Desde Sofia

SIMEÓN
DE BULGARIA
"Las falsedades que
se hayan dicho sobre mí
son gajes del oficio"

DESDE SOFIA

Simeón
de Bulgaria
"LAS FALSEDADES QUE
SE HAYAN DICHO SOBRE MÍ
SON GAJES DEL OFICIO"

Simeón de Bulgaria


Hijo de Boris III de Bulgaria, tras la repentina muerte del rey, subió al trono con 6 años y después llegó un largo exilio, primero en Alejandría y después en España, que se convirtió en su segunda casa

Texto: Juanra López
Fotos: Agencias / Cortesía
Diseño: Bolívar Alcocer


El rey Simeón de Bulgaria no se prodiga en entrevistas y se toma su tiempo para concederlas. Es la ventaja de que entre sus prioridades no esté ocupar el primer plano mediático. De eso ya se encargan los tribunales, que, como se esperaba, le están dando la razón en sus disputas con el Estado búlgaro por recuperar las propiedades que pertenecieron a su familia. Su periplo vital ha sido muy duro después de la repentina muerte de su padre, el zar Boris III en 1943, tras una entrevista con Hitler, sin que nunca haya llegado a aclararse, y se tuviera que exiliar junto a su madre, la reina Juana de Saboya, y su hermana María Luisa en 1946. Primero en Alejandría, donde vivían sus abuelos, Víctor Manuel III de Italia y Elena de Montenegro, y después en España, a donde llegaron en 1951 y echaron raíces. Una vida legendaria que le ha llevado también a ser protagonista de la crónica social, especialmente por sus hijos, sus respectivas parejas y nietos, savia nueva para una saga que está muy implicada en el país de sus ancestros.

Su Majestad accede a responder nuestro cuestionario escrito desde el palacio de Vrana, en Sofía, la capital búlgara, donde vive desde el año 2000. Cuatro años antes había llegado a su país, en olor de multitudes, una vez caído el telón de acero y con una población ávida de cambios, tras el desmoronamiento del régimen comunista, con la mirada puesta en el futuro. Consiguió Simeón II ser electo democráticamente en 2001, como candidato del partido Movimiento Nacional Simeón II, y aunque la experiencia le deparó momentos agridulces y no repetió victoria en los comicios de 2005, no se aprecia en sus palabras ni resentimiento ni siquiere nostalgia por lo que puedo haber sido y no fue.

Simeón de Bulgaria

En su infancia antes del exilio.

Simeón de Bulgaria

Pasó su juventud en Alejandría.


Cosmopolita, culto y con sentido del humor, como apreciarán en algunas de sus respuestas, Simeón II refleja modestia sobre todo cuando enfatizamos sus logros, también personales (su férrea familia con la aristócrata española Margarita Gómez-Acebo y Cejuela, madre de sus cinco hijos), y si de algo presume es de haber sido un lector voraz. Gran amigo de la familia real española, se muestra escueto para abordar este tipo de cuestiones, por su posición y por una enorme discreción que le adivinamos.

Entendemos que tendrá una gran satisfacción por las diferentes sentencias que están llegando en los últimos meses y que le dan la razón frente al Estado búlgaro. ¿Cómo valora la resolución de este septiembre del Tribunal de Estrasburgo?

Ante todo, quisiera subrayar que en 1998, por iniciativa propia, la Corte Constitucional búlgara se había pronunciado a favor de la restitución de nuestros bienes particulares, confiscados en 1947. Bulgaria es uno de los pocos países que tras la caída del Muro introdujo el concepto de restitución a todo ciudadano que pudiera demostrar que fue perjudicado por el anterior sistema político. Con eso quiero decir que la familia real no ha sido una excepción y fue tratada como los demás ciudadanos. En cuanto a cómo valoro la resolución del Tribunal de Estrasburgo, le diré que consiste en 52 páginas, al cabo de doce años de deliberaciones.

Otra resolución crucial fue la de este pasado mes de julio, en este caso en Bulgaria, a propósito de otra importante propiedad para la familia. ¿Cómo vivió ese momento? ¿Le devuelve la confianza en la justicia de su país?

La decisión del mes de julio a la que se refiere es sobre nuestra propiedad en la estación de esquí de Bórovets. Sin comentar los dictámenes jurídicos, para cualquier persona resulta evidente que si la propiedad había sido reconocida hace años, Bulgaria como país miembro de la Unión Europea no puede volver sobre su decisión. Digo eso porque la serie de juicios en estos últimos años tienen más de vendetta política y es por lo que, naturalmente, tengo confianza en la justicia de mi país.



