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El secreto escalofrío por un posible final del rey Juan Carlos en el exilio
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OPINIÓN

El secreto escalofrío por un posible final del rey Juan Carlos en el exilio

Para la Corona, don Juan Carlos sigue siendo un lastre. Para el Gobierno de coalición, una fuente de conflictos para su propia estabilidad

Foto: El rey emérito Juan Carlos I, en 2018. (Getty)
El rey emérito Juan Carlos I, en 2018. (Getty)

Tuvo que ser el propio rey Juan Carlos quien apuntara, negro sobre blanco, al escalofrío que recorre al tándem institucional Gobierno-Casa Real en torno a un posible -que no deseable- óbito del exmonarca… fuera, muy fuera de España. En realidad, la mención literal que recoge en su libro Laurence Debray -“tengo que empezar a pensar en el mío”… tras ponderar con emoción los funerales del duque de Edimburgo y el de su propio padre, don Juan- no puede ser más austera. Pero a nadie se le ha escapado el guiño provocador de su biógrafa francesa al incluir tan comentadas palabras, como broche final, en la última página.

En vísperas del cierre de las largas diligencias de Fiscalía contra el emérito, Ejecutivo y Casa Real amagan con serenar su escalofrío. O lanzan, al menos, un globo sonda para medir la temperatura de la atmósfera. Si esto fuera un Estado de derecho sin más, nada impediría, ciertamente, que el por muchos pretendido ‘ciudadano Borbón’ tomara ese avión de vuelta con el que él sueña a diario. Pero no deja de ser una curiosa paradoja que los mismos que empujaron a su expatriación de hecho, cuando ningún juez amenazaba su libertad, se planteen su regreso ahora.

placeholder Juan Carlos I y su hijo, el rey Felipe VI. (Reuters)
Juan Carlos I y su hijo, el rey Felipe VI. (Reuters)

Para la Corona, don Juan Carlos sigue siendo un lastre reputacional. Para el Gobierno de coalición, una fuente de conflictos para su propia estabilidad. Para el emérito, el acoso de la prensa con el que justifica a Debray su elección de Abu Dabi como destino de su peculiar destierro, solo podría ahora aumentar… Entonces, ¿qué ha cambiado realmente? Se dirá que el Gobierno no es el mismo, que donde antes estaban Carmen Calvo e Iván Redondo ahora están Félix Bolaños y el pretendido reencuentro con el PSOE histórico; que las “noticias inquietantes y perturbadoras” por las que el equipo de Sánchez instaba públicamente a Casa Real a actuar hace dos años se han tornado en un “no es mi competencia” y “no me corresponde“ decirle al monarca lo que debe hacer…

Pero, en el fondo, el aviso de la biógrafa de don Juan Carlos se funde con el inconfesado y precario alivio de las instituciones: toca evitar que el ‘rey de la democracia’ -83 años pese a su buena y deseable salud- vuelva al Escorial en una caja de pino. O de caoba, tanto da. No tengo duda de que el padre del monarca -el mejor de la historia pese a sus enormes pecados contra la propia España- tendrá en su día su acariciado -discreto pero solemne- funeral de Estado. De lo que se trata ahora es de que se pueda organizar en vida lo que a ojos del mundo y del propio prurito nacional, podría resultar demasiado tarde.

Las instituciones de la democracia que él tanto contribuyó ya dan trazas de buscarle un hueco, aunque su presencia física no vuelva a ser, en virtud de las “circunstancias”, más que puntual e itinerante. Ese hueco, dentro de España y lejos de Zarzuela, que pese a todo -y con ser mucho ese todo- siempre mereció. En cualquier caso, modestamente, veo muy complicado revertir el error.

Tuvo que ser el propio rey Juan Carlos quien apuntara, negro sobre blanco, al escalofrío que recorre al tándem institucional Gobierno-Casa Real en torno a un posible -que no deseable- óbito del exmonarca… fuera, muy fuera de España. En realidad, la mención literal que recoge en su libro Laurence Debray -“tengo que empezar a pensar en el mío”… tras ponderar con emoción los funerales del duque de Edimburgo y el de su propio padre, don Juan- no puede ser más austera. Pero a nadie se le ha escapado el guiño provocador de su biógrafa francesa al incluir tan comentadas palabras, como broche final, en la última página.

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