la familia real inglesa como un soplo de aire fresco, saliera provocando un pequeño vendaval. En el libro, Sarah señala a la Firma como causante de su crisis matrimonial (“durante seis años había soportado las exigencias de la vida palaciega") y el acoso de la prensa ("había soportado el escrutinio constante de la prensa británica y la hostilidad apenas velada de la Casa Real"), aunque también se autoinculpa de muchos de los errores que cometió. El más gordo, aquellas fotografías en las que un señor, que no era su marido, le estaba chupando el dedo gordo del pie mientras estaban de vacaciones en el sur de Francia.
Aquellas fotos dieron la vuelta al mundo, y el 'Daily Mirror' fue el primero en publicarlas. Se dijo entonces que la reina estaba tan enojada que le pidió a Sarah que dejara Balmoral de inmediato. De hecho, no fue invitada a regresar hasta 2008. En el libro, la duquesa de York explicaba que la institución presidida por su exsuegra no movió un dedo por intentar frenar la publicación de las imágenes que impulsarían la salida definitiva de la pelirroja de los Windsor.
Aunque su gran amiga Diana pidió expresamente que no contara nada sobre ella, Sarah no pudo evitar relatar alguna anécdota que no sentó muy bien a la fallecida y eso ayudó a abrir una pequeña grieta entre ellas. En sus segundas memorias, ‘Finding Sarah’, la duquesa afirmaba que nunca supo el motivo real de la pelea, pero recalcaba que "una vez que a Diana se le metía algo en la cabeza, se quedaba ahí durante un tiempo".
En 'My Story', Sarah también admitía que cuando entró en la vida pública, fue "ingenua" sobre el escrutinio al que estaría sometida. “Lo peor de todo es que creía lo que decían de mí. Lo creí cuando dijeron que era un soplo de aire fresco para la familia real, que 'Fergie era muy divertida y limpiaría el moho, como un cruce entre Mary Poppins y Cenicienta". Sin embargo, el encantamiento desapareció y no tuvo piedad en ridiculizarla, sobre todo a raíz de aquellas escandalosas imágenes. En su defensa, escribe que se sentía muy sola porque el príncipe Andrés pasaba solo 40 días al año en casa, debido a su carrera naval.
En su segundo libro, Fergie ahondaba en sus problemas económicos y en el hecho de vivir siempre al borde de la bancarrota después de una serie de negocios fallidos. A la Casa Real no le sentó bien que Fergie hablara con todo lujo de detalles sobre las penurias económicas que había pasado. También relataba (lo hizo en un programa de televisión que llevaba el mismo título que el libro) que durante su vida junto al príncipe Andrés se había acostumbrado a que todo se le diera hecho: “Cuando nos divorciamos, tenía que seguir adelante, pero no entendía cosas sobre el dinero, probablemente porque nunca tuve que hacerlo”. La duquesa de York hacía un repaso a su vida desde su tierna infancia, su trato con los royals, su fracaso matrimonial y su posterior reinvención. Para muchos, un ejercicio catártico ya que detalla su viaje de autodescubrimiento después de que un gran escándalo arrasara los titulares.
No se han publicado todavía y las memorias de Harry ya se han convertido en tema de conversación, tsunami informativo y futurible bestseller. Y eso que ni una línea se ha podido leer de una obra cuyo borrador, según informaban algunos medios ingleses, ya está terminado. Muchos pagarían una fortuna por poder leer esas ‘galeradas’, aunque para fortuna la que se va a embolsar el nieto de la reina Isabel II y que muchos sitúan en una cifra que ronda los 20 millones de dólares. Sin embargo, a pesar del ruido y la furia, el de Harry no será el primer libro de memorias escrito por un miembro de la Casa Real inglesa. Antes que él, Sarah Ferguson ya lo hizo, y por partida doble.
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