Hannah y Tiago

El rey Simeón, aclamado a su regreso a Bulgaria.



En 2014 publicó usted su libro biográfico 'Un destino singular'. ¿Dejará constancia escrita de cómo han sido los años que han transcurrido desde entonces?

En honor de la verdad, lo he escrito para que una vida tan peculiar como la mía fuese relatada en primera persona y no por otros. Además, lo hice pensando en mis hijos y nietos, para que supieran a qué había dedicado mi vida y con eso comprendan mi entrega total a Bulgaria. Por cierto, que el libro ha sido publicado en búlgaro, español, francés, griego, italiano, portugués y turco. Saldrá en inglés muy pronto con un capítulo adicional para actualizarlo, en el que me sincero sobre algunos acontecimientos del 2014 para acá..

Hay muchos motivos por los que usted ha pasado a la historia, pero encarna una situación muy singular, un rey que logró ser presidente de la República. ¿Qué es lo más positivo que querría destacar de esos años?

Efectivamente, mi caso no tiene precedente. El rey se presenta y gana las elecciones legislativas y es elegido primer ministro de la República. Otro caso análogo, aunque con ciertas diferencias cronológicas, fue el del rey Sihanouk de Camboya. Lo sucedido con Napoleón III fue otra cosa.

"Evito emitir juicios y menos aún de personas relevantes, incluso de las familias reales"

En sus años de exilio pasó usted por Alejandría, donde tuvo como compañeros de estudios, entre otros, a Hussein I de Jordania y a Leka de Albania, a cuyo hijo entrevistamos recientemente en Vanitatis, ¿qué recuerdos le gustaría subrayar de esa época?

La Alejandría de los años 40 era marcadamente cosmopolita y el Victoria College en el que estudié tenía fama, de ahí que hubiera alumnos del Medio Oriente entero, de los cuales no pocos llegaron a ser dirigentes de sus respectivos países.


España ha sido su segunda casa, ¿qué es lo que más valoró de nuestro país cuando llegó aquí en 1951?

En efecto, España ha sido el país en el que tuve la dicha de vivir prácticamente 50 años de exilio. En cuanto a lo que más valoro, es difícil de resumir, teniendo en cuenta la óptica de un joven de 14 años al llegar y la de un hombre muy mayor hoy. ¡Esta entrevista se extendería demasiado si tuviera que enumerar todo lo que admiro, me gusta y aprecio de España!

Usted conoce a Felipe VI desde que era niño. En dos encuestas que hemos publicado en Vanitatis en 2019 y 2021 sale muy bien valorado, al igual que la reina Letizia. ¿Qué cualidades destacaría de él como monarca?

Le diré que por regla general evito emitir juicios, y menos aún opinar sobre personalidades relevantes, incluso de las familias reales. Vivimos en un mundo en el que cada vez más se aprecia o exige la especialización. Qué ejemplo más claro que el de un príncipe heredero, que desde que nace se le entrena y prepara. El rey Felipe, a mi modo de ver, confirma con creces mi punto de vista. No se trata de cuatro o cinco años de universidad y luego un máster, sino mucho más…


Ha insistido mucho en que reabrir las heridas del pasado no es siempre lo más conveniente. ¿Considera que en política y también en la vida perdonar o al menos no guardar rencor puede ser terapéutico?

No es que insista, sino que estoy persuadido de que reabrir heridas del pasado es dañino o masoquista. La vida es como es, no puede repetirse, ni corregirse. Por tanto, el rencor para mí es un elemento destructor. En este contexto le diré que, como persona que ha padecido los avatares de la historia, no veo sentido alguno en hurgar en el pasado y mucho menos aún con fines políticos. Para mí, el presente y el porvenir son más importantes.

La pandemia ha golpeado brutalmente a todo el mundo. ¿Cómo ha vivido usted esta época tan dura?

Con las preocupaciones y limitaciones de los demás. Sobre Bulgaria se ha comentado que somos el primer país en la Unión Europea en mortalidad por el covid-19. Probablemente por el elevado número de personas muy mayores y en residencias, como pasó en España. Lo que me desconcierta es el bajísimo número de vacunados en un país en el que la educación y la cultura se valoran mucho. Sin embargo, parece que se da crédito a bulos sobre las consecuencias de la vacunación. Me entristece ver la diferencia entre Portugal y Bulgaria, dos países situados en los extremos de Europa -en Portugal más del 80% de vacunados contra un lamentable 22% en Bulgaria-. Quiero creer que el sentido común y el ejemplo cívico de otros países prevalecerán aquí también.

