Ha insistido mucho en que reabrir las heridas del pasado no es siempre lo más conveniente. ¿Considera que en política y también en la vida perdonar o al menos no guardar rencor puede ser terapéutico?
No es que insista, sino que estoy persuadido de que reabrir heridas del pasado es dañino o masoquista. La vida es como es, no puede repetirse, ni corregirse. Por tanto, el rencor para mí es un elemento destructor. En este contexto le diré que, como persona que ha padecido los avatares de la historia, no veo sentido alguno en hurgar en el pasado y mucho menos aún con fines políticos. Para mí, el presente y el porvenir son más importantes.
La pandemia ha golpeado brutalmente a todo el mundo. ¿Cómo ha vivido usted esta época tan dura?
Con las preocupaciones y limitaciones de los demás. Sobre Bulgaria se ha comentado que somos el primer país en la Unión Europea en mortalidad por el covid-19. Probablemente por el elevado número de personas muy mayores y en residencias, como pasó en España. Lo que me desconcierta es el bajísimo número de vacunados en un país en el que la educación y la cultura se valoran mucho. Sin embargo, parece que se da crédito a bulos sobre las consecuencias de la vacunación. Me entristece ver la diferencia entre Portugal y Bulgaria, dos países situados en los extremos de Europa -en Portugal más del 80% de vacunados contra un lamentable 22% en Bulgaria-. Quiero creer que el sentido común y el ejemplo cívico de otros países prevalecerán aquí también.
Hay quienes afirman que la pandemia iba a sacar lo mejor de nosotros mismos. ¿Comparte usted esta apreciación?
No me gusta generalizar, pero francamente creo que sí. Gestos de solidaridad con el cuerpo médico o de ayuda mutua, jóvenes que se ocupan de los más vulnerables y tal vez la concienciación colectiva del peligro que representa esta pandemia.
Siempre ha sido un hombre muy familiar y la suya ha estado siempre muy unida. ¿Ha sido este su mayor logro personal?
Gracias por atribuirme estas virtudes. En cuanto a un hombre familiar, lo hubiera sido más de haber dispuesto de tiempo libre. No lo veo como un logro personal, sino el mérito de cada miembro de la familia. En Bulgaria tenemos un dicho: que los siete primeros años son muy importantes, lo que se ha visto y vivido en casa a esa edad.
A sus 84 años, el rey Simeón sigue llevando una vida muy activa.
Sus hijos y nietos
Le hacemos esta pregunta a Su Majestad, pues tanto él en su matrimonio como sus hijos con sus respectivas vidas privadas han estado sometidos al escrutino de los medios de comunicación. Y siempre, en acontecimientos privados y públicos, así como en vicisitudes tan duras como la muerte de su hijo Kardam en 2015, han estado a la altura de las circunstancias. Miriam Ungría, viuda de su primogénito y madre de sus dos hijos (Boris, primero en la línea sucesoria y actual príncipe de Tarnovo, y Beltrán), mantiene una excelente relación con sus suegros, con los que acudió el pasado 1 de octubre en San Petersburgo a la boda de Jorge Románov y Rebecca Bettarini.
Su segundo hijo, Kyril, es posiblemente el más conocido entre los consumidores de crónica social, por su matrimonio con Rosario Nadal, una habitual de las listas de elegancia que suelen elaborar las publicaciones especializadas. Con ella tuvo tres hijos, Mafalda, una cantante emergente, Olimpia y Tassilo. El tercero, Kubrat, casado con la polifacética Carla Royo-Villanova, tiene otros tres, Mirko, Lukas y Tirso, mientras que el cuarto, Kostantin, y su mujer, María García de la Rasilla, son padres de Umberto y Sofía. Por último, su hija Kalina, casada con Kitín Muñoz, es madre de un niño, Simeón Hassan, quien lleva el nombre de su abuelo y el del recordado rey del país norteafricano, pues han.vivido en él muchos años y tienen fuertes vínculos emocionales allí.
¿Es usted nostálgico?
A decir verdad, no lo soy porque para mí la nostalgia es una forma de añoranza, y de ahí sentir pena por algo que ha pasado y por supuesto no se puede remediar. Soy pragmático y prefiero buscar lo positivo en todo momento.
¿Qué le gusta hacer en su tiempo libre?
A mis 84 años hubiera querido tener más tiempo libre, como los demás pensionistas. Desgraciadamente, mucha gente subestima mi edad, teniéndome todavía muy activo. Siempre he sido un ávido lector. Me encantaría disponer de más horas para dedicarlas a esa pasión. Ya que hablo con Vanitatis, me permito cierta vanidad, al decirle que tengo leídos unos 3.000 libros en siete idiomas. La mayoría de tema histórico, biográfico y teológico.