Hay quienes afirman que la pandemia iba a sacar lo mejor de nosotros mismos. ¿Comparte usted esta apreciación?

No me gusta generalizar, pero francamente creo que sí. Gestos de solidaridad con el cuerpo médico o de ayuda mutua, jóvenes que se ocupan de los más vulnerables y tal vez la concienciación colectiva del peligro que representa esta pandemia.

Siempre ha sido un hombre muy familiar y la suya ha estado siempre muy unida. ¿Ha sido este su mayor logro personal?

Gracias por atribuirme estas virtudes. En cuanto a un hombre familiar, lo hubiera sido más de haber dispuesto de tiempo libre. No lo veo como un logro personal, sino el mérito de cada miembro de la familia. En Bulgaria tenemos un dicho: que los siete primeros años son muy importantes, lo que se ha visto y vivido en casa a esa edad.



Simeón de Bulgaria

A sus 84 años, el rey Simeón sigue llevando una vida muy activa.



Sus hijos y nietos

Le hacemos esta pregunta a Su Majestad, pues tanto él en su matrimonio como sus hijos con sus respectivas vidas privadas han estado sometidos al escrutino de los medios de comunicación. Y siempre, en acontecimientos privados y públicos, así como en vicisitudes tan duras como la muerte de su hijo Kardam en 2015, han estado a la altura de las circunstancias. Miriam Ungría, viuda de su primogénito y madre de sus dos hijos (Boris, primero en la línea sucesoria y actual príncipe de Tarnovo, y Beltrán), mantiene una excelente relación con sus suegros, con los que acudió el pasado 1 de octubre en San Petersburgo a la boda de Jorge Románov y Rebecca Bettarini.

Su segundo hijo, Kyril, es posiblemente el más conocido entre los consumidores de crónica social, por su matrimonio con Rosario Nadal, una habitual de las listas de elegancia que suelen elaborar las publicaciones especializadas. Con ella tuvo tres hijos, Mafalda, una cantante emergente, Olimpia y Tassilo. El tercero, Kubrat, casado con la polifacética Carla Royo-Villanova, tiene otros tres, Mirko, Lukas y Tirso, mientras que el cuarto, Kostantin, y su mujer, María García de la Rasilla, son padres de Umberto y Sofía. Por último, su hija Kalina, casada con Kitín Muñoz, es madre de un niño, Simeón Hassan, quien lleva el nombre de su abuelo y el del recordado rey del país norteafricano, pues han.vivido en él muchos años y tienen fuertes vínculos emocionales allí.

¿Es usted nostálgico?

A decir verdad, no lo soy porque para mí la nostalgia es una forma de añoranza, y de ahí sentir pena por algo que ha pasado y por supuesto no se puede remediar. Soy pragmático y prefiero buscar lo positivo en todo momento.

¿Qué le gusta hacer en su tiempo libre?

A mis 84 años hubiera querido tener más tiempo libre, como los demás pensionistas. Desgraciadamente, mucha gente subestima mi edad, teniéndome todavía muy activo. Siempre he sido un ávido lector. Me encantaría disponer de más horas para dedicarlas a esa pasión. Ya que hablo con Vanitatis, me permito cierta vanidad, al decirle que tengo leídos unos 3.000 libros en siete idiomas. La mayoría de tema histórico, biográfico y teológico.

"Hubiera sido un hombre más familiar de haber dispuesto de más tiempo libre"


Vivimos en una era en la que tienen una enorme importancia las redes sociales, ¿qué opinión tiene sobre ellas?

En la evolución de la humanidad, cada etapa tiene su lado positivo o negativo, según como se mire. Por una parte, tenemos acceso a prácticamente todo con la consiguiente abundancia de información, libertad de comunicación y rapidez. En cambio, ese mismo exceso de velocidad puede acarrear cierta superficialidad. Si padecemos de fake news o bulos malintencionados es por la falta del necesario tiempo de reflexión. Estoy seguro de que tarde o temprano ciertas modas pasarán y permanecerá lo que resulta realmente beneficioso para nuestra sociedad.

También estamos en la era de las fake news, ¿se han dicho muchas falsedades sobre usted en la prensa?

Volviendo sobre lo que acabo de decir, la calumnia, la mentira y la envidia, en otras palabras, las fake news, proceden de haters. Es un fenómeno profundamente negativo y a la larga tiene el efecto boomerang en los propios autores. El rey Alfonso XIII, al salir ileso del atentado en París, dijo: “Son gajes del oficio”. Puedo decir lo mismo en cuanto a las falsedades que hayan podido decirse sobre mí.